Deudas saldadas

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Narra Fassieller

—Dámelo Tiana, Dáme el talismán —susurraba mientras ella accedía poco a poco a mi engañosa artimaña.

Con el talismán en mi poder y la rana fuera de esto al fin podré cumplir con todas mis promesas a los dioses y podré, así, ser el rey y gobernante de este mediocre lugar.

—¿Qué esperas Tiana, estás a un paso de llegar? —podía sentir que pronto todo lo que soñaba se haría realidad.

—No —se alejo ligeramente de mí. —Esto..esto no es correcto.

—Pero ¿qué cosas dices niña?

—No puedo dartelo.

—¿Te rehusas a ser feliz? Ve a tu alrededor, esto es lo que deseas, esto es lo que quieres, esto es lo que tu padre siempre soñó. —chantajee de forma pronta antes de que cambiara de opinión.

Un silencio de su parte me dio la señal de que lo estaba considerado, si lograba una vez más convencerla todo seguiría de acuerdo al plan.

—Mi padre nunca obtuvo lo que el deseo... —Musitó, mirando perdidamente hacia la ventana donde, antes había mostrado a su familia.

—Correcto.

—...pero si lo que necesito. Tenía amor y una familia, y eso era lo más importante en su vida. —me miro directamente a los ojos con el ceño fruncido —Él no querría tomar una mala decisión por tenerlo todo fácil y tampoco yo.

En cuestión de segundos el talismán caía hacia el suelo, sentí que el alma se me iba y que mi cuerpo estaba a punto de colapsar de un ataque de nervios.

Pronto vi que el talismán quedó levitando a centímetros del que podía ser mi ruina.

Xhocul sostuvo el talismán antes de que todo se viniera abajo.

Reí a carcajadas, pues lo fácil que fue recuperar el talismán me hacía muy feliz, quién diría que tan absurdo plan sería rechazado por una simple chica que ha deseado algo desde toda su vida y lo pierda por nada.

Admito que es más inteligente que yo pero eso no quita que sea más fuerte que ella.

Chasquee los dedos y la chica regreso a ser un sapo.

—Pudiste aceptar lo que te ofrecía, no tenías que hacer mucho simplemente darme esto —mire el talismán, mientras caminaba hacia ella y la acorralada contra una lápida con mi bastón —, pero decidiste seguir siento miserable como todos aquí. Ahora pasarás el resto de tu vida siendo una horrenda creatura verde cubierta de baba.

Me hacía tan feliz está derrota. Ahora ella no podía hacer nada, era un peón más fuera del juego.

—No... —dijo con el poco aire que podía pronunciar en sus palabras. —No es...no es baba, es moco.

Estirando su lengua me arrebató el talismán de la mano, y lo lanzó al suelo. No tuve tiempo para dar órdenes ni mucho menos reaccionar. El talismán estaba destruido y ahora no podía regresar el tiempo.

—¡NO!

La chica sapo corrió y no la vi más mientras yo lamentaba el haber perdido para siempre mi última oportunidad.

La tierra comenzó a templar, las lápidas brillaban y de las tumbas se levantaban pequeños muñecos de trapo, cubiertos de alfileres y lodo.

Prontamente los tambores sonaban y cada vez más el pánico se apoderaba de mí.

Los muñecos se arrastraban hacia mí, y el ruido siniestro se intensificaba; en un cerrar de ojos todo se volvió tétrico y muy tenebroso.

Sentí mi pulso acelerar, mis manos sudorosas sin mencionar que mis cienes se encontraban empapadas en sudor. El miedo era más grande que cualquier otra cosa que pudiera sentir ahora.

—¡Amigos! —exprese con mi respiración entre cortada el temor se apoderaba del poco aire que mis pulmones podía contener. Sentí que me daría un ataque respiratorio o algo parecido.

Ver a los pequeños muñecos, que yo mismo había enterrado en estas tumbas, caminar hacia mí, hacia que mi cuerpo se sintiera débil de tantos escalofríos que esas pequeñas criaturas de tela me producían.

—¡Aún... —trague en seco, sintiendo el sudor correr por mi rostro. —¡Aún no estoy listo! ¡Necesi...Necesito más tiempo! —Pude notar que mi cuerpo no era el único que temblaba, mi vos lo acompañaba y me sentía inútil en esos momentos.

El ruido se volvía más fuerte y entre más de acercaban más retrocedía hasta que choque con una lápida, o al menos eso creía.

—¡A..a..aún tengo al príncipe encerrado, podemos seguir con e..e..el plan! —exclame entre jadeos.

Volvee hacia lo que había chocado y me encontré con la enorme y escalofriante cara de Tulud.

-—Fassiller, no olvides que si rompes tus juramentos, tu vida será nuestra recompensa.

El recuerdo de Tulud y sus palabras en aquel despacho inundaron mi mente en forma de eco. Aún no estaba listo para saldar mis deudas de esa manera.

Tenía planes, grandes planes, solo necesitaba más tiempo.

Pronto Tulud abrió su enorme boca  dejando salir los espíritus del más allá.

El miedo sobre mí, me dio impulso para correr y tratar de alejarme de ellos. Fue en vano. Uno de los espíritus tomo a Xocul del tobillo y me arrastro junto con él.

El ruido ensordecedor torturaba mis oídos y ahora mis gritos de auxilio que imploraban piedad no podían ser escuchados.

Poco a poco fui entrando en este juego de sombras y una vez dentro no iba a salir, lo sabía muy bien pero no jugué bien mis cartas y con cada fracaso  mis promesas a los dioses aumentaban y al hacerlo mi alma más  se condenaba.

—Es hora Fergus, de pagar todas tus deudas. —Nunca había escuchado su verdadera vos, tan tenebrosa y gruesa.

Había llegado mi fin y por más que yo quisiera ya no podía hacer nada; mi alma estaba encadenada y ahora le pertenecía a la muerte.


La princesa y el sapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora