Capítulo 33 - Llamada y peligro

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Me remuevo en la cama y bostezo de la manera más Plácida

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Me remuevo en la cama y bostezo de la manera más Plácida. No me quejo para nada de esta cama y su dueño.

Dormí tal cual una princesa, almohadas suaves, colchas calientes que amortiguan el frío de la habitación.

Anoche después de nuestra pequeña conversación decidí que me enseñara la habitación de huéspedes. Era la misma que había habitado noches anteriores por lo cual ya me encontraba familiarizada.

La verdad que el mando de esa empresa lo beneficia mucho.

Y solo bastó ver esa cama para cuando ya me encontré durmiendo, fue una conexión magnética a primera vista.

El amor entre la cama y yo, si señor.

Con respecto a Carla, tuve que decirle que teníamos demasiado trabajo y no acabaríamos a horas tempranas lo cual entendió y luego me vino con la excusa de cuál condón usaríamos. Lo cual me hizo reír bastante, después solo hablamos un par de estupideces más y colgamos.

Escucho mi teléfono resonar en la lejanía, a lo que me quejo y refunfuño en voz baja.

¿Se hará costumbre despertar con una maldita llamada siempre?

Abro los ojos con pesadez y al estar las cortinas cerradas la habitación sigue sumida en la oscuridad, cosa que agradezco en sobremanera esta vez.

Me froto los ojos y me levanto para seguido, tomar mi celular de la mesita de noche.

Seis y cincuenta de la mañana y una llamada de Roseey, genial.

Perfecta manera de comenzar el día.

Tomo la llamada y contesto, sin hacer el más mínimo esfuerzo de sonar animada.

- Qué pasa... -balbuceo, aún ronca.

Tendré que apagar el teléfono antes de acostarme.

- ¿MALDITA SEA PORQUE NO CONTESTAS? -chilla del otro lado, dejándome confundida, algo asustada y con el tímpano roto

Frunzo el ceño y me espabiló al microsegundo.

- ¡¿Pero qué mierdas?!

- ¡Emery, tienes que venir urgente, Millie, ingreso al hospital del internado por fuertes convulsiones y yo...! -chilla, al borde de las lágrimas.

Justo en aquel momento mi mente se vacía por completo y la única cosa que la ocupa y que tengo son las palabras de Roseey.

Mi corazón deja de latir por un segundo, dejándome paralizada.

- ¡Mándame la dirección del hospital ya! -sentenció, desarmada y cuelgo sin esperar un segundo más.

Recojo mis cosas del suelo y me pongo la misma ropa con la que estuve anoche.

No me importa ni una mierda mi aspecto ahora, solo sé que si no salgo a tiempo de aquí moriré de un infarto.

Agarro mi teléfono y todas mis cosas, para luego salir disparada de la habitación dejando todo mi desorden atrás.

Prohibido enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora