Faltaba menos de una semana para que este año terminase. No recordaba tener un año peor... realmente mi vida antes de toda esta locura era perfecta y ya sé por qué nunca me quejaba. Era feliz. Ahora, sin embargo, no era más que un títere esperando que el tiempo pasara sobre mí.
Él quiso venir ayer, él quería herirme de nuevo.
Ahora me doy cuenta de que no le importa si la casa está sola o no, si yo estoy a punto de sucumbir o no, si está matándome. Como dije ayer en voz baja, esto no acabaría nunca si yo no hacia algo al respecto.
Así que tomé aire, reuní mi carpeta de papeles y bajé al almuerzo para unirme a la mesa familiar. Debía contarles mis planes.
Estaba él con una camisa de lino y un par de jeans claros, el cabello desordenado sobre la frente y sus pantuflas regulares. Julio leía el periódico, mi mamá servía la mesa. Apenas llegué a la sala todos se voltearon a mi dirección... sé que luzco terrible porque Julio frunce el seño y pide que me siente porque me veo muy pálida. Yo sé que estoy pálida, todos los días el espejo me lo recuerda. Trago saliva y me siento en la mesa.
Tensión, eso es lo que siento.
Desde la última vez que me senté con ellos y rompí un plato antes de navidad, no he vuelto a acompañarlos, pero hoy debo hacerle frente a lo que viene y trato de no tener miedo de sus expectaciones. Él come con tranquilidad su plato de sopa, mi mamá se sienta a mi frente, a su lado. Miro mi plato y mi estómago se retuerce... ha estado peor en los últimos días. Respiro hondo.
¿Cómo decir esto, de todas maneras? ¿Cómo reaccionaría él? ¿Qué estaba en peligro en este mismo instante?
Amelia:
"¿No vas a comer? La sopa fría sabe mal." Eso lo sé pero su tono de voz me indica que más que su preocupación, quiere que por fin le hable. Yo asiento.
Julio:
"Deberías tomar vitaminas." Concluyó sin verme, los otros dos seguían comiendo.
Él:
"Yo podría recetarte algunas... ¿te funcionaron las que te di la última vez?"
Me dio esas pastillas extrañas que me hacían ver colores en la luz solar. Medité al respecto. Si me habían servido... técnicamente. Me limité a asentir de nuevo.
Siguen comiendo y trato de pasar por encima de la cortante espera, es hora.
Pongo la carpeta en el medio de la mesa; ellos la ven, pero nadie la toca.
Mi voz tiene problemas para dejar mi garganta, pero esto lo he practicado por días, así que busco de alguna manera arrancar a hablar.
Mi voz es suave y ronca, mi garganta arde.
Yo:
"Me han aceptado en la universidad de Toronto éste año. Me mudaré con papá."
Primero, silencio.
Estudié cada reacción: Julio bajó el periódico con cuidado y me miró sobre los lentes, tal vez demasiado sorprendido como para decir algo. Mi mamá soltó la cuchara y recogió la carpeta para mirar en su interior, ojeaba cada página con fragilidad, leyendo letra a letra mi carta de inscripción. Y luego su rostro, llano, vacío de expresiones... solo me veía fijamente. Por fin yo había ganado un paso adelante en este juego... Ya no podría lastimarme y él lo sopesó mientras me miraba. Yo le negué con la cabeza y sin quitarle la mirada de sus ojos, hablé de nuevo.
Yo:
"Viviré en Canadá hasta que me gradúe. Papá está feliz por ello y se ha comprado una casa más grande para que yo viva con él. Entraré por Arte Contemporánea, espero que estén felices."
Luego bajé la cuchara que nunca usé y me levanté de la mesa con educación. Sentí las emociones florecer de sus facciones casi logran filtrarse a mi mente; ¿Qué haría ahora para detenerme? Todo estaba hecho, yo me iba de éste país o moría en ese cuarto, una de dos.
Amelia:
"¿Cómo que vas a irte? ¿De qué estás hablando, estás loca?" Era su sorpresa quién hablaba porque estaba más que claro que yo estaba fuera de esta casa para Agosto del año siguiente.
No podía mirarle a la cara, pero tampoco quería que pensara que no estaba segura de esto, que lo hacía improvisando. Así que me obligué a mirarle los ojos que por primera vez estaban blandos, desorientados.
Julio:
"¿No ibas a estudiar en Caracas, pues?"
Yo contuve un bufido. ¿Caracas? Los locos eran ellos si pretendían que vivieran con ese monstruo en otra ciudad.
Yo:
"Está decidido... y no te estoy pidiendo permiso, para que lo sepas, mamá. Te estoy avisando. Para el momento tendré 18."
Entonces los tres comenzaron a revisar la carpeta exhaustivamente buscando un error para rebatirme. Nunca lo encontrarían.
Llamé a mi papá desde mi cuarto.
Yo:
"Ya le dije a mi mamá que me mudaré contigo... gracias por guardar el secreto."
Su voz es firme pero aliviada, yo suspiro.
Papá:
"De nada... no debí hacerlo ¿sabías? Creo que puede demandarme y todo." Yo medio río. "Estoy emocionado, ya te compré las cosas para tu cuarto... Emm, ¿te gusta el morado, no?"
Yo:
"Preferiría el blanco."
Papá:
"Bien, porque las cosas moradas parecen tenebrosas..."
Yo:
"Pá... ¿Puedo preguntarte algo?" Él aclara su voz y dice que si con su garganta. "¿No hay ningún problema con que viva contigo y Marleen? Sé que puedo ser una gran carga... no quiero ser peso muerto con el bebé en camino."
Papá:
"Eres mi hija, por supuesto que no eres un peso muerto. Por favor, querida, si he estado pidiéndote esto por años y Marleen está muy emocionada arreglando tus cosas y diciéndoles a todos que vienes a vivir con nosotros... Siempre serás mi dulce hija, mi mejor y única hija. Estamos esperando a un niño, si no sabías."
Yo lloraba en silencio de felicidad, recibiendo todas las notas de su voz sincera deseándome en su vida, queriéndome con todos mis defectos.
Yo:
"¿Un niño? Genial, ya quiero conocerlo... y gracias. Te amo, pá, saludos a Marleen y dile que yo también quiero verla."
Se despidió y yo corté la llamada. Un momento después oí a mi madre llamando a mi papá para reclamarle por el asunto de la carpeta; una leve sonrisa se dibujó en mi rostro de puro alivio... solo tenía que aguantar unos meses más.
Un pequeño papel se deslizó debajo de mi puerta.
"Hablemos de esto."
Por amor a Dios.
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No.
RomanceUn evento terrible. Sangre, dolor, lágrimas. Tenzyn camina sobre vidrios rotos. Quiere olvidar y olvidarse. Hundida en las consecuencias de aquel incidente, la salida parece más distante e imposible cada día. ¿Volverá a ser normal? Convencida de que...