Los planes

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<<NARRA LOREENS>>

- Ahora, tu y yo podremos realizar lo que siempre hemos deseado, con la sangre de tu "majestad" - dijo con ironia, el hombre que había convertido al príncipe en una pequeña, verde y viscosa criatura.

"¡Oh, no qué hará cuando se despierte! Espera ¿despertara?"

- ¡Ay no! ¡Majestad! Despierte ¿qué le sucede? ¡Oh no! El rey y la reina me mataran, cortaran mi cabeza, harán que me encierren en los calabozos más antiguos y olvidados del reino - me lamentaba por el horror. Estaba totalmente aterrado - y ahora qué haré, nunca me lo perdonaran... - me mordía las uñas, me tomaba del pelo "¿Cómo deje que esto pasara? Nunca debimos venir aquí."

- Cálmate Loreens; todo estará bien - me hablaba ese extraño. Metió a Naveen en un frasco de vidrio y me lo entrego - no lo pierdas de vista. Vamos, debemos asistir a una fiesta.

- No, no, no - me negué a seguirlo - no iré a ningún lado hasta que regrese a Naveen, digo al príncipe a la normalidad. ¡Hágalo! - le reclame con temor y grandes nervios que corrían por todo mi cuerpo.

- No lo entiendes, esto nos ayudara a obtener riquezas. Solo, debo ponerte esto y ¡Voila! El príncipe Naveen ante mi.

Me vi en un espejo y que ¿qué era lo que estaban viendo mis ojos?

- ¡Majestad! - exprese sorprendido al verlo en el espejo - ¿qué hace usted ahí?

- No seas torpe, tu eres la Majestad ahora. Este talismán contiene la sangre del príncipe, tú solo debes pasarte a su papel, casarte con esa doncella caprichosa y ya, tendremos todo lo que querramos - explico.

- ¿En serio? - me horrorizaba - eso se oye horrible.

- Horriblemente bueno, así ya nadie te dirá que hacer, adonde ir o como vestir, porque tu seras el dueño mi amigo. - me decía con una sonrisa convincente - solo imagínate, no mas presiones, no mas preocupaciones, te levantaras a la hora que quieras, iras adonde quieras y tendrás miles de sirvientes solo para complacer tus deseos y caprichos.

La verdad no estaba tan mal, al final ya no tendré que cuidar a un bebé mimado y egoísta como lo es Naveen.

- Suena excelente - dije sonriendo - ¿Nadie lo notara verdad?

- No, vete bien en el espejo. Piel morena, digna de un príncipe de Maldonia, ojos marrones, dignos de un Duque, perfecta sonrisa que derrite a cualquier joven en este pueblucho, digna de un rey.

Tenia razón en todo, ahora yo soy el príncipe, la majestad, la eminencia, la alteza, el gobernador, soy muy rico y millonario, nadie se resistiría a mí ahora que soy guapo.

- Lo único que tienes que hacer es no quitarte el talismán del cuello y no pasara nada - "suena sencillo"

- Muy bien , ahora vamos a esa fiesta. - dije convencido de nuestro plan perfectamente calibrado.

Hasta ahora todo ha ido de maravilla, estos tontos creen que soy el verdadero príncipe y nunca descubrirán la verdad, eso me pone muy feliz y con muchos ánimos. La señorita Lavoud, es una niña muy encantadora; no veo la hora para casarme con esta mujer tan hermosa.

De pronto algo inusual me saco de mis magníficos pensamientos, mientras tomaba dos copas de ponche, una para Charlotte y la otra para la majestad, o sea yo.

- Papi - alguien grito y cuando voltee era la señorita Lavoud, quien hacia un escándalo por toda la fiesta, al parecer tenia algo en su vestido que la incomodaba, y creo que era una gran, pero gran incomodidad, porque se retorcía por todas partes, cuando vi que de su vestido salían dos criaturas verdes y viscosas, por desgracia una de ellas era Naveen.

- Naveen - grite, pero no me escuchó por todo el escándalo que ocasionaba él y su otro amigo, por toda la fiesta.

No podía creer lo que veía "¿Cómo escapo? era un frasco de vidrio y estaba encerrado, no entiendo"

Cuando todo paso me disculpe con la señorita Charlotte y su padre, junto a los demás invitados, inventando la excusa de sentirme mal y que debía marcharme a mi habitación y descansar.

Abrí la repisa y encontré un frasco abierto y vació.

¡Oh oh!

- Que silencioso es - dije con miedo ante Fasieller.

- ¡Lo dejaste escapar!

- Es qu...que el pobre sapo se ahogaba, no tenia mucho aire y... a..a..abrí la t..t..t..tapa so...solo un poquito - estaba temblando mientras me alejaba caminando de espaldas con miedo de que Fasieller se lanzara sobre mi, y algo me hizo caer, pero al ver que era, no encontré nada. Se oyó una risa maléfica a lo lejos.

- ¿No lo entiendes? Necesitamos la sangre de ese sapo

- Pero no...

- Si esto se echa a perder no obtendremos nada, solamente condena y miseria ¿Comprendes?

- Si pero... no cuentes mas conmigo; no sé como pude dejarme enredar en su juego y ahora mi cabeza corre un gran riego, no solo mi cabeza, mi vida corre un gran riesgo si nos llegan a descubrir, - caminaba por toda la habitación; mi preocupación hacía latir con gran velocidad mi corazón que sentía que me daría un ataque, ya tenia uno, un ataque de nervios que me retorcía por todo el cuerpo. "¿Qué pasaría conmigo si llegaban a descubrir? ¿qué harían los reyes al saber que su hijo es un sapo y que yo me hice pasar por el? seguramente nada bueno, para mi". - ¿Sabes qué? me absuelvo de esto; toma, usa tú esta cosa rara - arranque el talismán de mi cuello y se lo lance con temor, al hacer eso mi cuerpo volvió a la normalidad, a mi verdadero yo.

- ¿¡Qué haces!? Lo vas a romper - lo tomo aun en el aire antes de tocar el suelo - si algo le llega a pasar, juro que te voy a... - su furia se reflejaba en sus ojos, no, en todo su rostro, y eso me altero haciéndome sobresaltar del miedo. Al ver mi temor y angustia calmo su actitud y suspiro - mira, cuando conjuras lago tu mismo y luego lo quieres usar, no funciona - me dijo, mostrándome el talismán colgando de su cuello - es por eso que tu debes hacerlo.

- No creo que sea muy buena idea - luego de pensar en todo lo malo que podría traer esto si se sabia la verdad.

- No es buena, es perfecta. ¿Quieres el dinero, cierto? - pregunto y yo asentí - ¿quieres lujos, oro, diamantes, riquezas a montón e interminables, no es así?

- Si, claro que si - mi lujuria era más grande que mi moral.

- Entonces no hay que retroceder. Sabes que la fuerza más poderosa en el mundo no es la magia; ¡ES EL DINERO! - me mostró un fotografía del Señor Lavoud y sus riquezas. - ¿No te ha pasado que ves a esas personas ricas con sus bonitos autos y sus grandes y caros atuendos? Apenas voltean a verte ¿No estas cansado?

- Si, si lo estoy; ya estoy harto de ser inferior - dije con rencor.

- Muy bien, no hay que desviarnos del plan. Todo estará en orden si tan solo actuamos natural, tal y como lo hemos estado haciendo y... - tomo el talismán, me llevo frente a un espejo y volvió a colocármelo y yo volví a ser Naveen - Triunfaremos en nuestro objetivo mientras tengamos la sangre del sapo príncipe aquí.

Tenia razón, solo debíamos obviar esta pequeña discusión y buscar a Naveen, mientras actuamos normal frente a los Lavoud y sus millones.

- Espera, y ¿qué pasara con Naveen?

- Bueno, tu pequeña torpeza, si así se le puede llamar, no es más que un pequeño bache hacia nuestro éxito. Déjamelo a mi. - sonrió.

Era cierto, solo debíamos seguir con la farsa hasta encontrarlo, aunque aun no se para qué lo necesitamos, pero si tenia a Fasieller de esa manera, tiene que ser importante.

La princesa y el sapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora