Destino de cristal [Sailor Moon] [SD3]

35 || Destinados

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FINAL
Capítulo 35: Destinados

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Cuando Lady Serenity nació, Serena pensó que era el comienzo de su final feliz. Luego de tantas batallas, tantas perdidas y enemigos...después de tantos logros y nuevos amigos, y de tantas veces de salvar la tierra, Serena comenzaría su familia junto a Darién y serían felices para siempre. Lamentablemente, no todo fue exactamente como ella pensó. Luego de Kousagi, Serenity noto como su hija comenzaba a cambiar y los años le enseñaron que si lo había hecho. Ese día fue la prueba. Con Nyx y Caos derrotados, y todos en el reino con sus ojos puestos en la pelirosa...Serena sabía que su hija había cambiado; se había vuelto quién Serena no pudo llegar a ser. Se había vuelto fuerte y decidida, aún cuando le quedaba un largo camino por recorrer.

Chibiusa sentía todas las miradas espectadoras sobre ella, aún cuando estaba de espalda a ellos. No podía creer que en sus manos, lo que había sido un pequeño cetro ahora era uno un poco más alto que ella. Una hermosa luna rosada adornaba arriba del mismo, mientras le seguía un delicado palo con joyas. Se sentía... realmente como la princesa. Finalmente levantó el cetro sobre su cabeza, señalando a toda la ciudad que llamaban Tokio de Cristal y cerró lo ojos al sentir aquella cálida sensación al pedir por la luna. Se sintió mágico, como algo que jamás había sentido antes. Aquel acto formó un polveado brillo rosado que cubrió la cuidad, y el castillo, arreglando todo lo que había sido dañado por Caos hace unas horas. Chibiusa podía sentir la magia recorrer desde la punta de sus dedos hasta su cetro, expandiéndose por el reino que algún día sería de ella.

La princesa abrió los ojos, y todo el momento mágico pareció desaparecer. Si, estaban todos allí...o mejor dicho, casi todos. La pelirosa miró alrededor, pudiendo admirar todo lo que acaba de arreglar pero su vista solo busco con desesperación a la guardiana que faltaba. Serenity ladeó la cabeza, yendo hasta su hija antes de abrazarla por los hombros.

— No...no pude.— susurro en un hilo de voz Chibiusa, mirando el cetro aún en sus manos. — ¿No lo logré?

— Debes confiar en ti un poco más. — susurro su madre, acariciando su cabello. — Vamos adentro...aún hay cosas que debes hacer.

Chibiusa observó a su madre. Claro de aún habían cosas que hacer, pero ¿cómo podía hacer más cuando no había logrado traer a Setsuna devuelta? La pelirosa, aún así, solo asintió antes de seguir a su madre adentro donde vio como su familia tomaba asiento. Las guardianas y generales, y los demás también estaban dentro del palacio, pero no exactamente con ellos, pues Chibiusa ha había mencionado que debía hablar con sus padres a solas. Por eso último, Endymion tenía una leve cara de confusión ante Atlas, Shaylee y Tanya sentados con ellos.

— Papá. Mamá.— Chibiusa se notaba triste, y la razón era obvia, pero no podía dejar aquello para otro día. — Seguro deben preguntarse qué hacen ellos aquí, y eso es lo que quiero explicar. Hace unos meses...viaje al pasado a conocer a quien fue tu madre en el Milenio de Plata, mamá. Allí, Serenity I no resultó ser la persona que yo esperaba...y termine en la tierra donde me encontré con la reina de la tierra y su hermana. Ellas me llevaron a conocer al rey, y también conocí al príncipe. Aunque use a Luna Pelota para luego hacerlos olvidar, ustedes saben que el efecto de Luna Pelota se elimina si las personas se vuelven a ver. Cuando fui de visita a Elysion, me encontré con Peruru, y resulta que en su pequeño reino dentro de Elysion vivían la reina de las hadas y su hermana. Ellas son Shaylee y Tanya. Tanya...Tanya estaba casada con Atlas, quién era el rey de la tierra...lo que los hace mis abuelos. Tus padres, papá.

Los ojos de Endymion se abrieron con sorpresa. ¿Sus...padres? Habían muy pocas cosas que Endymion lograba recordar de su pasado en el Milenio de Plata, pero no había ningún recuerdo de sus padres. Tampoco en esta nueva vida logró recordar sus padres, pues murieron cuando él tuvo aquel accidente y jamás logro recordar que fue de sus primeros años de vida. Pero por alguna razón...sonaban familiar. Parecían serlo, y tal vez...tal vez eso era suficiente para el rey.