Capítulo 32 - Dormir aqui

19.2K 1.1K 26
                                    

Recojo mi pelo en un moño mal hecho y chasqueo la lengua

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Recojo mi pelo en un moño mal hecho y chasqueo la lengua.

- Debiste dejar todo eso en la oficina -Comenta, Grey, con la mirada clavada en la carretera.

- No creo, después de esto tendrás que llevarme a mi casa -sentenció, encogiéndome de hombros.

- Si piensas bien -murmura, esbozando una sonrisa ladeada -El auto de Carla, está en la empresa ¿cómo vendrás mañana?

- No me convencerás con nada, Grey -le detengo con burla.

- Al menos lo intenté -masculla encogiéndose de hombros, sereno.

Sonrió y miro por la ventana.

Tan solo aceptar su propuesta, mi día transcurrió más que tranquilo. Grey, se ocupó de los trabajos faltantes, dándome solo pequeños papeleos y demás.

- Así que... -murmuró al aire.

Grey, me da una ojeada de reojo y achica los ojos.

- ¿Aja? -inquiere, volviendo su mirada a la pista.

Si lo analizas de lado parece un verdadero Dios, un Dios algo estúpido, pero para morirse.

- Así que llamaste a Scott, ayer por la mañana -manifiesto, mirándole con una ceja alzada.

Este sonríe de oreja a oreja y asiente.

- Solo quería decirle algunas cosas -se mofa, con una sonrisa egocéntrica.

- ¿Amenazarlo es una de esas cosas?

- Se podría decir que si -balbucea, por lo bajo -Pero en realidad también me disculpe, solo bromeo conmigo, en realidad él me saco las katanas primero.

Niego severamente.

¿Qué clase de "adultos" mantengo en mi vida?

- No sé cómo aún no ponemos una orden de restricción ante ti -murmuro.

Suspiro y al ver por la ventana me percato de que ya llegamos.

Joder eso si fue rápido.

Aunque pensándolo bien ya teníamos rato andando.

- ¿Recuerdas la primera vez que viniste? -inquiere, Grey, parqueándolo justo enfrente del guardia.

Él abre la puerta para salir y yo lo imito.

Le da las llaves al tipo y unas cuantas indicaciones para luego desviar su mirada hacia mí y caminar en mi dirección.

- ¿Y bien? -cuestiona.

Me cruzo de brazos y me froto las manos contra estos, al sentir el cálido frío que nos azotó fuera.

Deberán ser más de las seis y no estaríamos a nada de ver el sol decaer ante nosotros. Una noche fría y a lo mejor lluviosa, estaba a nuestra espera.

Prohibido enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora