XXII

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POV Natalia

-¡Va cabrona, ven! -Me gritó María desde el salón.

-Ya te he dicho que no me apetece nada. -Respondí desde la cocina.

-Pero si ya se han acabado las clases. Va tía. 

-Qué no. -Alcé la voz un poco y después caminé hasta el salón para sentarme en uno de los sofás.

-¿Y por qué no vienes, eh? -Resopló María.- Nos vamos a una discoteca to flama y después nos quedamos todos a dormir en casa de Carlitos. -Sonrió ampliamente.- Es que es el plan perfecto tía, aparte sus padres no están, seguro que te dejan folletear con Mikel en una de sus habitaciones de invitados.

-Por dios Mari, no digas tonterías, hazme el favor. -Rodé los ojos.

-Ven, va, va, va. -Me puso un puchero.

-Bueno, vale, voy. -Resoplé.- Pero nada de peleas en el club, que la última vez te terminaste pegando con los fachitas de la zona V.I.P. 

-¿Me vas a decir que no se lo merecían? -Preguntó indignada.

-Mujer, pues claro que se lo merecían. -Dije obvia.- ¿Pero era necesario que acabara yo metida en el medio de todo y con un moratón en la mejilla de un tamaño descomunal?

-Joder, perdón. -Sonrió de lado.

Pasamos el resto de la mañana jugando a la play hasta que se hizo la hora de comer y nos acercamos hasta un bar cercano a tomar unas tapas. Más entrada la tarde María se fue a su casa a prepararse para esta noche. Yo me metí a la ducha y después prepararía una mochila con mi pijama y un neceser para pasar la noche.

Cuando salí del baño, envuelta con mi toalla, di un salto en el sitio del susto. Mikel y Hugo estaban apoyados, cada uno a un lado de la pared, mientras me miraban como si hubieran visto un fantasma.

-¿Qué? -Pregunté molesta.

-Nada cariño.

-Pues a tu amigo se le cae la baba. -Dije antes de entrar a mi habitación y cerrar la puerta.

Me puse un tanga y una camiseta oversized para estar cómoda mientras me organizaba. Lo primero que preparé fue la mochila, en la cual puse mi pijama, ropa de recambio, cepillo de dientes, peine y desodorante. Al acabar la mochila, abrí mi armario y me senté enfrente de este. Miré mi ropa con detenimiento, creando posibles conjuntos en mi cabeza, que podía quedar mejor. 

Al final opté por un pantalón ajustado negro, del mismo color que mis botas y un top de encaje del mismo color. Sobre las ocho comencé a vestirme y maquillarme para estar lista antes de las nueve que era la hora que debíamos salir hacia allá. No me maquillé nada fuera de lo común, base, un colorete no muy cantoso, mi perfecto eyeliner y un pintalabios mate color cereza oscuro.

A la nueve exactas estaba saliendo del apartamento de mi padre junto a Mikel y Hugo. Hugo nos llevaba en su coche hasta la casa de Carlos para dejar las cosas allí. Una vez nos reuniésemos todos en casa del chico, iríamos todos juntos en metro hasta la discoteca, así podíamos beber sin preocuparnos por quién iba a conducir más tarde.

Llegamos los últimos a su casa y toda la culpa la tenía Hugo, que conducía más lento que mi abuelo. Dejamos las cosas dentro de la casa y después tomamos el tren hacia la zona donde se encontraba la discoteca, íbamos a cenar algo antes de salir. No había terminado de saludar a todos los presentes, así que no fue hasta que estábamos en el metro que la vi, a Alba.

Joder, jo-der. 

La pequeña en estatura vestía un pantalón negro campana, unas zapatillas con plataforma y un top ajustado blanco. Claramente la rubia no llevaba sujetador, pues aunque no quisiese mirar, se le marcaban los pezones. Llevaba un maquillaje simple, base, rímel, eyeliner y gloss, cómo le brillaban los labios. 

Evité cruzar miradas con ella en todo el viaje, ni le había hablado, ni pensaba hacerlo. Salmos del metro y callejeamos un poco hasta encontrar un bar que estuviera decente para tomar algo. Encontramos un local a pocos minutos de la discoteca así que decidimos comer allí. Charlamos y bebimos hasta que dieron las doce y media que decidimos ir haciendo camino hasta el club.

La cola era larga, pero no nos importó esperar, pues la música buena no empezaba hasta las dos y apenas eran la una de la madrugada. Sobre la una y media nos dejaron entrar al local. La música se fue escuchando más alto a medida que nos adentramos en el antro.

Bailamos toda la noche, me lo estaba pasando genial. Como era de esperar más de una vez me habían tocado el culo, me daba tanta rabia cuando eso pasaba. ¿A santo de qué? Estar bailando con tus amigas y que de repente venga un heterotroglodita  y te meta mano. Y claro, cada vez que te girabas para ver quién había sido no encontrabas a nadie.

-Me estoy meando. -Anuncié.

-¿Te acompaño? -Se ofreció María.- Afri está muy ocupada perreándole a Damion.

-Que va tía, no te preocupes. -Dije.- Si en cuarenta minutos no he vuelto, búscame.

-Vale tía. 

Caminé como pude entre la multitud hasta llegar a la zona de los aseos. Para ser las cuatro de la mañana aún no estaban hechos un asco 100%. Me abrí paso entre las chicas que se estaban retocando el maquillaje y cuando fui a abrir una de las puertas de los aseos disponibles, una chica que venía aguantándose el vómito me empujó haciendo que cayera contra la puerta del aseo que tenía a mi espalda.

Para mi mala suerte las puertas y el pestillo de estas no eran irresistibles así que caí al interior del cubículo, menos mal que conseguí mantenerme en pie y no caí al suelo. La amiga de la chica me miró soberbia frunciendo el ceño y me cerró la puerta en mis narices, acto seguido escuché como cerraba la puerta del otro aseo. Me giré para ver con qué chica me había cruzado y cuando vi que la chica era Alba me quedé de piedra. 

El lugar aquel debía medir menos de dos metros cuadrados, bajé la mirada fugazmente a las manos de Alba que se estaba ajustando el cinturón negro ancho. Creo que ella no se había dado ni cuenta de lo que había pasado, ni de con quién se encontraba en el baño pues iba muy borracha.

-¿Luis cariño otro en el baño? 

Me dijo aún con la mirada puesta en el suelo. Sin levantar la vista dió un paso hacia adelante y me agarró de la nuca atrayéndome a sus labios. Nuestros labios apenas se rozaron, pero me aparté, tarde, pero me aparté.

-No eres Luis. -Me dijo mirándome con el ceño fruncido.- ¿Na-Natalia? -Abrió la boca incrédula y se llevó una mano a la frente mientras negaba.

No dije nada y salí de ahí. Coño con la Alba borracha, no dejaba de sorprenderme. La primera vez, en su casa, un par de chupitos con limón y sal y terminamos follando en su habitación. Cosa que sobrias no pudimos hacer, ¿o sí? Alba, la misma Alba hetera, aplicadita, tímida, esa Alba con unos cubatas desaparecía, se convertía en la Alba despreocupada y temeraria, que le daba lo mismo tirarse a una tía como follarse a su novio en los baños de una discoteca.

...

-¿Qué hora es tía? -Le pregunté a Afri.- Las cinco casi, a las seis cogemos el primer metro.

-Vale tía.

Me giré para dejar mi cubata en una mesa cuando vi a Alba, entre una pequeña multitud que bailaba en círculo, ella me miraba curiosa. Rodé los ojos y agarré a Mikel del antebrazo para atraerlo a mí y comenzar un fogoso beso que no tardó en corresponder. 

Cuando abrí los ojos de nuevo Alba se mordía el labio. Ella tomó a Luis de la nuca y lo atrajo a ella para comenzar un beso. Esta vez no cerré los ojos porque ella no los cerraba tampoco. Nos miramos, casi podía sentir como si fuera ella la que me estaba besando, por un momento lo creí, lo quise creer. Pero cuando Mikel tomó mi mano para dejarla sobre su paquete marcado, volví a la realidad.

Me separé del beso lentamente, no dejé de hacer contacto visual con la rubia en ningún momento, cerré los ojos lentamente cuando ella lo hizo y aterricé ahora de verdad. Y después de soñar con los carnosos labios de la rubia me encontré allí, con mi mano haciendo una presión leve en la polla de mi novio.

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Ganas de ti // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora