MI VENEZOLANA || Hero Fiennes-Tiffin.

42.

Me desperté con un maldito dolor de cabeza que nawevoná siento que ésta vaina me va a explotar en cualquier momento, abrí los ojos pero estaba demasiado oscuro, no había ni una luz en ésta mierda.

No podía mover las piernas, mucho menos los brazos. Muchas preguntas pasaron por mi cabeza en ese momento  unos cuantos ejemplos serían

¿Donde estoy? ¿Cómo llegué a aquí? ¿Y POR QUÉ COÑO ESTOY AMARRADA? Maldito Maduro, Chávez, Diosdado y todo su clan.

No podía ver dónde estaba, además la espalda estaba matandome debido a que quien sabe cuanto tiempo he estado acostada en el piso. Arrastrandome como un gusano logre sentarme con la espalda en una pared. ¿Pero qué mierda? ¿Como llegué aquí?

Lo último que recuerdo fue... Hero y Mafer ¿cómo mierda es posible que haya hecho eso? Coño yo entiendo que es arrecho y  la vaina, yo me deprimida si él no se acordara de mí pero sí de la ex pero tampoco iría a tirarme al primer bicho que se me pasara por el frente O PEOR AÚN EMBARAZARLA o bueno, al revés pero ajá ustedes me entendieron, siento esa leve necesidad de buscarlo, de hablarle, de besarlo...
Sacudo mi cabeza alejando esas vainas porque era lo último en lo que quiera pensar. Salí corriendo del centro comercial, me senté a llorar en la acera, mi teléfono descargado, la bocina de un auto.

MIERDA. ¿SERÁ QUE ME ESTOY VOLVIENDO LOCA?

Escuché una risa que hizo que mi piel se erizara por completo.

¿Pensé en voz alta? Al parecer sí

—No... Aún no.—Dijo el dueño de la risa entrando a la habitación mientras encendía la luz, bueno, la poca luz que había, la habitación era un pequeño cuadro en obra gris y no había nada más. Cualquiera se volvería loco aquí, tan capaz y estoy alucinando.

—Todo esto lo hiciste tú.—Bufé.—¿Con qué finalidad? ¿Enamorarme? Verga pana, tu tienes que ser chavista si crees que así te cuadras a una chama.—

Se rió.

—Intenté hacer las cosas bien entre ambos y tú lo preferiste a él.—Me miró con muchísimo odio. Admito que si estaba medio cagada porque si ese marico quería matarme nadie se daría cuenta pero no se lo iba a demostrar.

—No es cuestión de preferencias Leonardo. Créeme que si yo pudiera elegir que sentir apagaría en éste momento todo sentimiento hacía Hero...—Iba a hablar pero lo interrumpí.—Y no, no por ti no seas iluso.—Giré los ojos.

—Ni en ésta situación cedes un poquito ¿eh?—

Negué con una sonrisa.

—Ni porque estés quemandome viva aceptaría estar contigo.— Levanté el rostro mirándolo fijamente.

Por un momento pensé que iba a besarme porque se acerco muchísimo a mi, sentí un asco increíble, mi estómago se revolvía, el vomito iba a salir.

Y no, no era sarcásticamente.

Como pude lo empujé con los pies y vomite justo donde él había estado. Miró la escena con asco y después me miró con el ceño fruncido.

—Pensé que ibas a vomitarme.—Dijo serio.

—No soy tan ridícula como tú.—Giré los ojos.—Ahora si quieres puedes irte antes de que me arrepienta de no haberte vomitado.—Sonreí falsamente.

Se levantó lentamente y se dirigió a la puerta, diciendo un "te traeré algo de comer" que apenas logré escuchar. No pasó mucho tiempo cuando escuché que volvían a meter la llave en la puerta. Seguramente Miss. Estoy loco y secuestro gente, ya preparó la comida.