POV Alba
Luego de deshacer las maletas y organizar toda la ropa en los armarios bajamos al comedor dónde nos habían reunido los profesores. El comedor era sin duda la zona más amplia del hotel junto a la sala común.
Los de bachiller nos sentamos en una mesa larga, los de tercero y cuarto en otra y los de primero y segundo de la E.S.O. en otra, de esta manera era más fácil mantener el orden entre los niños. El problema no lo tenían con los alumnos de bachiller, pues éramos la mayoría suficientemente maduros como para saber comportarnos durante el viaje.
Por otro lado los niños de segundo y tercero de la E.S.O. eran los peores, unos críos escandalosos en plena pubertad. Lo más divertido de estos viajes era ver a esos renacuajos intentando ligar con las chicas de cursos más altos, cuarto y bachilleres, como era de esperar, nunca conseguían nada.
Nos habían reunido para explicarnos las reglas del viaje, algunas eran: toque de queda, a las doce todo el mundo en sus respectivas habitaciones, no se podía dormir en una habitación que no fuera la tuya, nada de alcohol o drogas...
A las siete de la mañana debíamos estar desayunando, a las siete y media ya cambiados para salir a las ocho menos cuarto. Afortunadamente estábamos cerca de las pistas, quince minutos en autobús. A las cinco y media de la tarde nos debíamos reunir todos en la parada del bus.
Los alumnos de bachillerato teníamos más libertad, pues podíamos salir por el pueblo por la tarde, cosa que los niños de la E.S.O. no podían, debían estar en el hotel antes de la hora de cenar y después de esta no podían salir. En el pueblo ese no había nada, un par de tiendas se souvenirs, otro hotel más, un par de bares y dos supermercados.
Al ser el primer día no pudimos esquiar, pues teníamos que ir al local donde alquilaban los esquís y las tablas de snowboard. Yo había decidido hacer esquí con Marilia y la mayoría de mi grupo de amigos, mientras Natalia y María habían escogido snowboard. Mejor, así no las tenía en mis clases.
La jornada constaba de dos partes, por la mañana tendríamos una clase, de ocho cuarenta a doce. A la hora y media nos daban un descanso de veinte minutos y después continuábamos otra hora y media. La comida la tomábamos allí, a la una se abría la cafetería y a las tres cerraba. Por la tarde, hasta la hora que debíamos tomar el bus, teníamos libre para ir por las pistas que quisiéramos.
Ya nos habían avisado de todos los peligros que tenía la montaña y lo cuidadosos que debíamos ser. Las pistas cerraban a las seis y media, a esa hora las cabinas, cintas y telesillas no funcionarían más. En caso de tener algún problema, que alguien se rompiera algo, y por eso no poder regresar a tiempo, había un refugio de montaña en el valle para estos casos. En este refugio encontraríamos material necesario para pasar la noche y curar heridas si es el caso. Nos advirtieron que el uso de esta cabaña era en exclusiva para estos casos, no era un tema que debía tomarse a la ligera.
Acabamos de alquilar los materiales y en el mismo hotel se nos asignaron unas taquillas en la planta baja de este para poder guardar el equipo. Sobre las siete y media estábamos de vuelta, a las nueve abrían la cafetería y debíamos estar todos presentes antes de las nueve y media que pasaban la lista de asistencia.
María se había metido a dar una ducha, Natalia estaba fumándose un piti en la terraza y Marilia se había ido a hablar con su hermano porque tenía algunas cosas suyas. Yo decidí que era buen momento para enviarle un mensaje a mi padre diciéndole que todo estaba en orden y de paso llamar a mi tía.
Así hice, después de enviarle el mensaje a mi padre llamé a mi tía que no tardó mucho en contestar. Hablamos por menos de quince minutos porque debía volver al trabajo, pero me dio el tiempo suficiente como para explicarle las cosas y agradecerle por todo. Mi tía, un ángel.
Salí a la terraza a fumarme un cigarrillo y me choqué con la alta figura de alguien, en el choque se me cayó el mechero, me asomé a ver si lo encontraba pero se había hundido entre la pálida nieve.
-Mierda. -Maldije por lo bajini y alcé la cabeza para ver con quién había chocado encontrándome de frente con la morena de los tatuajes que traía en su rostro una sonrisa chulesca dibujada.
-¿Qué era? -Preguntó con chulería.
-Mi mechero. -Suspiré y la escuché reír nasalmente, rodé los ojos. ¿Podía ser más infantil?
-¿Tienes otro?
-No, es el único que he traído. -Contesté.
-Trae que te lo enciendo... -Dijo sacando su mechero.
Asentí enseguida y coloqué el cigarrillo entre mis labios, alcé mi mandíbula para facilitarle el trabajo a la morena. Los dos primeros intentos de encender el piti se vieron fallidos debido a la gélida brisa que soplaba sin mucha fuerza. Frunció el ceño y dio un paso hacia delante acercándose más a mí. Con una mano intentaba que el mechero recibiera cuanto menos aire posible mientras que la otra la había apoyado inconscientemente en mi mejilla. Cuando por fin consiguió encenderlo se dio cuenta de la poca distancia que nos separaba y dio un paso hacia atrás inmediatamente.
-Gracias. -Dije soltando el humo que había inspirado previamente.
-Nada.
Me dirigió una mirada inexpresiva y entró de nuevo al minúsculo apartamento. Le di una larga calada al cigarrillo y miré al frente. Las diferentes montañas nevadas, los bosques, el cielo, las nubes... Todo era tan simple y tan bonito, por un momento me olvidé de todo, me perdí en el paisaje. Miles de historias fantásticas se proyectaban en mi cabeza, las imaginaba. Todo me pareció fácil, simple, el paisaje era precioso. Acabé el cigarrillo y lo apagué contra la fría barandilla de metal que había, volví a la realidad.
Giré sobre mi misma para encontrarme de frente otra imagen digna de apreciar, Natalia buscaba algo en los armarios del salón, estaba un poco agachada y podían apreciarse bien... Bueno, que yo soy hetero, no sé ni porqué me fijo en nada. Negué con la cabeza ahuyentando estos pensamientos y entré dentro para tirar la colilla previamente apagada en la papelera.
-¿Fiesta esta noche, no? -Dijo María que salía en bata del baño.
-Joder, que susto. -Espeté llevándome la mano al pecho.
-Perdón Albita.
-Sí, sí. -Dijo Natalia.- Estaba buscando las botellas ahora. -Rió.
Caminé hasta mi habitación para poner a cargar el móvil. Dejé el teléfono ahí y me apoyé en el marco de la puerta observando a la morena que sacaba dos botellas de larios rosa y una de vodka.
-Joder, te lo has currado, eh. -Dijo María.
-¿Con ganas rubia? -Me dijo Natalia que me miraba sonriendo de lado.
Ganas de tantas cosas...
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Eyy... Bueno no voy a entrar en detalles de lo sucedido este finde 💔💔. No me he visto yo muy preparada emocionalmente para subir capítulo durante el finde, disculpas.
Ahora solo nos quedan los fics y quiero continuar y terminar el mío. Y de verdad quiero que conozcáis a los personajes, desarrollar esta historia, darle buen drama y que disfrutéis. Decir que yo escribo desde el respeto, yo escribo porque me gusta y me gusta compartirlo con vosotras.
Voy a continuar con el fic porque a mí del barco Albalia no me bajan, yo sigo aquí y no me voy. Decir también que yo, obviamente, las shippeo como pareja, pero también como la bonita amistad que tenían y que espero que sigan teniendo.
Así que dicho esto, nos vemos el viernes y agárrense que ahora sí se vienen curvas... Y sé que estamos todas tristecitas así que besitos en la nariz para todas y un abrazo.
pd: Os quiero mucho pesetas.
❤️❤️❤️
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Ganas de ti // Albalia
FanfictionAlba es una estudiante de segundo de bachillerato que por motivos del trabajo de su padre se muda a otro barrio y se ve obligada a cambiar de instituto. Brillante estudiante y con un prometedor futuro en el mundo del arte, se calla muchos problemas...