Capítulo 1

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Un frágil rayo solar penetraba mi ventana, por última vez, antes de caer la noche y esperar hasta el mañana. Al fin era verano; mi época favorita. Estaba lo que se podría considerar contenta, por fin no me vendría a ver mi profesora particular y podía disfrutar de la soledad. Dulce soledad, aquella que te permite conocerte un poco más. La soledad deja que te veas y por ello algunos la odian, por que no nos gusta lo que vemos pero aún así la disfrutamos, la acogemos con cariño.

Al ser sábado mis padres debían cumplir con las reglas e ir a visitar a los fundadores con una ofrenda, y eso significaba estar sola en casa. Esto de los fundadores debe parecer algo satánico o una secta pero, no temas, solo son las reglas. Lo cierto es que Dempik era un pueblo basado en poner reglas y en cumplirlas.

Me llamo Dafne, mis padres estaban algo obsesionados con la mitología griega y de ahí mi nombre y, claramente, sus nombres; mi madre se llama Briseida y mi padre Hector.

En ese maldito pueblo siempre he sido la rara, la típica que sale en toda película, la que nadie quiere y creen que oculta cosas ¿eso sale en las películas, no? En fin, siempre he sido considerada así porque dejé de ir a clase y no iba a clase porque los demás corrían peligro cuando estaban cerca mío. Además siempre me preguntaban el por qué llevaba gafas de sol y eso para mi era lo de menos ya que también tenía voces en mi cabeza que de vez en cuando opinaban sobre cosas de mi vida y, no, no es esquizofrenia.

Me levanté del sofá con un gran sonrisa al recordar los dulces que recién había comprado mi madre. Recordé sus palabras "no los toques porque no son nuestros" pero decidí ignorarlo, ¿si no eran nuestros que hacían en nuestra casa? Quería esos dulces y no me importaba la bronca que recibiría.

Entré a la cocina dándome cuenta que mi madre había olvidado cerrar la ventana y dado que vivíamos en medio del bosque no lo agradecía para nada. Me encargué de cerrar todas las ventanas y cuando acabé me paré en medio del salón y suspiré como si hubiera hecho un gran trabajo -hora de maratón de pelis-miré a mi portátil y le sonreí y pude sentir su sonrisa. Lo cogí y di una vuelta exagerada dispuesta a ir a mi habitación, -voy a pasar la noche despierta-.

Antes de poder llegar al mundo de la fantasía un sonido me interrumpió, el timbre.-maldito timbre- Grité de frustración y bajé para abrirles, seguro que de nuevo se habían olvidado las llaves.

Me puse las gafas de sol y abrí la puerta pero para mi sorpresa no eran mis padres, definitivamente ese no era mi padre, no en el sentido paternal.

-¿Gafas de sol, tan brillante soy? -No sabía quién era pero estaba claro que era, egocéntrico. Bufé porque ese extraño acababa de interrumpir mi noche de películas.

-¿Qué quieres y qué haces en este pueblo?- dije medio enfadada.El me miró sorprendido y sonrió para después analizarme con la mirada momento que aproveché para hacer lo mismo.

Iba todo de negro, incluso su pelo y sus ojos. Podría jurar que se trataba de un ángel si no fuera por esa actitud ególatra que había tenido, o podría ser un ángel caído o una persona normal que se había perdido.

-Verás, la cosa es que - Observé sus movimientos, estaba a punto de caer muerta de lo guapo que era hasta que me di cuenta que a la lejanía se veían dos siluetas más y que él tenía un bolso escondido detrás me van a secuestrar, me van a secuestrar.

-Intento decir que- sin dejar que termine su frase de secuestrador le di una patada en sus partes y cerré la puerta. En definitiva era un ángel caído y yo iba a ser su sacrificio o lo que fuera.

Él estaba demasiado cerca por lo que su cara se ve estampada contra la puerta y no me quedó otra que susurrar un "lo siento", por si acaso no era ninguna de las cosas fantásticas que había pensado y solo era eso, una persona normal.

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora