6. Su regreso

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La comida reposaba sobre el mesón el domingo por la noche. Tenía el cabello recogido y un mono de algodón bajo un suéter regular. Jugaba a retorcer mis dedos dentro de las medias por la sensación que me provocaba.

No quería comer esa comida, estaba fría y gratinada de tanto esperar por mi apetito. Nadie se daría cuenta si la tiraba o no. Consideré por un momento que no había comido más que el desayuno en todo el día y que aunque estuviera fría, necesitaba los nutrientes.

Poco a poco, bocado a bocado, me fui comiendo los vegetales salteados con el filete a la parmesana.

Mina me había llamado ésta mañana para saber cómo estaba, yo le dije que estaba enferma y que posiblemente no iría el lunes al colegio. No pareció importarle. Lo que quería saber, seguramente, era con quién y a dónde me había ido; me imaginé que él era amigo suyo y como cosa normal quería averiguar todo maldito detalle de un asunto que no era de su incumbencia.

Antes de meterme en un chisme, preferí decirle que me había ido en taxi.

Eran las diez en punto y mañana era un día de clases. Hice la mitad de la tarea exigida y repasé por última vez un tema para el examen de Ciencias. Todavía seguía lloviendo sobre Maturín y así prefería el clima... Me senté en mi mesa de trabajo y saqué un block nuevo.

Tracé una línea a carboncillo y después otra... Me dejé llevar por instinto, no pensé en nada, relativamente, hasta que el dibujo cogió forma. Era un ave. Sin alas.

Bufé y me metí en mi baño para vomitar aquella comida asquerosa que ahora me revolvía el cerebro. Dejé salir todo aquello con el menos ruido posible y lavé mis dientes por tercera vez en el día.

Metí el dibujo dentro del cajón de Barbie donde solía guardar todos aquellos espantos que producía mi mente... Tenía meses que no hacía algo bueno. Saqué otra hoja y esta vez utilicé tizas de colores para hacer algo más colorido. Me enfoqué en los viejos tiempos, en mi viejo liceo, en donde todos eran normales y llevaban mochilas en vez de carteras.

Recordé por un momento el día en que fuimos al cine y yo tenía pareja. Bueno, si se le podía llamar así. Su nombre es Gabriel. Aún puedo saber de su vida a través de redes sociales pero ya no me habla... De todas maneras, ese día fue bastante especial. Fuimos tres parejas y los muchachos conspiraron para traernos flores en secreto... Me enfoqué mientras trazaba líneas de un lado a otro en lo feliz que me sentí cuando paseaba con sus rosas en una mano y la otra sujetada fuertemente a él.

Yo era feliz, fui feliz en algún momento... ¿no? ¿O no era feliz si no más bien victima de mis hormonas? Creo que era eso.

Seguí pensando. ¿Por qué si me dijo que me quería no había venido a buscarme? Ninguna de las personas de mi pasado reciente se quedó para ver cómo me desmoronaba y tampoco están aquí mientras trato de levantarme.

Sé que las personas vienen y se van de tu vida. Está bien, lo acepto. Solo me hubiese gustado saber desde un principio qué sentían por mí. Que realmente sintieran lo que me decían.

Cuando miré la hoja distinguí a una niña hundiéndose en el fondo del mar.



Terminé el examen y lo entregué a la profesora Ratón para que lo corrigiera. Me acosté sobre mis brazos en mi pupitre y pensé en el dibujo que había hecho ayer... Fácilmente podía ser una niña nadando, o yo en el fondo de la piscina pensando, pero quise que estuviese muerta y así lucía para mis ojos.

Jugué con el lápiz entre los dedos hasta que escuché el timbre para salir del salón.

Tuve que firmar el examen con mi nuevo nombre, así no me gustara, porque era el que salía en la nómina.

No.Where stories live. Discover now