𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Adrien Agreste & Reader

➴ 𝟏𝟏.

𝐔𝐍𝐀 𝐀𝐆𝐑𝐄𝐒𝐓𝐄
𝑌𝑜 𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑜

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Demasiados planes... ¿Para mi futuro? Claro que no, todos esos planes solo eran para el futuro de las empresas. Horas escuchando a los adultos hablar de ello, de todos los planes futuros que tienen para que la unión funcione, un proyecto que por lo menos tendría como mínimo un año de trabajo duro.

Los socios de Gabriel Agreste aportarán, no será nada más que informado que su único hijo y la única hija de los Vaughan mantienen una firme relación por la cual esperan una futura unión que desde ahora existe, pero no será informado. Los socios de mis padres igual colaborarán con Gabriel Agreste.

Imaginar que antes mis padres le tenían envidia a Gabriel Agreste por tener una enorme ventaja sobre ellos, nada más satisfactorio para ellos tener esta unión para mantener su nivel y aumentar sus ganancias.

No quería seguir escuchando, pero no tengo idea de lo que puedo o no hacer. No escuché una palabra de lo que dijeron con respecto a lo que haría, pero tenía una idea y no me gustaba para nada.

Llegada la noche, la lluvia empezó como un nuevo día, pasó de la media noche su larga conversación y alegría de los adultos hablando de negocios, y claro, como el señorito Von Rothbart estudió sobre eso, no le fue complicado seguir con la conversación, demostrando su interés por el asunto económico que está de por medio.

Pretencioso.

Finalmente dejaron de hablar, pero mi padre había exagerado con tomar las bebidas que desconozco. El Señor Agreste también pareció emocionarse, pero a pesar de todo lo que bebieron, no perdieron por un momento la elegancia.

Quiero irme a casa.

Suspiré levantándome de mi lugar junto a mis padres seguida de Adrien y Gabriel Agreste. Esperaba a que dijeran algo de lo que me esperaba.

Y resultó que era lo que me temía.

―Todo esto fue un gran placer ―mencionó el Señor Agreste, levantó la mano y un sirviente no tardó en aparecer―. De ahora en adelante que la convivencia entre nuestras familias sea así de divertida.

―La siguiente lo invitaremos a nuestra casa ―informó mi padre tomando del brazo de mi madre, dispuestos a retirarse―. Claro que no pueden faltar nuestros hijos.

―Ambos deben de encontrarse cansados ―dijo el Señor Agreste y entonces se volteó para dirigirse al empleado que seguramente solo contrataron para esta noche―. Pide un taxi para los Vaughan.

¿Eso me incluye o perdí mi apellido y ahora soy Agreste?

―Adrien, ambos deben igual descansar, llévala a su nuevo hogar.