Capítulo 6

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¡Oh Dios mío! ¡Voy a morir!

Tengo cinco minutos para levantarme, hacerme la cama, peinarme, lavarme la cara, cambiarme el pijama. Salgo disparada a abrir la ventana para que la habitación se ventile, mientras tanto corro al baño. Me mojo la cara con agua fría para quitarme las lagañas de los ojos. Peine, peine, peine ¿Dónde está el peine? Abro el cajón de mi derecha y lo encuentro, intentó deshacerme de los enredones y parecer una persona normal. Sin quitar los pelos que se han quedado en el cepillo salgo del baño y empiezo a hacer la cama. Coloco la almohada cuando oigo el timbre.

Voy a bajar a abrir la puerta pero mi madre se me adelanta.

-Disculpe, ¿vive aquí una chica llamada Alisha Snow?- preguntó Álex, me hizo mucha gracia lo educado que estaba siendo con mi madre.

-Sí- dijo mi madre con una sonrisa- Soy Rose, la madre de Lis.

-Un placer- dijo mientras entraba.

Le saludé con un leve movimiento de la cabeza.

-Haremos el trabajo en mi habitación- expliqué, me giré hacia mi madre- Adiós mamá.

-Un placer Rose- dijo con una sonrisa perfecta digna de un anuncio de pastas de dientes.

Subimos las escaleras para llegar a mi cuarto. Álex miró las paredes negras llenas de números, letras algebraicas, gráficas y problemas.

-¿De qué material...

-Es pizarra- le interrumpí.

Mis padres decidieron recubrir todas las paredes e incluido el techo con pizarra cuando tenía cinco años y había descubierto mi pasión por las matemáticas. Así podía hacer los problemas sin problema, cogía una tiza y un borrador y a pasar horas de diversión.

Él se quitó su gorro azul dejando a descubierto su cabello castaño desordenado. También se quitó su chaqueta de cuero y la dejó en mi cama, llevaba una camiseta blanca que marcaba su cuerpo musculado y sus tatuajes. A continuación miró mi ropa.

-Bonito pijama- dijo sonriendo con sorna.

Yo no me avergoncé por llevar un pijama tan guay como el mío. Era de manga larga, color gris con rayas gruesas blancas y en medio había un dibujo del Pato Donald. Era simplemente genial.

-Lo sé, es mi preferido- le contesté tranquila.

-¿Te acabas de levantar de la siesta?- preguntó.

-¿Tú qué crees?- pregunté irónica.

-Creo que sí linda.

Me levanté de la silla y empecé a borrar la pizarra.

-Quedaremos tres tardes, la de hoy para organizar, la siguiente para poner la información y la última para aprender la información.

Fui a coger el taburete para borrar las partes de arriba cuando Álex cogió el borrador que llevaba en la mano derecha y empezó.

-¿Qué se siente al estar tan cerca del infierno?- menudo imbécil.

-¿Qué tal está el clima haya arriba?.

-¿ De qué época quieres hacer el trabajo?- me preguntó.

-A ver, la parte de la antigüedad, que es lo que viene siendo Egipto, la Antigua Grecia y Roma lo van a escoger seguro.

-¿Y tú no quieres que se repita?

Yo asentí.

-Hay otra chica clase que está obsesionada con la mitología nórdica, las guerras mundiales también se escogerán, lo siento, sé que te gustarían una época con muchas muertes.

-¿Me estás tomando por una persona sádica?- fingió indignación.

-He escuchado que participas en peleas clandestinas- comenté.

Él no lo negó así que supuse que era cierto.

-Y obviamente habrá una pareja que haga el trabajo sobre la independencia de Estados Unidos.

-¿Quieres qué lo hagamos sobre la prehistoria?- preguntó desganado.

- Sé que te gustaría que hiciésemos ese tema para encontrar gente de tu mismo coeficiente intelectual pero como en esos tiempos no existía la escritura hay pocos datos comparando con otras épocas.

-Cuidado con lo que dices sobre mi coeficiente intelectual, muñeca, no juegues con fuego.- me amenazó.

- Como te dije no me gusta el fuego, pero aunque jugase con él. ¿Cuál es la gracia de jugar con fuego si no te quemas un poco?- le pregunté.

La tensión entre nosotros se podía cortar con un cuchillo.

-¿Qué te parece si lo hacemos sobre la revolución francesa?- sugerí volviendo al tema escolar.

-¿Número de muertes?- puse los ojos en blanco.

-Guillotinaron a más de quince mil personas.

Asintió satisfecho. Para mi sorpresa estar con Álex no fue tan molesto como pensaba.

-No ha estado mal- comenté.

Lo llevé hasta la puerta.

-Adiós muñeca- se despidió.

Puse los ojos en blanco.

-Adiós idiota.

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Enamorada del chico malo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora