Capítulo 29

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Una de las cosas que más odio del universo son las sorpresas. No importa si son buenas o malas, las odio por el simple motivo de siempre querer saber todo lo que me espera. Evitar por completo la incertidumbre del ¿Y ahora qué?

Soy una chica de horarios, del aquí y ahora,  así que imagina lo que ha sido para mí  saber que no tan solo era la rarita que vivía en un pueblo rarito y hacían cosas, pues, raritas. Claro está que siempre supe que no era normal pero nunca llegué a pensar que mi madre me quería muerta y planeaba matarme junto a ¿Un clan de demonios que huyeron del infierno para formar su propio mundo? Una jodida locura que no quería aceptar pero que, sin embargo, debía.

Jamás me cuestioné que mi padre no fuese realmente mi padre y que el verdadero fuera el mismísimo gobernador del infierno, la mano derecha del dios Hades. En resumen, mi vida era una jodida locura que podía acabar de muy malas maneras. No me tomes por pesimista pero todos tendremos un final, algún día, incluso nuestro planeta. Por eso mismo me preguntaba ¿Cómo  sería el mío ? ¿Cuan malo?

En ese momento juraría que estaba en una especie de "Show de Truman" o un sueño profundo, pero a mi parecer, todo era real y, maldita realidad.

—Diáconos, lleva a los niños a casa— ordenó Ignis señalándonos— Esto se va a poner feo.
El joven asintió y se acercó para apartarme del lado del emperador. Sin embargo, por alguna razón, me aferré a él.

—¿Ese hombre en traje es... tu hermano?—pregunté, señalando al hombre en un intento de disimulo. El emperador le lanzó una dura mirada y asintió.

--No jodas--exclamó Eros con su tan característico vocabulario.

—Así es jovencita, soy tu tío y estuvo muy mal como te comportaste— su tono de burla hirvió mi sangre pero no podía hacer nada al respeto. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos Ignis ya le había alzado y lanzado contra una de las paredes.

—No te atrevas Amber, todo menos ella— el hombre en traje sin mucho esfuerzo se levantó del suelo y sacudió su ya muy sucio traje. Y a diferencia de lo que yo creía, se acercó amenazante.

—¿Todo menos ella cuando ella es el todo hermanito?— la confusión en mi rostro aumentó cuando noté que el emperador dejo de tener una actitud intimidante.—Oh, ya veo...—siguió, ahora más cerca y burlesco—no le has dicho nada.

—Hija, si no vas a casa tus amigos van a enloquecer. No me importan mucho pero a ti sí— dijo  evitando a Amber—Agatha no deja de intentar invocarme y los chicos están desesperados... Creen que estáis muertos—alteró la mirada entre mi y Eros— id a casa, todo saldrá bien.

—Dafne...¿Que ha dicho ese rarito?—susurró Eros. Alcé los hombros y sentí como al igual que yo, el sentía curiosidad.

Por su parte Ignis llamó con el dedo a Diáconos sin dejar de mirar al hombre en traje. Este reía sin mucha gracia a sabiendas de haber creado el caos.

—Espera—intervine al notar la mano de Diáconos sobre mi brazo —¿De qué está hablando? ¿Cómo que soy el todo?—miré a Ignis en busca de la verdad pero solo veía evitación.  El emperador tornó su mirada hacia Amber y negó con la cabeza repetidas veces.

—Diáconos—me observó, pero esta vez diferente. Parecía rabia o, incluso me atrevo a decir,  desespero— llévales a casa y hazles olvidar esto último; haber conocido este mundo, a Amber, haber visto a su abuela aquí...Y cura al muchacho.

—Lo sabías...—pensé que él no sabía nada de mi abuela, tenía pensado pedirle que la liberase pero... Lo sabía. ¿Qué hacia ella ahí de todos modos?

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora