Amor verdadero

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Narra Mariam

"Ella es fuerte y muy segura de sí misma. Confía en ella. Lo logrará"

Tres días. Tres días y ella aún no aparece. Me preocupaba en extremo, era mi única hija y ahora la he perdido quedándome sola como la primera vez. La muerte de mi esposo fue desgarradora para mi sensible corazón, y ahora sin Tiana sería devastadora la idea de no volverla a ver.

El carruaje del señor Lavoud cruzaba calle tras calle hasta llegar a su mansión. Lugar donde siempre  me he sentido bienvenida, gracias a Charlotte y sus gustos glamurosos y uno que otro vecino de los Lavoud.
Charlotte Lavoud no es una chica fácil, si en cuanto a ropa se refiere.

El señor Lavoud y la Señorita Charlotte son dos personas adineradas, pero con un corazón de oro; y es por eso que agradezco mucho los esfuerzo que el señor Lavoud hace por encontrar a Tiana.

—Pierda cuidado señora Duvoah, haremos todo lo posible por encontrarla. —Expreso dándome esperanza en sus palabras. —General, mandé a sus soldados a buscar a esta chica. Debe aparecer, a como dé lugar, lo más antes posible. La boda de mi hija será mañana y no podemos hacerla sin ella. —Mencionó, dirigiéndose al general Charles.

—De inmediato señor —respondio este al mismo tiempo que acababa las órdenes del señor Lavoud.

Agradecía mucho la amistad que la señorita Charlotte y Tiana tienen, al fin y al cabo son mejores amigas desde niñas.

Cuando hube, al fin, arrivado en la mansión de los Lavoud, dos sirvientes me esperaban para llevarme a la habitación de la señorita Charlotte, aunque era muy obvio que yo ya sabía dónde se encontraba, conocía esta casa más que cualquier otra cosa.

—Señorita Charlotte —llame a la puerta de habitación, frente a mí.

—Adelante. —correspondió al llamado al otro lado de la puerta.

Acatando sus indicaciones entré y me encontré con la señorita Charlotte frente a un inmenso espejo mientras sus damas el arreglaban el cabello.

—Señora Dovuah, que gusto que haya llegado al fin, estaba esperando por usted. Antes que nada quiero disculparme por lo que ha pasado con Tiana, ella —su voz se cortó reprimiendo las lágrimas, haciendo que mi corazón se estemecierá también.

—Lo sé linda, te entiendo, este es tu mayor sueño y estás a punto de cumplirlo, sé que Tiana aparecerá y al ver que tus sueños se han cumplido ella también se sentirá orgullosa de ti, como yo lo hago. —La abracé con fuerza, para luego después tomar sus hombros entre mis manos. —Ahora linda, tengo algo para ti.

Tome el vestido que traía cubierto entre unas telas y al descubrirlo ante sus ojos quedó maravillada.

—Mi vestido señora Duvoah. Es-es —comenzaron a rodar lágrimas por sus mejillas. Se avalanzo sobre mí y me abrazó con fuerza. —Es magnífico. Ustedes la mejor. La mejor.

—Ya Charlotte arruinaras tu maquillaje. Ven vamos a probartelo para finalizar los últimos detalles.

He pasado años confeccionando vestidos para Charlotte, desde que era una niña. El tiempo me ha dado la experiencia y el señor Lavoud la oportunidad de mejorar con cada vestido que yo hago para la señorita Charlotte, es más creo que todo su guarda ropa está confeccionado por mis diseños.

Luego de que Charlotte se probará el vestido tuve que arreglar pequeños retoques que faltaban del vestido como pequeñas puntadas doradas en  la cola, larga y rosa, unas que otras en el hombro y el escote y uno que otro brillo extra.

Se veía preciosa y muy emocionada por ese gran día. Todo el mundo lo estaba, era el festival del Martigra pero algo muy diferente pasaría esa noche, una boda en pleno festival, eso sí que era alucinante, no era algo que pasará todo el tiempo.

—¿Puedo preguntarle una cosa señora Dovuah? —Escuche la dulce vos de Charlotte romper el plácido silencio que existía en la habitación.

—Claro mi niña.

—¿Que sentía en estos momentos? Hablo de su boda ¿Qué sintió cuando ya estuvo frente a su amado?  —Era algo que nadie me había preguntado nunca. Ni siquiera Tiana, tal vez porque su sueño sea otro que el casarse por ahora.

Había olvidado ya todo eso. Todos esos recuerdos llegaron a mi mente, innundandola como si fueran escenas recientes de mi vida.

—Te ves hermosa querida —Verlo frente a mí en el altar, frente a muchos de nuestros familiares y amigos en la iglesia, anhelando el más importante paso de mi vida y mis nervios desbordando todo mi ser, me hacía pensar que era especial. Sentía unos nervios que me erizarán la piel pero me sentía segura y confiada y eso alejaba mi temor.

—Y por el poder que a mí se me ha concedido, yo los declaro marido y mujer. —Todo el mundo gritaba y nos elogiaba, las campanas comenzaron a sonar y llegó el momento que tanto esperaba. 

Sus labios con los míos hicieron que ese caos de emociones se convirtiera en el momento más importante de mi vida, el momento en que sentí el amor verdadero.

Sonreí al ver su expresión de asombro.

—Es hermoso señora Duvoah, en verdad lo amaba con toda el alma. —Comento Charlotte tras acabar mi recuerdo. No había hablado de eso con nadie más. Era tan preciado para mí que no cualquiera podía saberlo.

—Claro que lo amaba, lo sigo amando, el amor verdadero perdura aún después de la muerte, aún cuando el mundo y las personas no lo vean así. Él fue el mejor esposo, mi mejor amigo y el mejor padre que yo hubiera querido para mis hijos, en este caso solamente fue Tiana.

—Tiene razón señora Duvoah. ¿Pero como supo que era amor verdadero? —Su interés era evidente.

—Lo sentí mi niña. Sentí que era la persona correcta, en el momento correcto. Sentí como todo mi ser lo admiraba, siendo un hombre fuerte, formidable, trabajador y con una característica que me encantaba, él nunca se rendía —Reí ante ello, solo recordé a mí hija. —Ahora veo de dónde Tiana ha sacado su carácter. —enuncie un poco melancólica.

—Tranquila señora Duvoah, encontrarán a Tiana y la traerán a casa, se lo prometo. Me hubiera encantado que estuviera aquí, conmigo, en mi boda. Pero la vamos a encontrar, no nos cansaremos de hacerlo. —vio mis ojos con tristeza, pero con una convicción que ella misma poseía irradiando en cada palabra que mencionaba.

—Te lo agradezco mi niña, eres muy especial. Eres como mi segunda hija. —mencione observando sus ojos color marrón con lágrimas contenidas en el cauce de su mirada.

—Usted ha sido como mi propia madre, señora Duvoah, como mi propia madre —conluyó en un susurro mientras nos fundimos en un tierno abrazo.

Esa era otra forma de amor verdadero, el amor de la amistad que existía en dos personas con pasados distintos pero con presentes similares. Puede que ella sea rica en dinero y mansiones, pero al igual que ella, yo era rica en de fecilidad y dicha y eso enriquecía mi alma como cualquier fortuna podría hacerlo.

Cuanto amaría que Tiana encontrará, también, el amor verdadero.

La princesa y el sapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora