XXXIII

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POV Alba

Me separé lentamente de los labios de la morena y sin darme cuenta, una cristalina lágrima recorrió con rapidez mi mejilla. Natalia, que me miraba sorprendida, limpió la salada gotita con la manga de la camiseta y me abrazó acto seguido.

-No puedo odiarte, de verdad que no puedo. -Susurré contra su pecho.

-Yo tampoco te puedo odiar, Alba, lo sabes... -Murmuró y  besó mi cabeza.- ¿Vamos a dormir?

Asentí lentamente y las dos nos dirigimos a nuestro cuarto, cada una se acostó en su respectivo lado, todo esto en silencio. Una vez las dos acostadas Natalia apagó la luz.

Todo estaba en silencio, sólo se escuchaba el tímido viento que paseaba por las ramas de los árboles, entre las cortinas un apocado rayo de luz se colaba. En silencio, todo tranquilo, en mi cabeza, ruido. 

De nuevo, había vuelto a pasar. Joder. Natalia.

La morena me volvía loca y simplemente no quería aceptarlo, no porque no lo entendiese, sino porqué no quería aceptarlo, no quería cambiar. Estaba saliendo con Luis y la morena estaba en esa relación tóxica con el imbécil. Simplemente, no podía ser, no debía ser.

¿No?

Cerré los puños con fuerza de la impotencia, no tenía nada bajo control. No sabía que estaba pasando, pero no quise emparanoiarme sobre el tema, obsesionarme y al final pasarlo mal. Porque seguro que Natalia no perdía ni dos minutos de su tiempo en pensar en lo que sucedía entre nosotras, para ella todo esto debía ser un pasatiempos más. 

Y volvimos a lo de antes, no hablar del tema, no hablar de lo que había pasado, simplemente ignorar la situación hasta que se solucionase sola.

Cerré los ojos intentando conciliar el sueño. Poco después noté el cuerpo de la morena pegarse al mío pasando uno de sus brazos sobre mi cintura abrazándome. Mi corazón pasó de su ritmo habitual a uno mucho más veloz. Respiré hondo para calmarme un poco y decidí disfrutar de la inusual cariñosa compañía de Natalia.

Natalia, que parece ser una persona ávida, seca e incluso egoísta, en realidad es un terroncito de azúcar... Una pena que de normal conmigo no se suela comportar así, menos si está delante de sus amigos o su novio, ahí todo cambia.

Aunque mi amistad con la morena siempre fue un poco peculiar, pues simplemente comenzamos a hablar porque nos pusieron juntas en un trabajo de clase, si no, estoy segura que ella nunca se hubiera fijado en mí de ninguna forma.

Con su mano junto a la mía, nuestros dedos entrelazados. Poco a poco me fui quedando dormida, junto a ella.

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Abrí los ojos de golpe en cuanto escuché el fastidioso sonido del despertador de la morena. Resoplé y con desgana me incorporé para estirar mi brazo hasta alcanzar el móvil de Natalia. Apagué la alarma y volví a acostarme a su lado, en poco tiempo debíamos bajar a desayunar para después preparar las cosas e irnos a las pistas.

-Natalia... -Murmuré.

-Cinco minutos más... -Me pidió.

-Va vaga, que no vamos a llegar nunca si no. 

Perezosamente la del séptum, después de varias protestas por su parte, se levantó para cambiarse. Me di la vuelta para quitarme la camiseta del pijama así poder ponerme el sujetador y una camiseta térmica. Entonces escuché una risa nasal de Natalia.

-¿De qué te ríes? -Pregunté mientras intentaba abrocharme el sujetador.- Es que estoy muy cansada, no encuentro las ranuritas estas...

-No era por eso. -Dijo.- Pero si quieres te ayudo. -Propuso con chulería.

-¿Y entonces por qué?

-Me hace gracia que te des la vuelta para cambiarte... Osea, no es nada que no haya visto antes...

-Ja, ja... -Reí sin gracia.- Ay, mierda... -Espeté.- Me he pillado el dedito. -Comenté.

-Eres super torpe, anda ven que te ayudo.

Natalia caminó hasta donde yo estaba y pasó sus largos dedos sobre mi espalda acariciándola hasta llegar al enganche, el cual consiguió poner sin ninguna dificultad. Bajó sus manos hasta mi cintura y ejerciendo un poco de fuerza me hizo girar sobre mi misma hasta quedar enfrente suya.

Me miró con detenimiento, se detuvo en mis labios y sin previo aviso los besó. Pasé una de mis manos por su mejilla apegándola más a mí, antes de separarnos ella mordió mi labio son poca fuerza.

De repente llamaron a la puerta con varios golpes, por la frecuencia de estos se debía tratar de más de una persona. Natalia se terminó de poner su polar negro y salió de nuestro cuarto para ir a ver quien era. No me sorprendí cuando escuché la característica voz de María quejándose.

-¡Es que me parece de muy mal gusto que nos hagan levantarnos tan pronto! -Dijo.

-María, ¿Si no te levantas a esta hora cuándo pretendes ir a las pistas? -Preguntó Marilia.- A las once y media de la mañana, así perdemos mucho tiempo.

-Bueno, joder... -Se volvió a quejar.- Que se lleven a los mocosos esos de primero y los de segundo y que nos dejen ir a los demás a una hora razonable... Que somos ya mayorcitos, sabemos coger el autobús hasta las pistas, osea, tráfico no hay.

-María, deja de quejarte por todo anda y vístete que no vamos a llegar a tiempo para el desayuno.

-Vale mamá.

Nos terminamos de cambiar y bajamos a tiempo para desayunar. Natalia y María se sentaron con su grupo mientras que Marilia y yo nos sentamos con el nuestro. Estábamos enfrente los unos de los otros.

Durante el tiempo del desayuno notaba la mirada de Natalia sobre mí. Cruzamos más de una mirada, no duraban más de dos segundos, como mucho a cinco. Ella me miraba curiosa, como si lo que estuviera haciendo fuera ajeno a ella. 

Mikel pareció notar el comportamiento inusual de su novia y le pegó un leve codazo para llamar su atención, se pusieron a hablar, casi que parecía una discusión. Acto seguido, Mikel se abalanzó sobre los labios de Natalia y ella continuó el beso con una incomodidad obvia.

Asqueada se me quitó el hambre así que después de acabar lo que estaba comiendo, subí a la habitación para cepillarme los dientes y arreglarme un poco antes de ir a por los esquís.

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Perdón por tardar, I try, pero se me hace imposible intentaré actualizar a lo largo de la semana de nuevo.

Espero que todo os vaya genial :)

Me he dado cuenta que aún queda mucha historia y mucho drama, así que no desesperarse que no os voy a abandonar.

Ganas de ti // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora