XV. Un rubio teñido, el mal de todos los males.

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JUNGKOOK

¿Dónde nos quedamos?

Ah, sí. Nuestras miradas chocaron, una sonrisa afloró en el chico rubio.

¿Y Jungkook?

Jungkook quería que la tierra se partiera en dos y lo tragará.

Era el mismo chico con el que se había topado en la universidad, lo más seguro era que sea un estudiante de ahí y lo conociera.

Y adiós reputación.

Quizás, solo quizás se había contagiado el melodrama de Jimin.

Pero, no era así. Jungkook valoraba mucho su dignidad y como podría costarle si se enteraban de su nuevo trabajo.

La voz del rubio lo sacó de sus pensamientos.

—Vaya, que escalofriante sorpresa. —dijo aguantando las ganas de burlarse.

Jungkook lo sabía, quería reírse de él.

—También lo digo, no pensé que te gustaban este tipo de lugares. —contraatacó mientras dejaba el último postre en la mesa.

El rubio se limitó a sonreír.

—Jungkook, ¿no?

El nombrado rodó los ojos. Estaba claro que sabía su nombre.

—Eso es lo que dice en el collarín, ¿Cierto? —dijo señalando aquel collar que tenía en el cuello—. ¿También me dirás "mi señor" ó no?

Punto bajo.

Eso había sido humillante para Jungkook, ni siquiera se había dado cuenta que el collar tenía su nombre.

De seguro parecía una estúpida mascota.

—¿Cómo quiere que lo llame? —dijo entre dientes—. No creo que tenga fetiches raros, ¿O si?

Estaba a nada, de comenzar una pelea. Rara vez Jungkook comenzaba una, pero aquel chico lo estaba sacando de sus casillas.

Mi señor, me parece bien.

«En serio, quiere que lo golpeé» pensó.

Aunque agradeció mentalmente cuando Ken intervino. Lo ayudó a calmarse y pensar mejor.

Sin decir una palabra más, Jungkook se marchó.

Hubiese querido marcharse de la cafetería con una salida espectacular digna de película, sin embargo se limitó a meterse dentro de la cocina.

Volvió a repetirse que necesitaba el trabajo. Y no salió hasta que se aseguró completamente que el rubio se había ido.

Sí, señores. Así de valiente era Jungkook.

—¿Pasa algo, Jeon? —dijo SeokJin detrás de él.

«Jesús»

Lo había asustado.

¿Así era el temor hacia los jefes?
Qué horrible, era.

—No, SeokJin. —dijo mientras hacía que arreglaba su traje—. Estaba viendo si venía algún cliente.

«Diablos, que mal mentía»

No obstante, Kim SeokJin sonrió.

Se lo había tragado o se compadeció de él, las dos eran válidas.

—Ya veo. —dijo dándole unas palmaditas en el hombro—. No te preocupes, si hay alguien que no es de tu agrado, pásalo a alguno de tus compañeros.

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