Capítulo 31

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Narra Agatha

 Tragué saliva. A decir verdad empezaba a hartarme de tanta tontería de mitos, cuentos de hadas y cosas que jamás creí que existían. Hasta hacía minutos mi abuela, la persona que toda la vida me había cuidado y me había hecho creer que no había secretos entre nosotras, resultó tener poderes y ser algún tipo de bruja. 

–Dafne acaba de ser secuestrada y no has hecho nada para evitarlo–gritó Eros a Diáconos–no nos sirves de nada, no sumas y lo único que haces es decir lo perfecto que eres. 

–Lo siento–dijo en un hilo de voz–no he tenido tiempo para reaccionar–miró a su alrededor recibiendo miradas de decepción– llamaré a Ignis. 

Una luz me deslumbró enseguida y ante mí se apareció mi abuela.     

–Abuela–me acerqué a ella y apoyé mis manos en sus hombros– Has estado aquí todo el tiempo, ¿Verdad?– asintió sin expresión alguna–  ¿Quién era él? ¿A qué se refería?–mi abuela bajó la mirada avergonzada y Diáconos enseguida suspiró.  Volteé hacia su dirección y observé que estaba más atento a mi conversación con la abuela que con llamar a Ignis. 

–Diáconos–centré mi mirada en él y me acerqué– tú lo sabes, yo sé que te conozco de algún lado...¿Qué sabes? 

–Agatha–Eros negó con la cabeza y bufó– creo que sea lo que sea puede esperar ¡Pero Dafne no!–noté que perdía los nervios, que todos ahí perdíamos los nervios. De un momento a otro Eros gritaba a mi abuela, yo exigía explicaciones a Diáconos y Apolo se quejaba de lo ineficaces que éramos. 

–Calma por favor– susurró Fénix. La discusión cada vez iba a peor, con amenazas incluidas hasta que Fénix gritó– ¡HE DICHO QUE CALMA! 

Se hizo el silencio para dar paso al sonido del viento incontrolable de Dempik. 

–Gracias. Ahora escuchadme bien– Se posicionó ante todos y suspiró –nuestra prioridad es Dafne así que Agatha pregunta a tu abuela si puede hacer algo para localizarla, el tiempo que hemos pasado con Cassandra he podido ver que podía localizar a las personas con sus poderes. Diáconos, llama a Ignis, Eros haz el favor de no echar la culpa al resto porque tu tampoco has hecho nada al respecto y...Apolo– hizo una pausa y sonrió– tan solo cállate. 

Quedamos estupefactos y lo único que pudimos hacer fue asentir, obedeciendo a su tono autoritario. Diáconos se alejó y colocó su teléfono en la oreja, transcurridos unos segundos ya estaba hablando con Ignis. Miré a mi abuela y con pocas ganas me acerqué.

–¿Puedes localizarla?– asintió.

–Necesito que alguien cercano a ella piense en un recuerdo que tengan juntos– dijo mi abuela. Eros se levantó y se acercó a una velocidad inigualable. 

–Yo– dijo– ¿Cómo hay que hacerlo?– mi abuela negó con la cabeza y me miró.

–Lo siento cariño, nadie es más cercano a ella que Agatha– regalé a Eros una media sonrisa. Diáconos finalizó la llamada y se acercó.

–Ignis lo sabía, dice que no os preocupéis porque Amber no puede hacerle daño– dijo Diáconos.

–Por fin sirves de algo– susurró Eros y recibiendo al instante un codazo por parte de Fénix y una risita por parte de Apolo. 

–Bien Agatha, cierra los ojos, coloca tus manos sobre las mías y piensa en ella, cualquier recuerdo vale– dijo mi abuela. Me acerqué, posé mis manos sobre las suyas y pensé en las tardes que pasaba con Dafne de pequeña. Eramos tan felices con tan poco...

Poco a poco sentía que era absorbida, al abrir los ojos no podía creer que literalmente veía el recuerdo ante mí como si de una pantalla digital se tratase. 

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora