XXXI

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POV Alba

Cerré los ojos con fuerza cuando un rayo de sol impactó contra mis párpados. Hace poco que me había despertado, pero no quise moverme, pues la alarma aún no había sonado. Aparte, Natalia pasaba uno de sus brazos por mi cintura abrazándome, mientras, yo enlazaba mis piernas con las suyas. 

Abrí los ojos un poco para ver si la morena se había despertado ya, pero no era el caso. Miré su perfil con detalle, un perfil esculpido por los dioses... Joder, es que era guapísima. Apretó los ojos con fuerza entonces yo cerré los míos por si se despertaba.

Así fue, noté su cuerpo tensarse, se estaba estirando, pero lo había hecho estirando solo un brazo, pues el otro seguía apoyado en mi cintura. Aún con los ojos cerrados pude notar como su mirada se clavaba en mí. Movió su pulgar acariciando mi cintura y dejó un casto beso en mi frente antes de levantarse.

Se me derritió el alma. ¿Por qué esa chica siempre conseguía despertar algo en mí?

El resto del día pasó rápido, en las pistas me lo pasé genial con mi grupo de amigos. Comimos todos juntos también y por la tarde decidimos volver no muy tarde para recorrer un poco el pueblo en el que nos estábamos quedando. El pueblo no tenía mucho, pero era todo muy pintoresco. 

Todo transcurrió con normalidad, terminamos tomando algo en un bar para pasar el resto de la tarde hasta la hora de cenar.

No le había dado mucha vuelta al tema de Natalia, no me quería comer la cabeza pensando en ella, que no debía ni tomarse dos minutos de su día para pensar en mí. Sí, lo de anoche fue extraño, yo no llegué a ver nada, solo escuché a Natalia quejándose y poco después a Mikel salir del lugar. Así que até hilos, y por más que la morena no fuera demasiado de mi agrado, necesitaba alguien que estuviera con ella. 

La del septum no me había hablado del tema y supuse que tampoco pretendía hacerlo y a decir verdad, a mí tampoco me hacía especial ilusión. Así que decidí olvidar lo que pasó aquella noche, mantener la relación de distancia que había mantenido con la chica.

***

Estábamos a viernes 7, los días habían pasado volando y ojalá quedarnos aquí más tiempo. Había una tormenta de nieve así que lo más seguro es que mañana no fuéramos a las pistas y nos quedemos en el hotel intentando no morir de frío. Ahora mismo estaba en la habitación, en ella solo estaba Marilia conmigo, Natalia y María habían ido a la habitación de Mikel.

Ya habíamos cenado y el toque de queda hace poco que había pasado así que ya nos podíamos mover con libertad. Estaba leyendo un libro tumbada en el sofá, estaba cansada y no me apetecía salir, así que repasaba unas cosas. 

-¿Vas a ir? -Me preguntó Marilia.

-¿Dónde? -Fruncí el ceño.

-Te estaba diciendo que si venías a dormir a la habitación de Sabela y Marta.

-Ah... -No la había escuchado.- Que va, me encuentro un poco mal. -Sonreí levemente.

-Bueno... -Me sonrió risueña.- No te creo, sé que te da palo y prefieres estudiar o leerte el libro ese de lectura de castellano... ¿Cómo se llamaba?

-Entre visillos. -Dije.

-Sí, sí, eso. -Abrió la puerta y desde allí habló de nuevo.- Cuídate Albita, hasta mañana. 

-¡Adiós cariño! -Reí bajo y después salió.

No sabía que era de la vida de María y Natalia, si venían a dormir o no, tampoco me preocupaba pues llevaban las llaves. Me sumergí en la lectura del libro, que aunque al principio se me hacía pesado, terminaba enganchando.

Ganas de ti // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora