Infinito (Alex Høgh Andersen)

Capítulo 1

Me miro en mi espejo por última vez, cabello largo castaño, ojos verdes pardos y piel trigueña;  Recorro con mi vista mi habitación para chequear que no me olvido de nada. Siempre me costó viajar, me quedo con ese sentimiento de que dejo algo atrás o que podría perder algo que realmente quiero, me es muy difícil alejarme de todo aunque solo sea por unas semanas. 
Tomo mi mochila y la pongo sobre mis hombros. Vuelvo a mirarme al espejo y junto mucho aire en mi pecho, para tomar valor y hacer lo que planeé hacer.
Comienzo a caminar por las habitaciones de mi casa, mirando cada detalle y cada aroma para grabarlo en mi mente.

En la camioneta ya mi familia me espera para partir. Papá cargó mis maletas.

El viaje dura aproximadamente una hora, pero por alguna razón esta vez fue mucho más largo, en el que solo se escuchaba la música de la radio.

- Lo que necesites, solo nos tienes que llamar ¿si hija? – dijo papá mirándome por el espejo retrovisor.

- Si papá, gracias – respondí con una pequeña sonrisa para calmar su preocupación.

- Y si quieres volver antes puedes hacerlo – agregó mamá.

- Lo sé mamá, prometo llamarlos siempre que pueda – volví mi vista al camino.

Mi hermana no comentaba nada, iba perdida en la música de sus auriculares, pero sé que me extrañará.

Mi nombre es Julia, tengo 22 años y vivo en Argentina junto a mis padres y mi hermana menor.
Llevo bastante tiempo pensando y planeando este viaje a Dublín.
He tenido un año bastante complicado, de muchas cambios y crecimiento personal, como diría mi psicóloga, pero siento que debo alejarme un poco de la rutina. Termine una relación de años fue una de esas relaciones que terminan por consumirte, en donde la capacidad de perdonar termina consumiendo el amor, el que sentía por él y el que sentía por mí misma, a eso sumarle las inseguridades con las que había crecido en una escuela en la que yo no encajaba.
Esos y muchas cosas más fueron los ingredientes perfectos para que tocara fondo.

Tocar fondo es bueno, porque más allá de eso no hay nada, y sólo puedes ir hacia una dirección, ARRIBA. ¿Por qué no cambiar el escenario? cambiar las energías, darle un nuevo aire a mi vida y a mí, quizás así sentirme más libre.
Nunca lo quise admitir, pero estoy encadenada a las expectativas que toda mi familia tiene sobre mí, se supone que debo ser la exitosa, la más inteligente, la más independiente, la más perfecta. Gracias a esos ideales de perfección es que termine enferma, en depresión por no poder lograrlos o saber que podía lograrlos, pero mi inconsciente me lo prohibió porque sabía que esa no era yo, entonces este viaje es para eso, responder a la pregunta "¿Quién soy yo?".

Es difícil luchar todos los días para no sentirme triste, para seguir adelante, para que nadie se preocupe por mí, hasta a ese punto influyen las personas en mi vida, no me permito estar mal para que ellos no estén mal.

El viaje comenzó como una meta para ocupar mi mente y mis ideas con el fin de no quedarme congelada, incapaz de sentir, viviendo en modo automático la vida que otros querían para mí. Fue una decisión que tome sola, podría decirse en contra de lo que todos querían que hiciera. Un acto de rebeldía como lo llamaran muchos o un acto de valentía como prefiero llamarlo.

- Cuídate hija, si necesitas algo solo tienes que pedirlo- dijo papá mientras me abrazaba.

- Si papá, muchas gracias- dije pegada a su pecho. Sé que uno de sus miedos  es que algo me falte y él no pueda proveérmelo.
Es muy buen padre, lo admiro mucho y sé que voy a extrañarlo muchísimo. En especial cuando no pueda hacerme reír con sus payasadas.

- Aún no puedo creer que llegó el día- dijo mi madre entre lágrimas.

- Ay mamá, es una experiencia increíble la que va a vivir- agrego mi hermana mientras se reía de cómo se emocionaba nuestra madre.
Es una mujer muy sensible y llora por casi todo, pero esta vez la entendía. En algunas cosas me siento identificada con ella en especial con esta cuestión de la sensibilidad, ninguna de las dos puede discutir sin llorar.