matrimonio por contrato. » norminah. [TERMINADA].

Epílogo.

Años después.

Dinah's POV.

—¡David, ven aquí!—le grito al pequeño, quién empezó a corretear por toda la casa, sin nada de ropa.

—¡Ño!—me grita riendo, y entra a su habitación.

Suspiro, y le sigo, entrando y cerrando la puerta detrás de mí. Mi pequeño sube a su cama, saltando con diversión. Ruedo los ojos y corro hasta él, escuchando reír a carcajadas. Lo envuelvo en una toalla cubriendo su desnudez.

—Tienes cinco años, no puedes andar desnudo por la casa.—frunzo el ceño con las manos en mi cintura.—Esos tiempos acabaron para ti.—río con diversión, mientras lo cargo.

Él ríe, y ladea la cabeza. Lo dejo dentro de la tina con varios de sus juguetes. Y sonrío aliviada al verlo distraído.

David Hansen Hamilton era un niño hermoso, era una copia exacta mía, pero con pequeños detalles de Normani, cómo su sonrisa o sus grandes dotes para el baile.

—Bien, mi pequeño príncipe. Es hora de ponerte tu pijama e ir a la cama.—le digo, sacándolo de la tina.

Él asiente, y estira sus brazos hacia mí. Lo tomo con delicadeza, cómo si aún fuera un pequeño bebé. Lo llevo hasta su cama para ponerle la pijama.

—¡Wow!—dice Normani, entrando y dándonos una gran sonrisa.

—¡Mami!—chilla David, corriendo a los brazos de su madre.

La morena lo recibe en un gran abrazo, mientras llena su rostro de besos, diciéndole lo mucho que lo había extrañado.

Para nadie era una sorpresa lo apegada que era Normani con David, lo amaba demasiado, y no podía pasar más de una hora sin su hijo.

Escucho una pequeña carcajada, y sonrío, podría jurar que mis ojos brillaron al escucharle.

Una pequeña morena corrió hacia a mi con pasos torpes y con sus brazos abiertos. La alzo y empiezo a darle vueltas, mientras ella no deja de reír.

—¿Has crecido o es idea mía?—le hablo de forma graciosa, mientras frunzo el ceño.

La pequeña ríe, y se esconde en mi cuello. Sonrío, era igual a su madre.

—Mami.—balbucea, tocando mi boca y riendo por mis muecas graciosas.—Mami Di.—dice riendo.

Amaba lo risueña, era obvio que lo había sacado de Normani.

Suspiro viendo a mi pequeña bebé. Hace tres años, Normani y yo habíamos decidido que era hora de tener otro bebé en casa. Algunos decían que íbamos muy rápido, pero no podíamos esperar, David se hacía cada vez más grande y era hora de un nuevo integrante.

Así fue cómo Alice Hansen Hamilton llegó a nuestro hogar, llenándolo de más amor y risas.

—Te amo, mi pequeña bebé.

—Pensé qué yo era tu pequeña bebé.—murmura Normani, acercándose con David en sus brazos.

Sonrío y beso su mejilla, viendo a Alice fruncir sus cejas. Río, y niego, besando ahora, las mejillas de mi celosa hija.