XXXVIII. Todo el mundo odia a: Los exámenes

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JIMIN

Yoongi le había correspondido el beso, no había dudas.

Cuando se separaron, se quedaron por unos instantes así, con las frentes juntas y las sonrisas intactas. El mayor había entendido a la perfección lo que Jimin había intentado decir sin palabras.

Lo había elegido a él.

No debería haber sido un sorpresa, teniendo en cuenta que Jimin siempre había sentido interés desde el momento que lo conoció. Pero, ahora era un hecho.

Jimin se lo habría dicho en voz alta en ese instante, si Yoongi no hubiese hablado primero.

—¿Me acompañas a mi exposición? —dijo con una sonrisa.

Jimin simplemente asintió con la cabeza. Todavía se sentía como estuviese en las nubes.

Mientras Yoongi lo llevaba de la mano hacia el auditorio, Jimin pudo recordar varias cosas. Recuerdos que, cuando más nítidos eran, el menor sólo podía avergonzarse más y más.

«¿En serio le había regalado una rosa?» pensó acalorado.

No podía creer que sólo un beso, había abierto una gran parte de sus recuerdos que parecían estar en un agujero negro.

En el auditorio, Jimin no podía concentrarse en lo más mínimo. El mayor lo estaba tratando con sumo cariño y atención. Hasta cuando se acercaba Suran, Yoongi simplemente le respondió cortésmente y asentía a lo que decía. Pero, sin dejar de lado al castaño.

«¿Así podría ser toda mi vida?» pensó Jimin maravillado cuando Yoongi le dijo que estuviera cerca de él.

Al parecer se encontraba nervioso.

—Claro, me encantaría. —respondió Jimin con una sonrisa.

Pasaron las horas, y aunque también se había sumado el rector a la exposición. Jimin sintió que fue todo un éxito la conferencia.

A pesar, que hasta el atardecer Jimin ni Yoongi habían vuelto a tener un contacto físico, más íntimo. Una sola mirada o sonrisa parecía que bastaba con la peculiar pareja, para mantenerse dichosos.

¿Acaso, no era el mejor día que había tenido?

YOONGI

Al día siguiente, Yoongi había recibido un recordatorio de su madre antes de irse a trabajar.

¡La cena familiar! ¿Cómo lo había olvidado?

«Pues, la distracción tiene nombre y apellido» le dijo su mente.

Yoongi se limitó a sonreír efímeramente. No había dormido bien en los últimos días por el proyecto del día anterior. Y ahora, su madre lo había despertado a tempranas horas del día.

No había vuelto a conciliar el sueño.

Así que Yoongi se encontraba yendo hacia la Universidad con unas ojeras que no había logrado disimular. Quizás su humor no sería el mejor ese día, sin embargo al encontrar a Jimin parado al frente de su facultad hizo que la nube negra que tenía alrededor desapareciera.

¿Cómo podía una sonrisa afectar tanto en su actitud? Simplemente negó, al no querer sacar una conclusión todavía.

No estaba listo para asimilarlo.

—Hola, Park. —dijo Yoongi cuando estuvo frente al castaño.

La reacción de Jimin, fue lo que Yoongi había esperado. Estaba haciendo un puchero con los labios y no iba a negar que le encantaba ver la imagen.

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