Capítulo 17

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Por el camino nos íbamos preguntando aleatoriamente sobre cosas diversas. Sobre dioses, sobre mitos... Bueno, no es tan diverso.

-Y... ¿qué hay del helado? ¿Qué sabor te gusta?- me miró como si estuviera enferma y dijera cosas irracionales.

-No me gusta el helado- Abrí la boca y me puse las manos en las mejillas, imitando el cuadro del grito.

-¿Qué tipo de persona eres? Estas de coña pero, pero que vamos- Fenix rió y a su vez negó con la cabeza.

-Tampoco me gusta ver películas, ni la música, ni las series...- le tapé la boca y el balbuceó.

- Que no te guste es pecado, pero que lo digas en voz alta es delito- Fenix puso cara de asustado y rompí a carcajadas.

-Que leyes más raras tenéis en este pueblo- dijo Fenix, seriamente. Seguí riendo y puse mis manos sobre sus hombros.

-No es la ley de Dempik, es la ley de Dafne que es peor- sonrió cuando se dio cuenta que le estaba tomando el pelo.

-Fenix, mírame. Cuando todo esto acabe voy a cumplir tus pesadillas; te llevaré a comer helado, te pondré música hasta que te estallé la cabeza, veremos películas juntos y series...- fingió enfadarse y después sonrió.

-¿Estás describiendo una cita, Dafne?- me sonrojé al instante y supe que la había cagado, pensaría que estaba tonteando con los tres hermanos y me mandaría a la mierda.

-No es una cita, es una práctica- Fenix puso cara de "¿qué éstas diciendo?".

-Ya que odias todo eso, yo te debo obligar a hacerlo para practicar como futura heredera al trono del infierno- Fenix entristeció su mirada y me cogió de las manos.

-No irás a gobernar en el infierno. De hecho, yo te prometo hacer lo que quieras si me prometes que harás todo lo posible para no tener que gobernar en el infierno.- sonreí de ternura y no entendí a que venia tanto cariño.

-Lo prometo- sonrió como si hubiésemos firmado un pacto y siguió caminando, ya estábamos acabando la primera parte del bosque.

-Fenix, no sé por qué siento un gran cariño por tus hermanos, pero sobre todo por ti- Fenix se dio la vuelta como si hubiese visto al diablo, bueno, técnicamente yo era algo demoniaco pero... En fin, es una expresión.

-A mí también me pasa, espero que no tenga nada que ver con tu padre demoniaco y que sea algo no sé, una química- se acercó a mí, me dio un cálido abrazo y seguimos nuestro camino

Pasados unos minutos, muchos, Fenix empezó a comportarse de una manera muy extraña.

-¿Te encuentras bien? Si te has cansado o necesitas beber, paramos- se tambaleó ligeramente y se apoyo en el árbol más cercano.

-Dafne, mi cuerpo... arde... duele, duele!- gritaba. Fenix posó sus manos sobre su cuerpo en sufrimiento y trató de calmarse, en vano. Traté de calmarle y de golpe me vino en mente que podría estar pasando, o más bien, quién.

-Ignis, sé que eres tú, déjalo en paz- grité. Al pronunciar esas palabras una risa malvada se oyó de fondo y Fenix dejó de gritar, cayendo rendido en el suelo.

-Cuando te pones así seria y chillona, haces que deje de ser divertido, querida- su voz venía de uno de los árboles y al alzar la mirada, saltó. Se acercó a Fenix, que no dejaba de toser, y lo levantó.

-¿Cómo es posible que parezcas humano?- Ignis rió y yo indiqué a Fenix que se lo explicaría más tarde.

-Hay humanos que son monstruos y hay monstruos que parecen humanos- dijo Ignis entre risas.

DafneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora