3. Un favor, sólo un favor.

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Me senté de nuevo en aquella banca mientras empezaba un partido de fútbol del turno de la tarde. Mi madre había olvidado,  -decepcionada pero no sorprendida- que era a las doce y no a la una de la tarde que salía de clases, así que me quedé ahí para esperarla.

Este primer día de escuela había sido mucho más intenso de lo que debería... El plan era ser olvidada, cursar un año sin problemas, sola. Yo, mis pensamientos y mi vida. Más nadie. Sin embargo, esta gente se había encantado conmigo... no querían soltarme. Concluí que en algún momento se aburrirían de mí.

Eran cinco contra cinco chicos jugando rudamente al fútbol en ese campo a mi frente, casi todos tenían el cabello corto de color castaño, lo que diferían eran sus narices y las fisionomías. Solo uno tenía el cabello más claro, ojos claros también, me veía con disimulo, debí gustarle. Me levanté antes de que pensara en decirme algo. Asco, asco, asquito.

Llegué al comedor vacío y ocupé una silla mientras escuchaba un nuevo remix de Woodkid. Ya el servicio de limpieza comenzaba a trabajar, y la cantina había cerrado... Revisé el teléfono:

Mamá:

"Ya voy para alla... c m olvido"

Por alguna razón odiaba cuando acortaba las palabras... ¿Quería parecer más joven? Lograba parecer retrasada mental, no joven. O tal vez quería ser una joven retrasada mental, qué se yo.

Un perfume extraño invadió el aire y me hizo alzar el rostro, me quité un audífono. Era un muchacho que había conocido esta misma mañana pero por algún motivo no podía recordar su nombre. Lo reconocí porque usaba lentes y tenía pequeños reflejos rubios en su flequillo. 

Muchacho de reflejos:

"¿Te dejaron?" Risa nerviosa. "Me dijeron que vives en San Miguel, puedo dejarte allá, yo vivo ahí también... cerca"

Yo:

"No." Respondí secamente, me di cuenta y aclaré mi voz "Ya mi mamá debe venir cerca"

Muchacho de reflejos:

"Van a cerrar el liceo para el turno de la tarde, te vas a quedar encerrada"

Yo:

Muchacho de reflejos sonríe:

"Vamos, no te voy a dejar aquí"

Pensé en negarme de nuevo, luego consideré el hecho de que sería bueno enseñarle una lección a mi madre... No estaría aquí para que me recogiera. No era cuando le daba la gana, era cuando lo necesitaba.

Le seguí hasta el estacionamiento vacío y llegamos a su auto –impresionante, ¿no?- un Corolla 2015 plateado. Já.

Me monté en el asiento del copiloto y abroché mi cinturón, él me vio raro.

Muchacho de reflejos:

"Soy Daniel, por si no te acuerdas"

Yo reí nerviosa, otra vez, como una estúpida.

Daniel:

"Puedes poner lo que estás escuchando en la radio, ahí está el cable auxiliar"

Yo:

"No creo que quieras escuchar lo que estoy escuchando aquí... no sé si lo conoces."

Daniel:

"Ponlo y cállate"

Yo lo puse. La canción pareció ser un estruendo sin sentido cuando comenzó a sonar, ¿cómo me podía gustar aquello? El arrugó la nariz, por supuesto que no le gustaba. A la gente cool no le gustaba. Yo no era cool.

Daniel:

"¿Por qué te cambiaron de liceo?"

Yo:

"Mis notas no eran las mejores... decidieron probar aquí"

Daniel:

"¿Por eso? Yo los mato, o sea, los amigos, la vaina... Es quinto año, el último, no te vas a graduar con tu promoción."

Me quedé callada. Aquello no me importaba en lo más mínimo... pero explicarle le haría saber que las notas eran lo de menos.

Daniel:

"Yo pensé que eras otra persona cuando escuché tu apellido... Fedor... como el jugador de fútbol"

Yo, Tenzyn:

"De hecho, somos primos."

A Daniel pareció darle un paro cardíaco... De repente comenzó a parlotear sobre él que quería conocerlo, que si le hacía el favor, que por favor, que era un favor, que hacía lo que yo quisiera por conocerle. Yo sonreí para no prestarle atención a sus desesperados ojos marrones.

"... Siempre está viajando. Si algún día nos visita ,ten por seguro que te llamaré para que lo conozcas."

Daniel:

"¿¡QUÉ!? ¡Gracias, gracias, gracias! Dile que te visite, necesito tomarme una foto con él... juega demasiado arrecho ¡Y es de la Vinotinto!"

No tenía que decirme cosas que ya sabía sobre mi primo, pero lo dejé hablar de fútbol en todo el camino. Yo apenas asentía a lo que decía aunque estuviese equivocado... Solo quería llegar a casa.

Cuando llegamos, desabroché el cinturón y le di las gracias para bajarme del auto. Daniel me detuvo y estampó un beso en mi mejilla como todo el mundo lo hacía... Quedé colgada por un segundo, luego me bajé y me metí a mi casa a toda velocidad.

Ya adentro todo volvió a caer en su lugar. Respiré profundo y subí a mi habitación sin hacer ruido. No había nadie y eso me tranquilizó.

Mi habitación es un híbrido entre Barbie y Elm Street. Las paredes están pintadas de un hermoso violeta y lila con objetos color fucsia bien elegidos para ornamentar. Mi cama, que está pegada a la ventana, está hecha a la perfección, mi escritorio más allá está lleno de papeles y dibujos doblados en el piso y mi laptop, mi preciosa laptop descansa sobre él ahogada entre papeles.

Lo demás está roto, escondido o sucio. Mi ropa está guindada con desdén en el clóset y debajo de ésta hay un  nido de ropa que solía usar y zapatos doblados que considero bastante cómodo. Bajé las fotos enmarcadas de las paredes y las escondí tras la cama y todos los posters que poseía los he ido quemando dejando los trozos de cinta adhesiva en la pared. Mi laptop, aunque es rosada, tiene un fondo de pantalla de la nueva portada de Halo 3, un juego con el que me obsesioné durante las vacaciones. 

Las pequeñas cajas con joyería que adornaban los estantes las metí dentro de la peinadora para no usarlas. Tenía tantos libros guardados en el sótano que decidí meterlos en mi cuarto para llenar esos estantes ahora vacíos... El cuarto hace un tiempo no era así, por supuesto.

Era un desastre, pero podía vivir dentro con mucha comodidad.

Me saqué los zapatos y encendí la laptop para poner música a voz alta. Me aterraba estar sola en casa con tanto silencio.

Cuando me dispuse a quitarme la camisa observé por la ventana que el Corolla seguía en la entrada.

¿Qué sucedía? ¿Por qué no arrancaba? ¿Podía verme desde la ventana mientras me desvestía?

Había quitado las cortinas hace un tiempo por miedo a la oscuridad así que ahora no podía hacer nada. Sé que no me estaba viendo, probablemente hablaba por teléfono o algo así, sin embargo, cuando me puse el pijama me metí dentro del clóset y cerré las puertas para hundirme en la oscuridad. 

No.Where stories live. Discover now