Capítulo 19

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Atravesar ese círculo que se formaba cuando decíamos las palabras me parecía perturbador. Daba miedo saber que lo único que nos separaba de un reino cruel eran esas simples palabras.

Llegamos a Dempik y ninguno se atrevió a hablar. Tal vez por lo que acababa de ocurrir, me seguía pareciendo surrealista que estuviéramos en un reino que yo leía de pequeña, que acabase de perder a mi madre a manos de, ni más ni menos, mi verdadero padre que resulta ser el emperador de los infiernos. Y no solo eso, no. Dejé de vivir sola para pasar a tener a tres chicos que además, no están aquí por casualidad, están aquí gracias a Ignis Daemonius y además tienen poderes.

-Voy a... Voy a ver cómo esta mi padre- dije débilmente. Fenix e Ícaro se miraron y después me miraron a mí como si fuese una pobre criatura y en verdad, es lo que era.

-Dafne... No te encuentras muy bien, ve a casa y nosotros te traeremos a tu padre, ¿si?- dijo Fenix con ternura mientras Ícaro mostraba estar de acuerdo.

-Cuidaremos de tu padre, tu ve y descansa- dijo Ícaro. En cierta parte tenían razón, lo ultimo que quería en ese momento era ver a mi padre y decirle que el amor de su vida había muerto y que además yo no era su hija. No, eso nunca iba a pasar. Él nunca sabría que yo no era hija suya uno sabia que mi madre estaba muerta, todavía no.

Pese a que los chicos tuvieran razón tenia a Cassandra en manos y debían cuidar de ella, además que quería ver la sonrisa de mi padre.

-Gracias pero voy yo. Vosotros id a mi casa y cuidad de ella. Quiero que os aseguréis que es de fiar, que no sea una trampa o algo por el estilo- Fenix se mostró bastante sorprendido ante mi firmeza y simplemente agachó la cabeza, conforme aceptaba mis términos.

-¿Por qué no iba a ser de confianza? Es solo una víctima más de esos bastardos- escupió Ícaro como veneno.

-Hay personas que parecen víctimas y acaban siendo el problema, no quiero ni un error, ni un infiltrado cuando nos estemos preparando para la guerra- Ícaro bufó y Fenix se agachó para coger de nuevo a la bella durmiente.

-Cassandra no es ningún problema. Dafne, el tiempo que he estado ahí me enamoré de ella, es buena chica, lo prometo- Fruncí el ceño y me acerqué a él, tambaleándome.

-Tu amor no es prueba de su inocencia. De hecho, si tanto la defiendes y tratas de que no la pongamos a prueba...- callé y dirigí la mirada a Fenix, quien me miraba sorprendido.

-Fenix, que la prueba sea también para él. No sabemos si son infiltrados o si les han hecho algo ahí, no son tiempos para confiar en los amigos- Fenix asintió. Me dispuse a dirigirme al taller de mi padre pero Ícaro me agarró fuerte del brazo.

-Mira Dafne, estuve toda mi vida enamorado de ti. Siempre cuidándote y defendiéndote, todo el mundo te llamaba bruja en los patios pero yo siempre lo evitaba aunque, ahora que lo pienso, quizá estuve equivocado, quizá si seas bruja- escupió Ícaro. Ante sus palabras Fenix quiso acercarse y defenderme pero lo paré.

-Durante el tiempo que has estado ahí, he podido confirmar yo misma que si soy una bruja pero gracias por recordármelo. Gracias por soltarme veneno cuando recién he perdido a mi madre y casi pierdo a mi padre, gracias de verdad- dije sarcástica. Ícaro parecía no haber entendido mi sarcasmo y continuó atacándome.

-Tal vez solo me enamoré de ti porque no tenia a nadie con quien compararte ya que ahora tengo a Cassandra y sois como ángel y demonio...- espetó Ícaro con mucha rabia.

Fenix quiso interponerse de nuevo pero lo detuve con levantar la mano, eso era entre Ícaro y yo.

-En que quedamos, ¿soy una bruja o un demonio?- ante eso Fenix sonrió cosa que causó más rabia e impotencia a Ícaro.

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora