Capítulo 4 - La llamada

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Me remuevo en la cama sintiendo la incomodidad que me causa el palpitar de mi cabeza

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Me remuevo en la cama sintiendo la incomodidad que me causa el palpitar de mi cabeza.

Bufo al sentir que el mundo está tirando un balde de desgracias en mi.

El hecho de que mi cabeza parecía una bomba a punto de explotar no mejoraba el asunto.

No volvería a conciliar el sueño y lo mejor será aceptarlo.

Doy media vuelta y quedo boca arriba, abriendo mis ojos con lentitud tratando de acostumbrarme a la luz que entraba por las rejillas de la ventana.

Masajeo mi rostro con lentitud y hago una mueca al sentir el peso de una noche de locura sobre mis hombros.

No lograba encajar pieza por pieza lo sucedido anteriormente, pero lo único que puedo recopilar con exactitud de todo aquello fue que me la pase increíble.

Teniendo por seguro que no volvería a beber de aquella forma por al menos un tiempo. Al menos mantenerme consciente de cuál era mi nombre.

Dejando aquello de lado, los recuerdos después de la llegada de aquella copa fueron extraños, jure verle, de verdad que jure verle, pero al final no fue más nada que mi imaginación gastándome una mala broma.

Eso no quito el hecho de que aún siga con la duda de quién diablos era el individuo que mandó aquello, por precaución ni siquiera bebí de ello.

Meneo la cabeza disipando los pensamientos de la noche anterior y me concentro en el ahora. Estirando mi cuerpo a lo largo de la cama y soltando un largo y cansado suspiro, termino por ponerme de pie de un salto.

Rasco mi cabeza al sentir la picazón en esta y observo de reojo mi celular, el cual yacía plácidamente sobre mi mesita de noche.

- Otro día será -murmuró adormecida, pasándole de largo.

Total, no era de las personas que usaban aquellos aparatos mucho.

Mis pies descalzos se deslizan por los fríos suelos guiándome directo al baño para despabilarme y hacer mis necesidades.

Claro, no sin antes dar una pequeña pausa en el mediano espejo para apreciar mi aspecto.

¿En resumen? Del asco.

Chasqueó la lengua y murmuró una maldición por lo bajo, espero fielmente no haberme encontrado con nadie guapo con tales aspectos.

Minutos después de haber hecho mi rutina y mejorar un poco mi aspecto a algo mañanero, amarre mi pelo en una coleta alta para luego disponerme a salir del baño con un poco más de ánimos.

Metida en mi burbuja mientras reorganizaba un poco mi cuarto recordé, los chicos.

Dejo todo tal cual, doy media vuelta y sin mucho que hacer, salí disparada de la habitación en dirección a las escaleras, al segundo me encontré bajando estás como una total desquiciada, sin sentir algún temor por resbalar y fracturarme el cráneo.

Prohibido enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora