23.

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Dos meses después

Ésto no puede ser verdad, ella no puede estar muer...

No soy capaz ni de pronunciar esa palabra.

En ese ataúd no puede estar Andy, no puede estar pasando esto. Me acerqué lentamente al ataúd el cual estaba rodeando de muchas flores, girasoles por cierto, sus favoritos.

Junto a mí colgada de mi brazo estaba Daniela, ella no dejaba de llorar, sus ojos estaban hinchados, era realmente irreconocible.

Junto al ataúd estaban Pau y Paola al igual que Daniela estaban devastadas.

Poco a poco y con ayuda de Daniela levantamos la tapa del ataúd.

Allí estaba ella, sus ojos cerrados y su piel más pálida que nunca.

Sentí una fuerte presión en el pecho, me empezaba a faltar el aire y me senté de golpe.

Otra vez esa maldita pesadilla que me perseguía desde la primera noche fuera del hospital, dormía con el miedo de que se hiciera realidad.

Todos los días me despierto con la esperanza de tener algún mensaje que diga "despertó".

Sólo una maldita palabra es lo que necesito.

Pero no, eso es la maldición de Maduro y Chavez.

Si, eso me lo ha enseñado Daniela.

Como mi rutina de todos los días iba al Starbucks cerca de mi departamento compraba el desayuno para mí y la mamá de Andy, ya que ella se quedaba en el hospital todas las noches.

Después me iba al hospital allí pasaba casi toda la tarde, a eso de las seis me iba a la policía para ver que sabían de la camioneta y como siempre su respuesta sólo era "aún no hemos conseguido nada".

Estoy en total acuerdo con Daniela cuando les dijo "no sirven pa una mierda" "parecen policias venezolanos pajuos" Si, ya sé pronunciar las jergas venezolanas, será una sorpresa para Andy cuando despierte.

En las noches iba a un bar cerca del departamento a tomar uno que otro trago para soportar el hecho de que Andy aún no ha despertado.

Y lo único que dicen los doctores es "sigue igual" "sólo hay que esperar" "tienen que tener esperanza".

-Buenos días Hero.-Dijo la señora de la recepción, la cual siempre me recibe con una sonrisa, es una señora muy amable.

-Buenos días señora Rose.-Sonreí o al menos lo intenté, no he podido hacerlo realmente desde el día del accidente.

Iba a hablar pero su teléfono sonó así que le hice un gesto de que volvía en un rato y me dirigí a la sala de espera.

Para mi sorpresa no estaba ni Paola, ni Paulina, lo cuál se me hacía realmente raro.

De inmediato me alerte, el miedo de que mi pesadilla se hiciera real fue más grande así que empecé a correr en dirección a la habitación de Andy, la puerta estaba abierta, sentí los nervios a flor de piel.

Lentamente me asomé por la puerta.

No podía creer lo que estaba viendo.

MI VENEZOLANA || Hero Fiennes-Tiffin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora