capítulo 7

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Después del momento dramático con mi madre no me apetecía ni verla por lo que traté de subir silenciosa a mi cuarto.

-¿Dónde te crees que vas?- y obviamente me tenía que pillar porque sino demasiada suerte tendría.

-Mamá, me encuentro mal y me gustaría subir a mi habitación espero que lo comprendas-

traté de sonar amable pero no parecía convencida.

-Vas a subir a tu habitación pero para ponerte algo adecuado, en nada llegan invitados-

en ese momento solo pude suplicar que no fuera la familia fundadora, cualquiera menos ellos.

-¿Y quién viene si se puede saber?- debía saber como vestir o si se trataba de la familia fundadora fingir un desmayo.

-No seas grosera, ya lo verás. Venga, venga sube ya- por alguna extraña razón mi madre parecía emocionada.

Bufé y me arrastré hasta mi habitación, aproveché que estaba sola para quitarme las gafas de sol y ponerme otras más modernas.

Si fuera una película de adolescentes ahora estaría mi mejor amiga ayudándome a escoger que ponerme para tener una cita pero no, debo escogerlo yo y ni si quiera es una jodida cita. Bueno Dafne, te quejas por todo pesada

-Vamos Dafne, date prisa- como noté que mi madre estaba emocionada no se lo quería fastidiar así que me puse el vestido más bonito que tenía.

Al ponerme ese vestido me sentía más guapa. Era negro con pequeñas decoraciones, ajustado y largo. Con el me puse tacones rojos y a juego un pinta labios rojo.

No me veía tan desgraciada por tener que llevar las gafas de sol. Además, me ahorraba parte del maquillaje ya que no me hacía falta ponerme el rímel ni la sombra a menos que pudiera estar todo el rato con los ojos cerrados. Me hice un peinado medio recogido y empecé a bailar en frente del espejo, porque sí.

- Maldita sea Dafne porque tardas ta...- ¿acababa de verme mi madre bailar salvajemente frente un espejo? Oye pues sí.

- Iba a decir que no es lo que parece pero, si lo es así que...¿Bajamos?- ella se limitó en asentir hasta llegar a la cocina.

-Estás preciosa hija, eres la más guapa de Dempik- la verdad es que a mi madre le daban venados bipolares pero bueno, ya estaba acostumbrada.

-Gracias mamá, aunque pensaba que dirías la más guapa del mundo- y antes de que lo pienses no soy creída, soy sincera jaja, claro que sí creída

-Claro que lo eres hija, del universo- mi madre me miraba con adoración y eso empezaba a dar mal rollo, siempre me miraba con pena y tristeza ¿qué estaba pasando?

Estuvimos mirándonos por cinco segundos, un momento madre e hija hasta que una vez más el timbre destrozó el momento.

Vi que a mi madre se le estaba quemando la comida así que decidí que esa noche, fueran quienes fueran los invitados sería amable con ellos y lo primero que hice fue abrir la puerta con una sonrisa que poco duró.

-Me cago en tu existencia, vete que vienen invitados y mi madre está dentro- vi como él sonreía y se le marcaban los hoyuelos, donde me perdía infinitamente.

-¿No te das cuenta de lo que te estoy diciendo?- Apolo iba a responder pero alguien más lo hizo.

-Hola Dafne, ¿como va preciosa?- No podía ser verdad.

-Eros...Pero que...?

-No te pongas dramática amor, ¿acabas de verme hace poco y ya me echabas de menos?- Eros era tan dulce pero tan subido que me ponía nerviosa.

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora