VIII. Dulces en exceso, no cae mal a nadie

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JIMIN

Nunca se acostumbraría a las miradas curiosas que le daban.

Después de salir del directorio, Hoseok lo llevó por los pasadizos hacia sus próximas clases.

Jimin tuvo que presentarse cortésmente al profesor que estaba presente, alegando ser un estudiante de intercambio como le había dicho Hoseok. Todo fue muy fácil, lo cuál le sorprendía.

Sólo tuvo que escribir su nombre en la lista de asistencia con su firma y ya estaba.

Era uno más de la clase.

—¿Vez? No era tan difícil. —susurró Hoseok que se encontraba sentado al lado suyo.

Jimin sólo se limitó a sonreír.

Todo esto, pasaba tan rápido que no le daba tiempo a asimilarlo. Estaba sentado en un pupitre con un amigo suyo al lado dedicándose a mandar papelitos a cada rato, mientras un tutor dictaba la clase.

Tan irreal.

Sin embargo, todo llega a su fin. Y la clase tan entretenida, terminó.

Ahora se dirigían a la cafetería, y Jimin sentía un poco de pavor. Siempre los malos ratos ocurrían en la cafetería. Cómo pasaba en los filmes.

—Hey ¿Qué pasa? —dijo Hoseok sacándolo de su ensimismamiento.

—¿Ah? No, no es nada. —sonrió a su amigo, tratando de ocultar su nerviosismo.

No estaba dispuesto a decirle que era su primera vez en un centro de estudios, lo vería raro. Jimin no tenía la culpa de cargar con un padre sobreprotector, que no le dejaba asistir a una escuela normal como los niños de su edad harían.

En cambio, se dedicó todas sus tardes a clases privadas. Hasta que llegó a ser un adolescente y perdió las esperanzas que su padre lo dejara ir a la secundaria. Y así paso sus 21 años de vida.

Era bastante triste a decir verdad, pero ya que podía hacer.

Interrumpió sus pensamientos cuando llegaron al cafetín, dónde Hoseok le mostraba emocionado la barra de comida.

—Puedes coger lo quieras, yo invito. —dijo Hoseok mostrando una tarjeta verde en la mano—. Este bebé puede comprar lo que sea.

—A-ah, gracias Hobi.

Jimin se dispuso a coger una porción de vegetales con alguna fruta, pero su mano paró en seco.

«Ahí no estaba Noona para vigilarlo» pensó travieso.

Tomó su bandeja firmemente viendo a todos lados, por si alguien venía a corregirlo, sin embargo no pasó nada.
Sé dispuso a coger un pedazo de torta con fresas embarradas de chocolate, una cajita de yogurt y una hamburguesa.

Genial, Jimin veía con anhelo su bandeja, podría acostumbrarse a eso.

Volteó y encontró a Hoseok esperándolo con otra bandeja en la mano que llevaba también una hamburguesa.

«Se llevarían estupendamente» pensó Jimin.

—Ven, te voy a presentar a mis compañeros de mesa. —dijo alegre Hoseok.

Estaban caminando uno al lado del otro, esquivando a gente que pasaba por doquier. Cuando pasaron por una mesa al costado suyo, donde se encontraba nada más y nada menos que Jeon Jungkook.

Jimin trato con todas sus fuerzas en no dirigir su mirada hacia ahí, pero su cabeza lo traicionó y se topó de lleno con la mirada de desconcierto de Jungkook.

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