XIX

2.1K 91 6
                                    


POV Natalia

"Run Run" de Alice Wonder sonaba a todo volumen en mi habitación. Cantaba la canción enfrente del espejo, pretendiendo que me encontraba delante de un inmenso público que vitoreaba mi nombre con emoción. Cuando la canción acabó miré la hora dándome cuenta de que ya llegaba diez minutos tarde.

Salí corriendo de mi habitación, agarré mi bomber negra antes de salir por la puerta y cerrarla de un portazo. Bajé las escaleras lo más rápido que pude mientras me ponía el casco de la moto. Subí al vehículo que estaba estacionado cerca del edificio y me dirigí hacia el instituto, rápido pero siendo siempre cautelosa, pues no quería tener ningún accidente.

Cuando llegué a clase ya había pasado más de media hora de clase y era evidente que el profesor no me iba a dejar entrar a clase, así que opté por quedarme sentada en uno de los poyos de piedra del patio. Me puse los auriculares y me tiré un poco hacia atrás apoyándome en la palma de mis manos, estirando la espalda. Los rayos de luz golpeaban la piel de mi cara tímidamente, ocultándose entre las grandes nubes.

Me sumergí en mis pensamientos, la música me ayudaba aún más a ahogarme en estos, alejarme de la realidad. No fue hasta que alguien me tocó el hombro que no salí de mis pensamientos, se trataba de Mikel. Me saqué los auriculares y él se acercó para dejar un casto beso en mis labios, no tardé en corresponder.

-¿Qué, te has dormido nena? -Me preguntó.

-¿Qué coño te has hecho en el pelo Mikel? -Le pregunté.

-A mí no me hablas así para empezar. -Me agarró con fuerza de la muñeca, me soltó inmediatamente sonriendo.- Me he teñido.

-Ya veo, ya...

-¿Te gusta?

-Sí.

No.

¿Cómo coño me iba a gustar eso? Un amarillo, que más que natural parecía amarillo nuclear. He de admitir que al menos el tener el pelo rapado al dos me seguía gustando. Poco después llegaron el resto de nuestros amigos, charlamos un poco antes de entrar a la siguiente clase. No habían muchas novedades, África nos había dicho que había empezado a ver a un tío pero se negó rotundamente a desvelar el nombre de su "ligue".

Subí a clase y me senté a última fila, como de costumbre. Fui de las primeras en llegar, saqué mis cosas y esperé que la gente llegase para poder sacar el móvil y jugar a algún juego con este sin que la profesora se de cuenta.

Entonces la ví, Alba. Llevaba unos vaqueros campana, un top negro ajustado que conjuntaba con las botas militar que vestía. En sus brazos llevaba un par de libros que le pesaban bastante debido a la cara de esfuerzo que ponía. Alzó la vista tímidamente del suelo para divisar el aula, supuse que ver donde se podía sentar. Sus grandes orbes recorrieron el aula con inquietud. Alba caminó hacia mi dirección.

-¿Está ocupado? -Me preguntó.

-No, pero no te vas a sentar aquí. -Respondí mirando al frente.

-Está bien. -Dijo y se fue.

Para su suerte una de nuestras compañeras se había cambiado de lugar, así que se sentó ahí. La miré de reojo mientras se acomodaba en el sitio, después cerré los ojos para volver la vista al frente.

Apreté mi mandíbula y cerré mi mano apretándola en un puño. Suspiré, no soportaba ver a la rubia, no desde la discusión del otro día. ¿Quién se creía que era para hablarme así? Y después pretendía sentarse a su lado, ¿cómo si nada hubiese pasado? La pequeña lo tenía difícil conmigo ahora, no la quería ver ni en pintura... Pero aún que no la quisiera ver me costaba apartar la vista de ella a veces.

Durante la clase cruzamos un par de miradas, cortas pero intensas, así que decidí ignorarlas. Miraba a Alba de reojo, sacaba un poco la lengua mientras tomaba los apuntes, me pareció gracioso y tierno.

Joder Natalia. ¿Qué coño te está pasando? Sin quererlo siempre terminaba desviando mi mirada a la rubia, así que cuando sonó el timbre que indicaba la finalización de las clases salí del aula lo más rápido que pude.

...

Encendí el mechero y lo acerqué a la punta del cigarrillo que me acababa de liar, el papel se quemó al instante permitiéndome dar una profunda calada. Retuve el humo dentro durante unos segundos y después lo solté muy despacio.

Mi padre y mi madrastra se habían ido a una cena así que no volverían hasta pasadas las cuatro. Podría haber invitado a un par de amigas a tomar unas cervezas y ver alguna película, pero preferí tomarme una noche de relax, aclararme.

Miré al cielo y me frustró no poder ver casi estrellas por la contaminación lumínica de la capital. Desde pequeña me habían encantado las estrellas, siempre que íbamos al monte podía pasar horas tumbada en una hamaca mientras observaba el cielo.

Decidí que en un futuro, a ser posible no muy lejano, alquilaría una van y me iría a los pirineos franceses. Terminé el cigarrillo y lo apagué contra la mesa que había en la terraza, acto seguido lo tiré en una papelera. Una calma profunda se apoderó de mi cuerpo, de pies a cabeza. Cerré los ojos relajándome pero toda mi paz se vió interrumpida por varias voces, conocidas, que entraban al apartamento.

Me levanté hecha una furia preparada para gritarle al estúpido de mi hermanastro que se largase ahora mismo. Para mi sorpresa, no era él el único que se encontraba ahí. Sino que estaban todos mis amigos y... ¿Alba? Sí, efectivamente, Alba, pues su grupete de amigos también se encontraba allí.

-¿Pasa algo Natalia? -Me dijo la Mari.

-Nada tía. -Dije dándole dos besos y un largo abrazo después.

-¿Vamos a ponernos pedo? -Me preguntó mientras me entregaba una cerveza.

-No veo porqué no. -Abrí la cerveza y me la llevé a los labios dando dos largos tragos de esta.

-Hola hermanita. -Me dijo Hugo.- Madre, qué buena estás con ese top.

-Que se te cae la baba gilipollas. -Le dijo María que lo miró asqueada.

-No tengas celos rubita, hay suficiente Hugo para todas.

-Ya quisieras. -Dijo ella que le sacó el dedo corazón mostrándose indiferente.

-Uff, esta hace mucho que no folla. ¿Eh?

-Anda, calla. -Dijo ella y él rodó los ojos antes de marchar.

-Eh, Mari. -La llamé.

-¿Uhm?

-¿Qué hace esta aquí? -Señalé a Alba que hablaba con Marilia mostrándose un poco nerviosa por su lenguaje corporal.

-Ah... La Reche ha venido con Marilia y estos. -Se encogió de hombros indiferente.- ¿Pasa algo con ella?

-¿Ella y yo? -Negué.- ¿Qué? Nada, nada. -Dije poniéndome nerviosa

-¿Natalia?

-No me cae bien. -Dije.

-¿Pero qué dices? Si es un amor... Aparte, ¿no estábais haciendo el trabajo de fundamentos juntas?

-Ya hemos acabado el trabajo, no la quiero ni ver.

-Pues es muy maja, es timidilla eso sí.

-Ya, sí que es tímida, sí.

-¿Está con el Luis ese?

-No me importe con quién esté María. -Rodé los ojos.- Me da igual ella, me da igual su vida.

Antes de que María pudiese reprocharme nada, Mikel habló.

-¿Qué, jugamos a algo?

La gente exclamó qué sí así que Mikel sonrió de lado pidiendo que todos nos sentáramos en un círculo.

"Me da igual ella, me da igual su vida."

Mentí

****************************

❤❤❤

Ganas de ti // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora