Acaricié mis labios y sentí que de todo lo malo que estaba pasando, Eros era la única persona que me podía hacer olvidar con tan solo una mirada. No quería encariñarme tanto con alguien, no quería querer a nadie y menos en tiempos de guerra pero tal vez, ese beso, había sido nuestra firma a una sentencia tan dura como el amor.
Caminaba chutando las piedras de la carretera, pensando en como y cuando todo esto empezó y me di cuenta que fue con un papelito rosado en la cocina de mi casa, con Apolo hablando de los de arriba. Nunca me llegó a aclarar quienes eran ni a que venía tanto misterio desde un principio. En ese momento eso no importaba pero quería saberlo, necesitaba tener todos los hilos conectados.
Llegué a la biblioteca del instituto y me colé por la parte trasera, ya que todavía era verano y estaba cerrado. Recorrí con la mirada el pasillo y suspiré al darme cuenta que nunca tuve ni tendría esa vida de adolescente que se choca con un hermoso chico, se agachaban a la vez a recoger las cosas y al chocar algo entre ellos se forma y se acaban enamorando. Había tenido un momento parecido con Eros pero no somos adolescentes normales, somos de todo menos normales. En parte, me alegraba no ser la única con un poder o maldición extraña. Nunca llegaría a ser la mejor amiga que Agatha merece ni la buena hija que mi padre cree que soy.
-Agatha- susurré, recorriendo las grandes estanterías de libros. En realidad sabia que los libros que mí tatarabuela había escrito "los libros prohibidos" no estarían en la biblioteca sino en casa de los fundadores, es decir, la casa de Agatha pero sabia que ella iría a leerlos ahí.
-Mira quién ha cogido el viaje de vuelta del infierno- me asomé en uno de los pasillos para ver a Agatha junto a una montaña de libros.
-Hola- me senté junto a ella apoyándome en una de las estanterías- ¿Cómo va?
-¿Habéis traído a mi hermano?- dijo ignorando mi pregunta.
-Sí, él esta bien. ¿Cómo vas tú, has encontrado algo?- se puso en pie y se acercó a mí con uno de los libros.
-¿Algo, Dafne? No he encontrado algo, he encontrado todo- asentí sin mucho entusiasmo y me puse de pie.
-Los demás están en mi casa, cogemos los libros y vamos junto a ellos. Ahí nos cuentas todo- empecé a coger libro por libro pero Agatha me detuvo poniéndome la mano encima.
-¿Que te pasa? ¿No muestras ni un poco de emoción? ¿No tienes curiosidad de saber lo que he descubierto?- me solté de su agarre y seguí recogiendo los libros.
-Eh Dafne, ¿Qué ha ocurrido en ese lugar?-traté de mantenerme tranquila y no explotar en llanto.
-Nada, ¿vale? Tu hermano esta bien, eso es lo único que te importa así que no finjas que sientes un mínimo interés- Agatha suspiró y me quitó los libros con agresividad.
-Tienes razón, no me importas- caminó hacia la puerta trasera sin mirar atrás. Suspiré y agradecí que no insistiese más. Pensaba que ya lo tenia, que podía fingir que nada dolía y podía seguir adelante pero su pregunta resonaba en mi cabeza como un martillazo, me había debilitado y me había hecho recordar los momentos de la infancia, cuando todo entre ella y yo era un sueño.
-Sabes que- se dio la vuelta con lágrimas en los ojos y con la voz quebrada- si que me importa, pero tú siempre encuentras la manera de echarme de tus asuntos. ¿Querías saber por qué te odiaba? Pues aquí tienes la respuesta, te odiaba porque una vez te quise tanto que cuando te fuiste dolió. Por tu culpa empecé a asociar amor con dolor y por tu culpa nunca quise tener una relación. ¿Por qué crees que siempre traía a chicos a mi casa? Para demostrarme a mí misma que puedo tener a alguien cerca sin cogerle cariño alguno.
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Dafne
Science FictionTodo empezó como todo empieza, con un principio. En la vida he cometido mil errores pero solo hay uno del cual me arrepiento y es el haber nacido. Sí, lo sé. No es que sea una cosa que pudiese escoger pero joder, menuda cagada. Mi nombre es Dafne...