-Narra Mateo Al escuchar eso me quede totalmente sin palabras, ¿a que venía esa pregunta ahora? Simplemente contesté lo primero que se me vino a la cabeza
Mateo: pues porque con ella tengo todo lo que quiero Alexa: ¿con ella tienes todo lo que quieres? Mateo: si Alexa: entonces, ¿por qué me besas a mi? Mateo: porque es lo que siento en ese momento Alexa: si me besas a mi tanto no la quieres a ella Mateo: ya, ya lose. ¿A caso te piensas que nunca se me ha pasado por la cabeza dejarla por ti? Claro que si, ¿pero hasta donde llegaría lo nuestro? Míranos, somos polos totalmente opuestos, no tenemos nada en común así que estaríamos todo el día discutiendo. Y no, yo no estoy preparado para tener una relación así
Después de decirle todo eso, nos quedamos en silencio. La montaña rusa hizo su gran bajada y su largo recorrido y cuando acabo, fuimos cada uno por nuestro camino. Me dolía que nuestro día se haya estropeado por aquella pregunta y por mi respuesta, pero necesitaba desahogarme y decirle todo lo que siento. Y no he mentido en nada de lo que he dicho, me encantaría intentarlo con ella, pero a la vista está lo muy diferentes que somos, se que no nos aguantaríamos ni una semana.
Pasamos el viaje sin hablarnos, ni si quiera mirarnos, aunque he de reconocer que alguna vez si la mire de reojo. Cuando llegamos a casa cada uno fue a su habitación. Me tumbe directamente en la cama y cogi el móvil para ver mis redes sociales ya que llevaba todo el día sin hacerlo. Le pedí a Alexa la foto que nos hicimos en el parque para poder subirla a las historias:
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y vi como a los pocos segundos Alexa ya la había visto. Sinceramente esperaba una respuesta, pero esa respuesta nunca llegó.
Pedro: ¿que tal en el parque? -dice entrando a mi habitación- Mateo: bien, me lo he pasado bien Pedro: ¿y Alexa? ¿se lo ha pasado bien? Mateo: si, por lo que yo se si. Le gustan mucho los parques de atracciones Pedro: me alegro hijo, descansa -dice cerrando la puerta de mi habitación-
Cuando mi padre se va, voy al baño a darme una ducha con agua fría para despejarme de todo. Vuelvo a mi habitación y me cambio para poder dormirme. Estaba ya apunto de caer en un profundo sueño cuando escucho que alguien toca la puerta de mi habitación y pasa por debajo de la puerta un papel doblado. Lo abro y leo: "si no arriesgas, no ganas"
