Capítulo 10 - Retraso

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Me remuevo con incomodidad sobre la suave y blanda base de la cama, sintiendo mi cabeza latir tal cual un martillo

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Me remuevo con incomodidad sobre la suave y blanda base de la cama, sintiendo mi cabeza latir tal cual un martillo.

Paso las manos por mi pelo sintiendo él enrede en este con una severa picazón.

¿Desde cuándo gozó el hecho de contar con una cama de calidad? Esto se sentía de lo más cercano al cielo.

Y creo que ahí es cuando tal vez, caigo en cuenta de todo...

Espera un solo segundo.

¿Cama? ¿Cómo llegue yo a la cama?

Al momento en que mi cerebro comienza a armar piezas y todo parecer encajar a la perfección, tan solo es cuestión de segundos para que mis ojos se abran tal cual metralleta.

- ¡Mierda! -ahogó un gruñido en cuanto la plena luz del día choca de lleno con mis ojos, haciéndome entrecerrarlos con incomodidad y ardor.

Primer dato del día, jamás abrir los ojos recién despertar.

Suelto un gruñido y masajeo mi cien con delicadeza, abriendo mis ojos progresivamente y poco a poco teniendo conciencia de todo a mi alrededor.

Justo allí el miedo comenzó a fluir.

Mareada, adolorida y recién despertada.

Esta no era mi habitación y tampoco mi jodida casa.

- Mierda, mierda, mierda -murmuró desviando los ojos hacia la gran concha de color blanca que me cubría.

Desvío mis ojos con terror hacia mí entornó examinándole con sumo cuidado.

¿Qué Diablos había pasado anoche?

Me encontraban en una cama matrimonial blanca, la cual yacía en medio de una monumental habitación, a mi derecha al fondo, dos ventanales de cristal daban la bienvenida a lo que se era un estético y amplio blanco con vista hacia los grandes edificios de la ciudad.

Por lo menos aún permanecía en New York y no en el extranjero.

La habitación no contaba con mucho más que la cama, dos mesillas de noche y dos puertas al fondo que parecían de salida y otra para un particular baño.

Esta permanecía iluminada gracias a la luz natural que provenía de las afueras.

Después de haber tomado aquella llamada, fui al baño y luego de ello los recuerdos se me hacen duros de recodar, casi inexistentes.

¿Qué cojones me paso?

- Dios -chillo quitando las cobijas de mi cuerpo y saliendo de aquella cama un salto.

¿Dónde estaban mis cosas? ¿Scott? ¿Carla?

Mis manos comienzan a temblar el momento en que mi desbocado corazón amenaza con explotar.

Prohibido enamorarse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora