9. Lo que el público demanda

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Mi casa, cuando ese ser entraba por la puerta, parecía ser otra. Había flores en los jarrones, comida casera en el horno y todo parecía más cálido de lo normal. El día brillaba con más fuerza, la luna era una especie de astro magnífico que poseía el cielo... La laguna brillaba con tranquilidad frente a nosotros, calma y pacífica, todo lo contrario a lo que yo estaba sintiendo.

Parecía un volcán dentro de mí. Un volcán vivo a punto de comerme viva.

Hoy Léo no apareció en la laguna; sé muy bien por qué.

Esta mañana cuando entré al salón, había tensión en el aire, indirectas que volaban de un lado a otro y rebotaban contra mí... Yo no dormí nada anoche revisando el espacio bajo la puerta a por pasos, así que a esas horas de la mañana no era completamente funcional. Sin embargo, pese a que me dormí dos veces sobre el pupitre, alguien dejó una nota a mi frente. Karen rió bajito con las otras dos que le seguían como cachorros. Yo leí.

"¿No es que no conocías a Léo? Mentirosita, Tenzyn. Ya van dos."

Yo también me pregunté cual era la otra... ¿descubrió que ese no era mi nombre? Vagamente razoné con la primera pregunta; resolví un engranaje en mi cabeza para concluir que estaba celosa porque yo pasaba las tardes con Léo y ella no. Solos. ¿Qué tan especial era Léo, de todas maneras? 

Solo era un muchacho un poco menos callado que yo cuando estaba conmigo, de resto, era tal cual como ella... Todo amable y feliz. Apenas trataba de entender como esto de vernos todos los días había comenzado, y de ninguna manera quería que llegara más allá.

Vamos a aceptar los hechos, porque eso hice esta mañana mientras dibujaba en el salón: Es bastante lindo. Es uno de esos muchachos que vería dos veces en la calle y hasta me atrevería a hacer contacto visual solo para encontrar su mirada y tratar de llamar su atención. 

Pero solo quiere ser mi amigo, o algo así. Es decir, nunca me había pedido nada, ni siquiera mi número telefónico... y por más que tratara de verle un ángulo peligroso, no lo encontraba. Me sentía segura. Eso no tenía nada feo o pecaminoso.

Pero por alguna persona, tal vez Daniel, Karen se había enterado de todo aquello de las salidas y las mentiras.

Tal vez no debí mentirle a Mina el día que me preguntó cómo me había ido, eso sonaba aún más sospechoso. Quería explicarles a todas que apenas conocía a Léo y que lo único que hacíamos juntos era mirar a un patético lago artificial a unos metros de nuestras casas, pero no tenía la valentía.

Tomé el papel y escribí detrás cuidando mi caligrafía.

"¿Cuál es la otra mentira?"

De verdad quería saber aquello... quería saber cual de tantas mentiras había descubierto. Aunque no me importaba, me causaba una risa incontrolable su sed de saber algo que no podía manejar. ¿Sería capaz de empatizar con la historia que ocultaba tras mis mentiras? 

Ellas llegaron al salón y yo me incorporé cuando entró la profesora de Química... Saqué el cuaderno y copié los ejercicios. Antes de ponerme a trabajar, me levanté y entregué el pedazo de papel; las otras me quedaron viendo perplejas, algunos muchachos voltearon disimuladamente. Yo bostecé y me concentré en hacer las cadenas de hidrocarburos una tras otra.

Sentí el cuchichear entre ellas, pero realmente traté con esfuerzo concentrarme en mis cadenas que salían como poemas de mis dedos. Era tan lógico, que no precisaba pensar mucho para saber que lo había hecho bien... Alguien rió en voz alta y la profesora le reprendió. Se reían de mí, por supuesto, yo quería llorar, de nuevo.

La profesora me pidió que me acercara a ella, yo lo hice. Era una mujer mayor con una vista demasiado dulce como para resistirse a caer en ella, de todas maneras, yo lo quería alejarme lo más posible de aquel grupo.

Profesora:

"¿Te sientes bien? Estás más que pálida... si necesitas algo podrías ir a secretaria por una pastilla."

Yo:

"¿Están bien estos ejercicios?"

No podía mirarle otra vez a los ojos, apenas podía contener mi llanto infantil por lo que escuchaba a mi espalda, además de que sabía que la profesora notaba que yo no estaba así realmente por algo físico.

Profesora:

"Sí, así están bien... ¿Segura de que no quieres nada para el... dolor?"

Mi garganta hizo un sonido para tragarme el nudo que se había formado... Fue la primera vez que alguien notó algo mal en mí, algo doloroso.

Cuando regresé a mi puesto en silencio encontré la nota escrita sobre lo que había borrado:

"Sé con quién te acuestas."

Aún sostengo la nota en mis dedos y suspiro. ¿Cuándo todo esto se había complicado tanto? Yo no quería amigas, y ahora todas me odiaban. Esa nota era tremendamente maldita y estúpida. Era estupi-dita. Era ilógico que aquello fuese dirigido para mí. Después de todo, después de tanto, yo seguía acostándome con alguien...

Sé que Léo se enteró de algo pues trató de hablarme a medio día cuando estaba a punto de salir. Yo le evité y cuando lo vi aquí sentado fumando, me alejé lo más posible; cuando se fue, me senté yo. No quería verle a la cara y confrontar lo que había oído de mí, no podía.

Sin embargo, me tocaba salir de casa porque él había regresado de su día de compras con mi madre. Me dio asco verlos hablar con tanta cortesía... Yo no había dejado que me viera y ya mañana después de almuerzo se iría de nuevo a Caracas.

Observé la nota de nuevo y comencé a llorar bajito, sollozando casi sin voz para no asustar a los patos que se habían arrimado hasta mi orilla.

Me dolía que pensaran eso de mí. Sobre todo, eso. 

No.Where stories live. Discover now