Capítulo 41

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La semana siguiente llegaron las facturas y simplemente quería morirme. Hacía ya años que yo me encargaba de las facturas, era buena con los números así que no era un quebradero de cabeza encargarme de ellas, a diferencia de mi madre a quién se le hacían cortocircuitos en el cerebro solo de pensar en todos los números.

Me froté la frente frustrada. Incluso con el dinero que había ganado en el casino, la pensión por huérfana por parte de padre, mi madre y yo trabajando no me llegaba para pagar los gastos. Mi madre y yo no éramos personas derrochadoras de hecho éramos todo lo contrario sin embargo teníamos unos gastos que la mayoría de familias no tenían.

Mi madre se sentó a mi lado.

-No nos llega el dinero mamá- le informé.

-A lo mejor si hago unas cuantas horas extra- empezó esperanzada.

-No es suficiente- negué con la cabeza- Necesitaría volver a ganar tres veces lo que gané en el casino.

-Lis no quiero que vuelvas a pisar un puto casino en tu vida- sentenció mi madre enfadada.

-Y dime tú entonces de donde va a venir el dinero- le miré con furia.

¿Qué se creía? ¿eh? Qué el dinero iba a caer del cielo por arte de magia. Mi madre me miró dolida pero no rectifiqué mis palabras. La realidad era dura y había que enfrentarla.

-Si tal vez pidiéramos un préstamo al banco- sugirió.

Negué con la cabeza.

-No es buena idea endeudarse. Hoy iré a un casino y probaré suerte- aunque yo no necesitaba suerte.

Se ve que toda la falta de suerte que tengo en mi vida la tenía al jugar a las cartas. Desearía que fuera al revés pero no tenía intención de darle al karma una razón para quitármela también en las cartas.

Esa misma tarde me preparé. Me puse un vestido azul celeste que me llegaba por las rodillas, la falda del vestido era de tull y la parte de arriba era de cuello barco y mangas como de kimono.

La ropa era importante, a los hombres de un casino les gustaba ignorar la capacidad o habilidad que podía tener una chica sobre todo si era joven así que era importante enfatizar mi inocencia y bondad. La situación requería de tanto al punto de que me puse unas medias carnes aunque las odiaba con todo mi corazón. De normal me hubiese puesto unos tacones pero decidí ponerme unas bailarinas, mi baja estatura me ayudaría en esto.

A la mayoría de jugadores les gustaba llevar gafas de sol para evitar que la gente leyese su expresión por eso si me plantaba allí sin gafas aun creerían poder vencerme y que yo tenía poca experiencia. Pobres ilusos.

Bajé de mi habitación y mi madre me esperaba abajo en las escaleras. Me dio un abrazo.

-Es que- dijo llorando.- Tú no deberías de traer el dinero a casa Lis, debería de ser yo, soy tu madre.

Le sequé las lágrimas.

-Mamá, ya sabes cómo son las cosas, nunca he sido una hija normal y nuestra situación tampoco lo es.- le dije.

-Te quiero cariño.

-Yo también te quiero.

Salí de mi casa y empecé a caminar. Yo era una chica buena pero no era inocente. A veces pensaba que no era una chica buena que en fondo no existían chicas así. Las chicas buenas solo eran chicas malas a las que no les habían descubierto.

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Les quiero 😘😘😘😘

Enamorada del chico malo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora