Capítulo 22

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Me golpeé la cabeza pensativa, ¿se podía invocar a Ignis? ¿Podía realmente seguir confiando en los chicos? ¿Me habían contando la verdad?
Solo deseaba que todo eso fuese más que un sueño, que despertase en un hospital dónde mis padres esperasen impaciente, dónde Agatha me traía flores. Un lugar cálido pese a estar lleno de enfermos, dónde Apolo y Fenix fueran amigos que conocí en algún viaje, dónde Eros me coge de la mano y espera a la chica que le gusta y yo sería la chica que despertó milagrosamente de un coma.

Levanté la mirada y me apoyé en la mesa mientras los demás esperaban impacientes alguna reacción.

—Dafne, aunque Ignis seguramente tenga todas las respuestas sabemos que no quieres verlo. Hallaremos la manera de encontrarlo y hablaré yo misma con él— al pronunciar estas palabras, Agatha me cogió de las manos y me acarició la mejilla. Recuperarla habia sido de las pocas cosas buenas que me habian pasado. Miré hacia los lados y compartí mirada con Fenix, quién levantó las cejas repetidas veces con picardía.

—Pregunta seria— dijo Eros entre risas y señaló hacia nuestras manos entrelazadas—¿Debería preocuparme?

Agatha miró hacia abajo y soltó una risa nerviosa y, seguidamente, ambas negamos. Fenix nos miraba curioso y con una sonrisa lateral, seguramente preguntándose que tipo de bicho nos había picado y Apolo nos miraba con el ceño fruncido.

—No, Agatha. No voy a dejar que tu vida peligre, ese Ignis es peligroso— se acercó a ella y practicamente se interpusó entre las dos, alejando nuestras manos— Yo hablaré con él.

Agatha soltó un largo suspiró,mostrando signos de frustración. Levantó la mirada y miró a Apolo directa a los ojos. Yo, di un paso hacia atrás, para dejarles tener un mejor cara a cara.

—Perdona amor—posó sus manos sobre el pecho de Apolo, quien la rodeó con los brazos—¿ me recuerdas el momento exacto en que te he pedido permiso?

En ese instante, pese a las circunstancias, no pude aguantar la risa y rompí a carcajadas. Apolo rodó los ojos y también sonrió,  Eros ya se encontraba en el suelo teniendo un ataque de risa y Fenix estaba siendo Fenix, observando todo el panorama.

—Esta bien, esta bien. Entiendo que no eres una princesa buscando ser protegida y salvada pero al menos, cuando vayas a invocarlo o llamarlo, dejame acompañarte— Apolo posó sus manos sobre los hombros de Agatha y los acarició. Poe un instante sentí que ese acto, que esa preocupación no era para ponerme celosa. ¿Y sí el en realidad me usó a mi para atraer a Agatha?

Ella asintió y posó un corto beso en su mejilla. Nos miró a todos los demás y paró en mi.

—Pero primero—se acercó a la nevera y sacó el pastel— tenemos que ir a pasarla bien con Héctor, tu maravilloso padre.

Asentí entusiasmada y miré a los demás a modo de despedida. Eros dió un paso adelante y se sentó en el sofá.

—Oye— acarició el sofá y nos miró a todos— ¿Que tal si mejor voy yo a buscar a ese tal Ignis para resolver algunas dudas personales?

Me mordí el labio al recordar su secreto, sus alas que respondían el porqué tenia ese rostro tan angelical y a su vez perverso. Los demás le miraban con confusión, como si estuviese bromeando. Me preguntaba si era la única que lo sabía.

—¿Qué dudas personales resolverías con el emperador del infierno? Es un emperador del infierno, es decir, malvado y calculador, no es un psicólogo— si Agatha había dicho eso significaba que no sabía nada. Agaché la mirada y fingí no saber nada. Miré de reojó a Apolo y a Fenix que se miraban tensos, ellos lo sabían y al igual que yo, Agatha se dió cuenta.

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora