Capítulo 30

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Parecía ser que Diáconos y Cassandra tuvieron un pasado, uno atrevido pero con un final dramático. Tal vez su historia no es de chico malo y chica buena sino de chica mala y chico que, con el tiempo, acabó siendo malo. Ese chico que parecía tan serio y pasota alguna vez amó a la chica egoísta y malvada. Que curiosos somos los humanos ¿verdad? Aquello que nos destruye, a su vez nos atrae.

–¿Algo que decir 'mejor guerrero'?–espetó Eros con sarcasmo. Diáconos vaciló y se acercó con pasos torpes pero aparentando seguridad. Le di una mirada y aunque no creo que fuera lo que le detuvo, volvió a alejarse. Eros rió ante la escena pero su risa era distinta, aquellas que muestran que viene un tormento tras ellas.

–Una cosa te voy a decir Diáconos, llama a mi padre–dije con rabia. Diáconos me miró con curiosidad y negó con la cabeza así que continué–¡AHORA!

–Dafnis–carraspeó y como si yo fuese una niña de 3 años puso aquel tono infantil–tu padre esta solucionando algunos asuntos importantes y será mejor no molestarle–Me acerqué con mucha ira contenida mientras veía como sonreía ante mi intento de dureza.

–Nada–le apunté con mi dedo y presioné repetidas veces en su pecho como si de una pistola se tratase–absolutamente nada es más importante que salvar a mis amigos así que o le llamas por las buenas–arqueó las cejas y esperó a que siguiese. Sabía que lo que diría a continuación no tenia sentido, no podia hacerle daño porque él era más fuerte pero debía mostrar que oponía resistencia–o por las malas.

No pudiendo contener la risa estalló y rió a carcajada limpia. Eros frunció el ceño y murmuró algo inteligible mientras yo intentaba alzar algo con el poder que tenia para hacerle entender que tal vez algo de daño podría hacerle. "Alzar algo...", ¿en quién o qué me he convertido?

–¡Oh, dulce Dafnis!–soltó una carcajada cínica–¿Acabas de amenazar a alguien que ha luchado en mil batallas y no contra humanos exactamente?–Bufé irritada y siguió elogiándose entre carcajadas–¿A alguien que controlaba los demonios del infierno?

–Eh tío, ¿Controlabas los demonios del infierno y te has dejado amenazar por Cassandra? A mentir a otro lado, tal vez ni seas la mitad de poderoso de lo que aparentas–opinó Eros con rudeza. Aquellas palabras impactaron a Diáconos. Su sonrisa se desvaneció y su mirada se posó sobre un punto fijo, como si estuviese reviviendo algún hecho dañino.

–Toda alma–susurró –escoge a quien permitir la entrada a su interior y la mía, por desgracia, se la permitió al peor de los demonios, una humana–sus manos se cerraron hasta formar puños y podía sentir que apretaba y apretaba, quería hacer desvanecer el dolor emocional a través del físico.

–Oh, yo no quería...–murmuró Eros. Por el tono de su voz supe que no se sintió nada bien al decirle aquello pero entendía que solo intentaba salvar a sus hermanos. Sin embargo, el afectado no contestó. Su mirada seguía observando la nada, sus ojos cristalinos por las lágrimas que se aguantaba soportaban todo el daño que Cassandra le había hecho.

–Diáconos–me acerqué lentamente y posé mi mano sobre su espalda, ante el tacto se movió pero no se alejó–tu alma no tiene culpa alguna, cuando decidimos amar sabemos que podemos acabar destruidos. De hecho, leí una vez en un maravilloso libro que amar es destruir y ser amado es ser destruido–sus ojos se clavaron en los míos y en ese instante sentí que no podía hablar, por alguna razón me dolía verle mal–esta bien arriesgar, está bien jugar con fuego y está bien sentir.

–No os he mentido–pronunció en un susurro– Si que soy el mejor guerrero y por eso mismo ella se acercó a mí. Quería tener a todo el ejército bajo su control para ayudar a su padre, quería manipularme para destruir a Ignis. Cassandra puede parecer a simple vista alguien inocente pero no hay demonio peor que ella– bufó.

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora