Capítulo 35 - ¿Mama?

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Hoy el día está igual de agitado que siempre

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Hoy el día está igual de agitado que siempre.

Desperté esta mañana y Carla dijo que tenía el día libre, ¡un lunes!

Le comuniqué que intentaría llegar temprano a casa para poder pasar un rato tranquilo entre nosotras y Scott. Por otro lado, convencí a Grey, de que yo tenía que ir junto a él para las compras, dejándole marcado en el cerebro que yo pagaría por todo.

Recojo las carpetas que tengo esparcidas en el escritorio y me levanto con prisa para salir de la oficina a paso rápido, dejando aún aburrido, Grey, centrado en la pantalla de su laptop.

Los acomodo en un solo brazo y salgo, cerrando la puesta a mis espaldas.

Sonrió en cuanto diviso a Clarissa.

- Nena! -vociferó, alegre.

- Oh, mírate -se mofa, sonriente, elevando la vista hacia mí -No te había visto.

- Desde que puse un pide dentro de la empresa, estuve encerrada firmando algunas cosas, ahora solo voy a entregarlas a recepción -le comunicó, agitándolas en mi mano.

- Día difícil ¿no? -inquiere, soltando un largo y cansado suspiro.

- Tú ya lo dijiste.

Este sonríe de lado y se relame los labios, nerviosa.

- Oye Carla, me invito a su casa después del trabajo, ¿todo bien? -inquiere, animada.

- Claro, Scott y yo, planeamos el reunirnos todos de todas formas -murmuro, sin darle mucha importancia.

- Perfecto ahí estaré -vocifera, alegre.

Asiento sonriente y sigo mi camino hacia el ascensor. Una vez dentro presionó el último botón.

Tartamudeo la melódica qué pasa y una vez abajo salgo casi volando de allí.

Camino decidida entre las personas presentes y una vez cruzó la enorme puerta de cristal me dirijo a la gran mesa de recepción.

Pesadamente dejo los papeles encima de la mesa y doy las indicaciones de que son y que harán.

Me paso las manos por el pelo mientras veo como los firman y de pronto siento una sensación extraña en mi estómago.

Frunzo el ceño, extrañada y posicionó mis manos en el mismo. Mi nuca comenzaba a picar sin razón alguna, los nervios fluyeron por si solos después de aquello.

Giro sobre mis talones casi mínimamente y plantó mi mirada en toda la recepción.

La extiendo por la misma, examinando a todos con ojo clínico, para luego recaer en una persona en específico.

Mi cuerpo tiembla de pies a cabezas, haciendo que tenga que apoyarme de la barra de recepción con prisa para no caer de culo.

¿Qué diablos?

Prohibido enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora