TAEHYUNG
Estaba a punto de anochecer y los anaranjados tonos que pintaban el firmamento hacían parecer más pesados los párpados de Taehyung.
«Qué sueño tenía, joder»
Los atardeceres cálidos como aquel, empalagaban su mente. No quería dormir todavía, recién había llegado —a decir verdad, sólo hace unas horas—.
Y quería explorar o ver algo.
Sin embargo, iría a clases a partir de mañana, así que en simples palabras: se moría de aburrimiento.
—¡Ya está! ¡No voy a esconderme como un rata sólo porque me están vigilando! —exclamó para sí mismo.
Agarró su chaqueta con furia y salió del espantoso y moderno lugar que tenía por habitación. Nunca se acostumbraría a aquellas cuatro paredes.
—Veamos... ahora me encuentro en la entrada principal. —murmuró mirando atentamente su móvil—. Según esto, si doblo la siguiente esquina voy a encontrarme con el centro comercial.
¿Centro comercial? No, de seguro habría mucha gente.
Siguió buscando, caminando a pasos torpes. Taehyung tampoco era consciente de que chocaba con cada persona que pasaba a su lado.
«Las calles de Seúl son muy difíciles entender» pensó ya estresado.
Al final, llegó a la conclusión de que sus pies lo llevarían a donde quiera. Sí llegaba perderse, pedía un taxi y listo. Al menos sabía el nombre de la universidad y también —gracias a la señora acosadora— pedir un taxi.
Taehyung se pasó unos minutos mirando las calles, un poco anonadado por la infraestructura tan llamativa, al parecer sí se encontraba en la misma capital, de ese céntrico lugar. Todas las tiendas estaban abarrotadas de gente y niños —sobre todo niños— no es que le molestará... No, no era eso.
En realidad, si lo era.
¿A quién iba a mentir? No le gustaban los niños, es más no creía como él pudo ser uno.
Debió caerse mal él mismo. Aunque pensándolo bien, si le caían bien algunos mocosos —digo, niños— esos que andaban pegados a la pantalla de celular y no se movían, ni lloraban ni pedían jugar con ellos.
Sí, esos eran buenos niños.
Salió de su ensimismamiento, cuando se dió cuenta que ¡Oh, sorpresa! Ya se había perdido. Al parecer la orden que le mandó a sus pies de caminar a donde sea, había funcionado.
Ahora se encontraba en un lugar más tranquilo, sin tanto alboroto. Volteó hacia un callejón desolado, que dobló hacia otro pasaje, que...
¿Bueno ya entenderéis, no?
No llegaba a caberle en la cabeza, como les gustaba tanto a los turistas pasear alegremente sin saber ni dónde estaban parados. A Taehyung ya le estaba provocando migraña.
Decidió parar su caminata, pensando qué tal vez sólo tal vez, fue una mala idea salir.
Cuando vió que al frente de sus narices había una cafetería bien despejada, con aspecto rústico que le llamó mucho la atención.
De repente un buen café, alegraría su humor y —su ya presente dolor de cabeza—.
Y entró.
Taehyung pudo notar con sutileza que aquel lugar era nuevo, se notaba por las decoraciones. Las sillas de diseñador, los...
Esperen, ¡¿Quién carajos compra sillas de diseñador para una cafetería?!
Okey, Seúl le seguía pareciendo más una ciudad de locos con el transcurso de las horas.
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ENLAZADOS
Fiksi PenggemarEl destino quiere jugar con ellos, siete chicos, siete historias, cada uno con diferentes personalidades. Pero, con un factor en común. Sus vidas están hechas un desastre y necesitan desesperadamente ayuda aunque no sean conscientes de ello. ¿Qué...