XV

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POV Alba

Con la respiración agitada y totalmente despeinada miré a Natalia que sacó su mano lentamente de mis vaqueros. Me indicó que estuviera en silencio llevándose su dedo índice a la boca, asentí. Empezamos a escuchar voces a lo lejos, el barullo de los estudiantes cambiando de clase, pero después entraron varias personas al baño. En cuanto una de ellas habló, supimos que estábamos en el baño de hombres y no el de mujeres.

-Pues la Alba no está nada mal. -Dijo una voz familiar y Natalia me miró con el ceño fruncido.

-No, eh. -Dijo otro chico.- Pero es que no sé cómo acercarme a ella tío.

-Luis y Joan. -Le susurré a Natalia en el oído.

-Pues éntrale en la fiesta. -Dijo Joan.

-No se yo... Aparte creo que le mola otro. 

-¿Qué dices matao'? -Rió Joan.- No sabes nada, anda mea y vámonos.

Entró otra persona.

-Que sí, ya te digo yo que le mola uno.

-¿De quién habláis? -Preguntó la tercera voz que enseguida reconocí, era Mikel y miré a Natalia de reojo.

-De Alba. -Dijo Joan.- Que aquí a el amigo le gusta.

-No me mola... Está buena y me la quiero tirar, sí. -Aclaró.- Y lo que surja.

-Pero si es súper tímida, debe de ser virgen y todo. -Dijo Mikel y yo negué con la cabeza tapándome la boca conteniendo la risa. 

"Me estoy tirando a tu novia cariño." Pensé pero obviamente no dije nada.

-Yo qué sé... -Dijo Luis.- Las apariencias engañan. -Rieron.

-Anda deja de decir tonterías y vámonos que vamos a llegar tarde. -Dijo Joan.

-Hasta luego Mikel. -Se despidió Luis.

-Au. 

Dijo él, Joan y Luis salieron del baño. Poco después se fue él también.

-Joder. -Masculló Natalia.- Hey, rubia. -Me llamó.

-¿Si? -La miré.

-¿Te veo esta noche entonces? -Guiñó su ojo.

-Supongo. -Tonteé.

Me agarró de la cadera para bajarme del murito. Quedamos muy cerca la una de la otra, ella apoyó un brazo en la pared y se acercó para rozar nuestros labios. Entreabrí mis labios y cerré los ojos esperando el contacto con la morena, pero sin embargo solo noté su respiración chocar contra mi piel.

-Espero verte. -Dijo ella. 

-Cla-Claro... -Contesté.

Ella se puso su camiseta y salió del baño dejándome a mí allí, agradecí que me dejara sola. Me vestí y después salí a mojarme la cara, me peiné un poco con la mano. Suspiré profundamente mientras me apoyaba en el lavabo, ¿Qué coño estaba pasando? Yo no era de esas que se iban a carreras de motos a las dos de la mañana, de las que se liaban en los baños, no era así. Nunca pasaba nada espectacular en mi vida, lo más interesante que me había pasado este año había sido el cambio de instituto.

Pero allí estaba yo, tirándome a la novia de uno de los más problemáticos del insti. Pensé que igual sería mejor hablar esto con Natalia, saber qué estaba pasando. Así que esta noche en la fiesta hablaría con ella. El resto de clases pasaron lentas, aburridas, quería que llegara ya la noche para salir.

Cuando llegué a casa mi padre no estaba, supuse que estaría en el bar pero no le di mucha importancia. Después de comer me dediqué a arreglar el disfraz que iba a llevar esta noche.

El disfraz consistía en un vestido blanco corto de mangas abombadas, unas medias negras de rejilla alta y mis botas militares. Acompañado de un corset de terciopelo rojo que se ceñía perfectamente a mis curvas, también compré un gorro de pirata negro y una espada de plástico.

Sobre las diez menos cuarto comencé a prepararme para la fiesta. Mi maquillaje solo consistía en el eyeliner de siempre, rímel y un pintalabios rojo. Salí de casa con tiempo y nos encontramos todos en el punto acordado.

-Joder Reche, que guapa vas. -Me dijo Marta.

-Tú no te quedas atrás eh, maja. -Reí.

-Espera a qué te vea el Luis, que lo tienes loquito, me parece.

-Anda no digas tonterías.

Cuando llegaron los demás tomamos un metro hasta el local donde sería la fiesta. Después de esperar en la cola de la discoteca por más de quince minutos nos dejaron entrar.

La discoteca era bastante grande, alrededor de la pista de baile se encontraban varias mesas y sillones. Había una segunda planta con cachimbas y sillones, después tenías la terraza que era una zona más tranquila. Nos sentamos en unos sofás que juntos formaban un círculo y así podíamos vernos todos a todos.

No había bebido nada en toda la noche, no me apetecía. Por alguna razón estaba esperando a que Natalia apareciera y hablar con ella, y esto quería hacerlos sobria.

Pasadas las tres de la noche la vi en la discoteca, la vi a lo lejos. Me excusé de mis amigos diciendo que iba al baño y caminé entre la multitud de adolescentes bailando hasta llegar a la terraza, dónde había visto a la morena.

Allí estaba, con su mono rojo y una camiseta ajustada de tirantes. Entre sus dedos sostenía delicadamente un cigarrillo. El humo de este bailaba con el viento mientras desaparecía en la oscura noche.

Me acerqué decidida, con las ideas claras pero por cada paso que daba una inquietud y timidez crecía en mí. Natalia me vio llegar de reojo y arrojó el cigarrillo al suelo para después apagarlo pisándolo.

-¿Rubia? -Me preguntó con una sonrisa segura dibujada en sus labios.

-Hola Natalia. -Dije seca.

-¿Pasa algo? -Me preguntó.

-No, no. -Suspiré subiendo la mirada a su rostro.- ¿Estás borracha?

-Joder, qué pregunta... -Rodó los ojos.- No, no he bebido... Aún.

-Vale, vale, es que quería hablar contigo sobre...

-Lo sé. -Me tomó la mano.- Pero aquí no.

Dijo y comenzó a caminar rápido. Salimos de la discoteca pasando fugazmente por el interior de esta, evitando ser vista por cualquiera de nuestros amigos. No opuse resistencia, quería, necesitaba hablar con ella, me daba igual dónde.

En cuanto salimos Natalia miró alrededor y me sonrió pícara. Yo desconcertada fruncí el ceño.

-Te voy a enseñar algo. -Me dijo y sin soltar mi mano, comenzó a caminar calle arriba

No dije nada.

Caminábamos las dos por las silenciosas calles de una Madrid encantada.

Ganas de ti // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora