Capítulo 11

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Llegamos a casa y dejamos a Ícaro aún dormido sobre el sofá y a Fenix mareado sobre el otro sofá.

-Fenix, ¿te traigo agua?- no sé porqué era tan amable con él si desde un principio me había tratado mal.

-No, de hecho, ni si quiera me hables- todos le miraron sorprendidos, realmente acababa de hablarme así?

-Fenix... Deberías controlar lo que dices porque te hemos salvado gracias a ella- dijo Apolo mientras Eros afirmaba con la cabeza.

-Si no fuera por ella esa cosa no me hubiese hecho nada, viene a por ella- nadie entendía lo que acababa de pasar, Fenix deambulaba e inventaba cosas por lo que decidimos dejar que descanse.

-Apolo, Eros, vamos arriba a la habitación para dejarles descansar- Fenix nos miraba con recelo, como si fuéramos su máximo enemigo. Los dos hermanos subieron las escaleras y cuando yo estaba a punto de hacerlo, Fenix me agarró bruscamente del brazo.

-¿Qué eres Dafne? ¿Por qué una cría como tú iba a ser importante para algún ente o lo que sea que habita en este pueblo?- el tono y la mirada que usaba dolían, ¿no se supone que no te duele si alguien no te importa? ¿Acaso él me importaba?

-Llevo años tratando de descubrir quién soy, ¿crees que siquiera sabré qué soy? Tal vez nunca llegue a saberlo. No sé porqué me odias desde el primer día pero lo único que he hecho es daros entrada en mi vida.- dije enfadada.

-Ese es el error de todo el mundo, darnos entrada. Mis hermanos te soportan por tu belleza pero a mi no me engañas, ocultas tus ojos porque en tu mirada se asoma la maldad personificada.

-¿Por qué hablas como si fueras un poeta dramático? No hagas que las cosas sean más de lo que son. El pueblo esta sometido a una maldición y yo por alguna razón tengo algo que ver así que colabora y ayúdanos porque al fin y al cabo tú ahora vives aquí- Fenix quedó parado mirándome directo a las gafas que llevaba. De la nada se levantó y, mirándose la mano derecha, se acercó a mí. Levantó la mano y yo, creyendo que me iba a pegar, me tape la cara.

-Dafne, NO!- me quitó las manos de la cara y puso sus manos en mis mejillas.

-Creo que esa cosa me ha hecho algo para hablarte mal. Yo no soy así. ¿vale? Deja que me explique, por favor Dafne- Y rompió en llanto vivo, ese acto de ternura nunca lo vi venir de él, nunca pensé que llegaría a verlo así.

Levanté mis manos y las puse sobre las suyas, aun estando en mis mejillas y suspiré.

-Claro que te dejo explicarte, necesito saberlo todo. ¿Vamos arriba con tus hermanos?- Fenix se limito en asentir y a separar sus manos de mi cara. Giró la cabeza para ver a un Ícaro descansando sobre el sofá.

-¿Qué hacemos con él?- dijo Fenix. Y menuda pregunta, no sabíamos si se podía confiar en él ya que en teoría él no era malo.

-Dejadle ahí, no merece enterarse de nada.- dijo Apolo estando al borde de las escaleras.

-¿Cuánto tiempo llevabas ahí?- dijimos Fenix y yo al unísono.

-El suficiente como para ver que incluso podéis parecer pareja- dijo Apolo con un tono de vacile.

Fenix y yo compartimos miradas y seguidamente fuimos detrás de él. Al llegar a la habitación Eros estaba lanzando mi peluche a la pared.

-Eros, ¿qué tienes contra Larry?- dije seriamente.

-Si Larry es el peluche, pues la primera cosa que tengo en su contra es su nombre, ¿cómo le pones un nombre así? Me decepcionas- dijo Eros riendo.

-Te podría hablar de eso o, mejor, podríamos hablar de lo que ha pasado, de los secretos y de la maldición- suspiré, harta de todo.

-Muy bien, escuchad. Tengo que deciros algo - dijo Fenix. Todos le miramos, se acercó la silla del escritorio y nosotros , sentados sobre mi cama, le mirábamos.

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora