Capítulo 34 - Toma tiempo

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Después de lo ocurrido la mañana del sábado y de mi conversación con Grey, todo pareció tomar un camino repleto de serenidad

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Después de lo ocurrido la mañana del sábado y de mi conversación con Grey, todo pareció tomar un camino repleto de serenidad.

Después de la conversación que tuve con él, quede dudosa de sus palabras. Y aún lo estoy asimilando.

- Pero quiero ayudarte, quiero entenderte -prosigue de manera esperanzadora.

- ¡Solo estamos aquí por un contrato, Grey! ¡No estamos para charlas en confianza! -me exalto, sofocada.

- Lo sé, yo...

- ¿Lo sabes? Entonces no me pidas algo tan valioso que no podré darte jamás, cuando tú lo único que quieres de mí es sexo -sentenció de manera dura.

- Ya no estoy tan seguro de eso, Emery -escupe de golpe, con la mirada clavada en mí.

Suspiro agobiada y desvío la mirada hacia la ventana.

Hoy el día era lluvioso y nublado, agregando el hecho de que me encontraba sola en casa. Carla salió con Scott a primera hora del día y Clarissa, por si parte dijo que pasaría el día completo donde su madre.

Como es un domingo, el día tampoco es que esté muy movido.

Yo simplemente decidí quedarme en casa y descansar, algo que necesitaba después de mucho.

Quedarme acostada viendo Bob esponja.

Volviendo al tema, Roseey se hizo cargo de todo respecto a Millie, aquel día.

Yo me hice cargo de pagar todas sus medicinas de duración, estas se prolongarían hasta algunos dos meses, me daría tiempo de seguir ahorrando cada vez más, aún el esfuerzo fuese sobrehumano. Todo por ella.

Ahora el peso será el doble, ya que no son solo pastillas de su primer tratamiento, ahora está la existencia de un segundo y con más posibilidades de que algo peligroso pueda sucederle.

Lo importante es que ahora mismo ella se encuentra bien o estable, según me comunica Roseey.

Puedo estar tranquila.

Ahogó un quejido y me levanto del sofá con una pereza extrema. De verdad que agradezco que tengamos una televisión lo suficientemente grande en la sala.

Me dirijo en pantuflas hacia la cocina y abro la nevera.

Mi rostro se descompone al ver el interior de esta.

- Mierda -me quejo, por lo bajo.

¡Perfecto! ¡Se me olvidó hacer la compra! Solo hay un pote de helado.

Lo tomo entre manos y lo pongo en la encimera con cuidado y para cuando voy a abrirlo, la rabia me consume de pies de cabeza.

¿Qué Diablos?

- ¡¿Quién pone habichuelas en un jarrón de helado?! -chillo, desconcertada y hambrienta.

Lo cierro de golpe y vuelvo a posicionarlo en su lugar en el interior de la nevera para luego cerrarla de golpe.

Prohibido enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora