XXIX

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POV Natalia

Dejé el total de tres botellas arriba de la mesa del pequeño salón y sonreí satisfecha al comprobar que ninguna de las botellas se había roto. María se estaba secando el pelo en el cuarto de baño y Alba estaba en la habitación. 

De repente alguien llamó a la puerta, lo primero que se me cruzó por la cabeza es que era Marilia, pero descarté esa idea enseguida al recordar que la castaña tenía las llaves de la habitación. Alba se asomó por el marco de la puerta curiosa y fruncí el ceño.

-¿Quién es? -Preguntó.

-Pues ni idea, no veo através de las paredes. -Espeté tajante.- Ayúdame a guardar esto va, no te quedes ahí mirando.

Señalé las botellas de cristal con la cabeza y Alba asintió, a paso ligero se acercó a mí y sin mirarme siquiera comenzó a guardar las botellas en una maleta con el fin de esconderlas. Mientras yo me acerqué a la puerta para abrir esta, en mi mente rezaba para que no se tratara de ningún profesor.

Abrí la puerta y la persona a la cual aún no había reconocido se abalanzó sobre mis labios para besarlos. Abrí mis ojos como platos continuando el beso, supe que era Mikel y cerré estos. Se separó de mí poco después, pensé que había dado por acabado el beso, pero no fue así. Tomó aire para poder volver a besarme, en cuanto sus labios chocaron con los míos noté como su mano se deslizaba por mi espalda hasta llegar a agarrar mi glúteo con fuerza. 

Fruncí el ceño, me encontraba incómoda. Me estaba besando de una manera desesperada, no me estaba gustando para nada. Abrí un poco mis ojos para mirar de reojo, Alba. Con la nariz arrugada y la mirada gacha se rascaba la nuca, supuse que también se había incomodado.

-¡Pero bueno! -Gritó María.- Ahora se me han quitado las ganas de bajar a cenar y todo. -Hizo una mueca de asco y reí nasalmente.

-Hola María. -Dijo Mikel con poca gana.- Son nueve y cuarto ya, venía a avisaros de que hay que ir bajando.

-¿Y Marilia? -Preguntó Alba mientras se ataba los cordones de las zapatillas.

-¡Ostias! Está ya abajo. -Exclamó Mikel y después comenzó a reír bajo.- No te había ni visto enana.

Ella rodó los ojos ignorando al pelinegro, yo lo miré de reojo y le di un codazo en el brazo para que cesara la risa. Mikel frunció el ceño y salió de la habitación enfadado. De verdad que yo a veces no me lograba entender cómo era él, a veces en calma y otras veces tan irascible. 

María, ignorando la situación que acababa de presenciar, se colocó su bomber morada y salió de la habitación sin decir nada. Tensé mi mandíbula ante la reacción que Alba pudiera tener, si iba a hablar o si simplemente se iba a quedar callada. 

Me miró de arriba abajo, fugazmente, como si el hecho de mirarme quemara sus orbes. Mordió suavemente su labio inferior, ahorrándose lo que quería decirme. Sin poder evitarlo posé mi mirada en la boca de la rubia, inmediatamente la aparté. Negué con la cabeza, me di media vuelta y salí por la puerta de la habitación dejando a Alba sola.

No sé por qué lo hice, simplemente, necesitaba desaparecer.

La hora de cenar se pasó rápida. La comida no era una basura sorprendentemente, sobre las diez y cuarto ya habíamos acabado. Los de bachiller ya sabían que esta noche, después del toque de queda había "fiesta" en nuestra habitación. Obviamente no podíamos poner música muy alta, pero sí podríamos poner algo de música pues nuestra habitación era de las más alejada a las habitaciones de los profesores. 

En cuanto subimos a la habitación preparamos todo, distribuimos cojines por el suelo en una especie de círculo para que nos pudiéramos sentar todos. Esperamos pacientemente a que vinieran a comprobar que estuviéramos todas en la habitación y cuando terminaron la ronda avisamos por WhatsApp que ya podían subir.

Ganas de ti // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora