Capítulo 13

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El contrincante de Álex era un muchacho un poco más bajo pero más musculoso, tenía el cabello rubio y los ojos verdes. A diferencia Álex tenía los músculos más delgados y totalmente tatuados, en su espalda había un fénix resurgiendo de sus cenizas, en su hombro tenía una calavera. Era simplemente hermoso.

El rubio intentó dar un puñetazo en el rostro de Álex, pero él se echó hacía atrás con agilidad. Álex le intentó asestar una patada en el costado del otro muchacho, sin embargo, el rubio fue más rápido, lo esquivo y le dio un puñetazo en la cara. Álex se echó hacía atrás, su nariz empezó a sangrar y sus ojos se humedecieron. Estaba tan nerviosa que de un momento a otro pensaba que me iba a poner a vomitar. Odiaba la violencia con toda mi alma pero estaba demasiado preocupada por Álex cómo para apartar la vista.

Para mi sorpresa una sonrisa se formó en el rostro de Álex, le agarró el brazo y se lo retorció, un grito agónico salió de la garganta del muchacho, Álex no paró, estampó su puño en la barbilla del rubio. El contrincante cayó al suelo y cuando intentó incorporase de nuevo Álex le dio una patada en el estómago.

La gente empezó a gritar de emoción, mi amiga Ella incluida entre ellos y nos dio una abrazo. Olivia y Ella se fueron a buscar al chico que llevaba el dinero de las apuestas mientras yo me acercaba al lugar donde se encontraba Álex.

Cuando de repente escuché un sonido.

La sirena de la policía.

Todas las personas se mueven en masa, golpeándose entre ellas, empujándose unas contra otras. Todos desesperados por salir de aquí. Intentó encontrar a mis amigas entre el mar de gente pero me es imposible. Cuando me doy cuenta un chico se choca contra mí y caigo al suelo. Las personas pasan por encima de mí intentando escapar. Empiezo a sollozar.

Tranquilízate Alisha, respira y busca una salida.

Me levantó con ese pensamiento y miró a mi alrededor. Veo una ventana, detrás de un bordillo muy largo. Si pudiese saltar lo suficiente alto podría salir por la ventana. Me acercó corriendo y chocando entre la gente.

Empiezo a saltar. Tomo aire, flexiono mis rodillas y saltó con todas mis fuerzas. Mis manos acarician el bordillo pero no puedo agarrarme a él. Vuelvo a pegar un brinco pero me sucede lo mismo. Pronto va a llegar la policía joder. Me estoy ya desilusionando y la impotencia se apodera de mí mientras sigo intentando logar mi meta.

Respiro, salto y siento como unas manos en mis caderas me elevan más arriba. Esta vez con la ayuda del impulso logro agarrarme del bordillo y subirme a él. Miró a la persona que me ha ayudado y me sorprendo viendo el rostro de Álex. Él me mira y mueve sus labios diciendo que siga hacia delante.

Corro hacía la ventana. Me siento en el suelo y hago unos cálculos rápidos de con que trayectoria y en qué punto del cristal he de golpear para que se rompa con facilidad. Colocó mi pierna en el cristal, flexionó la otra y pateó con fuerza. La ventana no se rompe pero se tambalea.

Giró mi cabeza hacia atrás y veo a Álex corriendo hacia mí. Esta vez flexiono las dos piernas y pateo. El cristal estalla pero no se rompe.

Voy a golpear de nuevo pero Álex se me adelanta y golpea el cristal haciendo que se rompa y miles de cristales estallen en todas direcciones. Unos se clavan en mis piernas y otros en mis brazos pero no me importa la prioridad es salir de aquí. Le indico a Álex que pase delante de mí aunque él sea más robusto que yo y pasar por la ventana sea más complicado para él, él ya ha hecho mucho por mí.

Pasa la ventana con cierta dificultad y luego paso yo. Él salta tan tranquilo unos seis metros y el pánico se hace presente. Maldito miedo a las alturas.

-Venga linda – me anima Álex- yo te cojo.

No hay tiempo para pensar, deposito toda mi confianza y fe en Álex y salto con los ojos cerrados. Estoy tan asustada que ni siquiera puedo gritar. En ese momento siento los brazos de Álex alrededor de mi cuerpo. Le doy las gracias con la mirada y con nuestras manos entrelazadas salgo corriendo en dirección a mi casa.

Subimos a la ventana y entramos a mi habitación.

-¿Estás bien?- le preguntó en un susurro entrecortado por el flato.

Él asiente y me toma la cara entre sus manos.

-¿Y tú?- pregunta preocupado.

-Sí, aunque tengo que sacarme los cristales.

Lo tomo de la mano y lo llevo al baño de mi habitación. Sacó un botiquín y una toalla y empiezo a limpiarle el rostro que está lleno de sangre.

-Necesito que te quites la camiseta- le pido sonrojada.

Él se quita la camiseta en silencio y no aparta su mirada de mi rostro. Quito los cristales incrustados y paso mis manos por sus tatuajes acariciándolos con cariño. Después me hace sentarme en la taza del WC y repite lo mismo conmigo.

-La camiseta-me dice.

Estaba tan distraída que tardo unos segundos en reaccionar. Mis mejillas se calientan. Él empieza a sacar los cristales con delicadeza pero siento como cada uno desgarra mi piel. Me pongo el pijama.

-Quédate a dormir conmigo- le digo- Es demasiado tarde como para ir solo por la calle.

-¿Quieres que duerma en el suelo?- preguntó.

Negué con la cabeza. Me metí en la cama y le hice un gesto para que se uniera. Álex dudo unos instantes pero al final se unió a mí. Le di un beso en la mejilla.

-Buenas noches- dije mientras me acurrucaba.

-Dulces sueños muñeca.

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Enamorada del chico malo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora