Capítulo 13

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Empecé a sentir un frío aire recorrer todo mi cuerpo. De alguna manera sabía que estaba dormida pero sentía que estaba más despierta que nunca. De golpe, estaba en un sitio lleno de puertas rojas.

-¿Que es esta mierda?- susurré. Me acerqué a una de las puertas y traté de abrirla.

-Te causarás un daño en la memoria- dijo una voz conocida. Me di la vuelta y vi quién era, la silueta de fuego y a su vez, mi padre.

-Que sorpresa... No me esperaba para nada que esto tuviera algo que ver contigo. Dime ¿esta vez vas a intentar congelarme como hiciste con Eros?- dije con un toque irónico.

-En realidad vengo a ofrecerte un trato-declaró por fin la figura diabólica. Me acerqué y me senté en el suelo.

-Te escucho- dije finalmente. La figura adoptó una forma humana y se sentó. Me quedé helada observando sus facetas y lo muy humano que parecía.

-Vas a entrar en una guerra contra mi y contra todos los seres que quieren tu muerte- dijo.

-Dime algo que no sepa- bufé.

-En realidad, lo que te voy a decir, en el fondo lo sabes. Vais a perder esta guerra y vas a acabar muriendo igual. ¿Has visto como he adaptado una forma humana tan fácilmente? Pues muchos como yo pueden hacerlo y eso os pone en peligro, no sabes quién es quién- dijo seriamente.

- Joder, solo quiero pasar un verano tranquila. A ver, ¿Qué propones? ¿Una tregua? Y, además... ¿A ti que te importa? - pregunté. El falso humano sonrió y me ofreció su mano para levantarme. Dudé por unos instantes para luego corresponderle.

-Verás, Dafne. Yo al principio te quería muerta pero luego vi que tienes potencial, que además de tener poderes tienes un carácter fuerte y eso en momentos de guerra es maravilloso. Sin embargo, tienes tanto poder que no lo puedes contener. Te ofrezco unirnos en esta guerra contra los seres, yo te enseñaré a canalizar tus poderes y a ser ágil, ¿que te parece?- dijo mientras paseábamos por, bueno, no sé donde.

-¿Tú qué ganas? Y, ¿tú que eres en verdad?- solté mientras le miraba fijamente.

-Yo soy Ignis Daemonius, descendiente del máximo emperador infernal, cosa que te hace a ti aún más peligrosa y poderosa. Y lo que gano de esto es algo muy simple que tienes que hacer- dijo y calló. Observé sus movimientos y, su cuerpo humano, mostraba síntomas de estar nervioso.

-Un nombre en latín, perfecto. Así que no solo eres un demonio sino el emperador de los demonios, maravilloso. Y además quieres que haga algo por ti y te callas, aún más perfecto.- dije con un tono burlesco.

-Para ti esto es una broma pero podría suponer la extinción de la humanidad, estamos hablando de guerras y muertes- dijo el falso humano.

-Como si a ti eso te importara, ¿tu sientes?- dije de golpe. me miró ofendido y paró.

-Claro que siento, ¿cómo crees que me enamoré de tu madre?- levanté la mirada y bufé. Ese verano estaba siendo lo peor.

-Ah sí, infidelidades y relaciones clandestinas de las que nacen criaturas extrañas, lo entiendo- dije enfadada.

-¿Sabes que nunca quise abandonarte? Yo quería llevarte conmigo al infierno y que gobernaras pero tu madre me traicionó- dijo casi arrepentido.

-Gobernar en el infierno, deseo de toda adolescente. Dime, ¿cuál es la cosa que tengo que hacer por ti para que hagamos una tregua?- Estuvo unos segundos en silencio y por fin habló.

-Quiero que mates a tu madre- la rapidez con la que lo dijo no me permitió reaccionar.

-¿Así demostráis vuestro amor los demonios? Porque si es así, no me ames nunca- dije, tratando de pensar que eso solo estaba siendo un sueño.

-Dafne, ella provocó esto. Yo no sabía que ella estaba casada, tu madre tiene sed de poder y daría todo por conseguirlo. Si ella muere los seres sabrán que eres más poderosa de lo que creen y no volverán a significar una amenaza.- dijo, tratando de convencerme.

-Espero que esto solo sea una terrible pesadilla, ¿a caso eres una de mis voces?- Susurré.

-Las voces eran los vigilantes que te tenía por si aparecía un ser con intención de matarte. Y no, no estás soñando pero sí que estás dormida. Me comunico contigo a través de los sueños para que nadie nos oiga.

-Las voces eran los vigilantes... ¿me veían hacer todo...?- pregunté preocupada.

-No, se les nublaba la vista cuando no tenían que estar alerta- dijo calmándome.

-¿Por qué no la matas tú...?-con eso no quería decir que aceptaba que muriese, pero tenía curiosidad.

-No puedo matar directamente, tengo que mandar a alguien. Como cuando intenté mandar a Fenix a matarte y le dije que si no lo hacía tendría su alma y la de sus hermanos. Además, de ti no se lo esperará- dijo con toda tranquilidad.

-Con que el emperador no puede usar sus poderes... Por cierto, ¿cómo ha quedado lo de las almas? Quiero que en la tregua conste que quedan liberados-declaré.

-Por supuesto- espetó. Se acercó y me cogió de las manos.

-Ojalá esto no tuviese que ser así, ojalá pudiese enseñarte el mundo y ser felices junto a tu madre- me solté y lo empujé.

-No eres mi padre, solo eres el donante para que yo naciera. Mi padre esta en casa, siendo un buen ejemplo y la única persona que no me miente.- dije. Apretó los puños y me miró directo a los ojos.

-En los sueños no llevas las gafas, eso significa que tu subconsciente odia que las tengas que llevar. - dijo como si me conociese.

-Calla, no sabes nada de mi. Sabes el poder que tengo pero no sabes como soy, así que calla.

-De acuerdo. Entonces, ¿aceptas el trato?- dijo. No podía aceptarlo sin antes hablar con mis "amigos" y mi madre.

-Déjame tiempo, necesito hablarlo con mis amigos- Él sonrió y asintió.

-Hora de levantarse, te doy un día para considerarlo.Después de eso, por mucho que lo odie, somos enemigos y se declara una guerra- asentí y observé todas las puertas, que curioso.

-Son tus recuerdos. Si consigues matar a tu madre te lo borraré y no te dolerá- dijo Ignis.

-El dolor me ha hecho quien soy y tú no eres nadie para quitármelo.- y eso fue lo último que dije antes de despertar. 






DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora