34. Game over

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Las luces blancas me molestan los ojos pero puedo respirar, quizá demasiado bien. Mucho oxígeno. Tenía muchísimo tiempo que no respiraba así. Alzo mi mano que hormiguea y toco mi nariz, hay un respirador que me ayuda; abro los párpados con cuidado y los cierro de nuevo por la luz que entra, maldición, alguien debería cerrar las cortinas.

Recuerdo el último punto de conciencia... Ah sí, me lancé del segundo piso. ¿Tenía mis huesos completos?

Me ubico en la habitación. Al lado, mi respirador, al otro, un par de globos con helio y flores, a mi frente, la puerta y al lateral de la habitación, una ventana de pared a pared sin persianas. No hay nadie más que yo en el cuarto. Tal vez deba esperar un poco... ¿cómo había llegado aquí?

Trato de sentarme pero un mareo induce vómito a mi boca. No es buena idea. Debo dormir, es lo que mi cuerpo pide ahora.


Despierto con la voz de mi mamá a unos centímetros, me estremezco y ella me calma. La miro con indiferencia... mis ojos se han postrado sobre Léo que tiene las manos metidas en los bolsillos, viéndome. Me da pena que me vea de esta forma... como lo que soy: absolutamente nada.

Léo pasa sus ojos hacia el otro rincón del salón y yo lo sigo, ahí está él, saboreando el secreto entre nosotros dos, tratando de averiguar cuánto sabe Léo sobre la situación.

Julio entra y comienza a hablar, yo estoy como suspendida... como si nada de lo que hubiese pasado ayer fuese cierto. Las voces se distorsionan y es como si estuviera bajo el agua otra vez, oyendo solo los latidos de mi corazón.

Todos participan en una conversación bastante colorida y ríen, me dicen cosas a mí, hablan de los globos. Yo veo de un lado a otro, desorientada.

Entra mi tío y su familia, Aileen está aquí.

¿Qué es todo esto?

Amelia:

"No sé cómo te caíste de ahí, pero me alivia que solo te hayas roto un brazo, imagínate si hubieses caído de cabeza o espaldas. Te hubieses hecho mucho daño."

¿Ese no era el punto?

Julio:

"Te quitan el yeso dentro de unos meses... vas a estar bien."

¿Con ese monstruo ahí, viéndome?

Aileen:

"¿Estás bien, prima?"

¿Lo estaba?

Porque no estaba triste o tenía miedo... tenía rabia, desesperación y de alguna manera, no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿No fue suficiente tratar de suicidarme para escapar de él?

Parecía una niña pequeña viendo a todos lados, siendo afectada por las voces en alto, la luz, los globos, las flores.

Léo dio un paso adelante y moldeó con sus labios una palabra. El monstruo me miraba inquieto, preso de la ansiedad por la conversación telepática que tenía con mi amigo. Yo seguía esquivando la luz, tratando de taparme los oídos por la incesante cháchara de mi familia.

Entró una tía y su esposo, luego mis abuelos. La sala se llenó de gente, lo que me volvía loca.

No podía enfocar los ojos, los oídos me zumbaban y las risas parecían rechinar contra mi cerebro. Maldición, necesitaban callarse.

Amelia:

"Se cayó del segundo piso, qué te puedo decir... a cualquiera le pasa."

Tía:

"Menos mal que fue un brazo y no la cabeza."

Julio:

"Yo creo que es la madera... cuando se pule esa superficie queda demasiado resbalosa."

Él:

"Cuando la vi en el suelo apenas estaba consciente."

El gatillo, otra vez.

Se unieron los demás y mi cabeza se lleno de voces inesperadas, de imágenes, de canciones tristes... Quise gritar que se callaran, quise quedarme muda como cuando los fuegos artificiales llovieron sobre mí. Pero era como si no tuviese vida en aquel momento, solo confusión, mucha confusión.

Estaban riendo luego, yo parpadeaba rápido.

Julio:

"¿Qué tienes?"

Esperé un silencio, pero nadie lo hizo, todos seguían hablando. Lo dejé ir.

Yo:

"Aaron me violó."

Primera vez que decía su nombre en un año.

Primera vez que se callaban la maldita boca en un año.

Primera vez que me escuchaban en un año.

Primera vez que hablé en un año.

Primera vez que dejé de temblar en un año.

Primera vez que mis ojos no vacilaron al verle en un año.

Yo, seguí, todos en silencio mortal ahora:

"Me drogaba...  Aaron me violó muchas veces..." Nadie decía nada, pero podía sentir como mi familia se rompía a pedazos.

Léo abrió los ojos y dejó que su boca se abriera de sorpresa.

Yo volteé el rostro y le miré por primera vez sin miedo en un año, desafiándole.

Yo:

"Nunca más."

Lo próximo que recuerdo es su cuerpo abalanzándose sobre mí con una fuerza brutal, los ojos hechos en llamas, las venas brotadas de su lugar, la mandíbula afuera, como un perro. Yo no me moví, pues antes de que se acercara lo suficiente, Léo lo agarró entre sus brazos y entonces mi tío se unió para sacarlo de la habitación.

Mi mamá comenzó a llorar arrodillada al lado de mi cama, tomándome la mano, Julio seguía en el mismo lugar preso de la noticia y mi familia poco a poco comenzó a salir del lugar. Yo respiré lo más profundo que pude y sonreí.

Yo:

"Yo solo... solo lo quiero lejos de mí."

Amelia, mamá al fin:

"¿Por qué no me dijiste que te estaba haciendo daño?! ¡Yo debí protegerte! Oh, Génova, perdóname, por favor... perdóname."

La miré y acaricié su cabello mientras lloraba descontroladamente.

Yo no quería llorar en absoluto. Hoy, por primera vez en un año, me sentí feliz. 

No.Where stories live. Discover now