➴ 𝟏𝟑.

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𝐒𝐔𝐄𝐍̃𝐎𝐒 𝐎 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒𝐿𝑎 𝑝𝑟𝑖𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒

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𝐒𝐔𝐄𝐍̃𝐎𝐒 𝐎 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒
𝐿𝑎 𝑝𝑟𝑖𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒

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   En las orillas de una lago cercano a una preciosa casa de campo, los cisnes que descansan cerca del otro extremo de la orilla en la sombra, sacudieron sus plumas y nadaron hasta el extremo en que me encuentro, vinieron por las piezas de pan que comencé a arrojarles, ellos vinieron gustosos por el pan y empezaron a pedirme más.

Por un intento de salvarme de ellos, corrí pidiendo ayuda a mi madre porque empezaron a seguirme, pero me pareció divertido porque los pequeños cisnes gritaron llamando a sus padres que me siguieron. Dejaron de hacerlo entonces volví con ellos, pero no tenía más pan.

Seguí a los cisnes, pero no medí bien las distancia de la orilla con el lago, di un paso en falso y caí al lago.

No sé nadar.

Intentaba subir a la superficie, pero el cuerpo me lo impidió y los cisnes comenzaron a hacer escándalo en la superficie. Hubo en un momento en que no pude pelear más, dejé que la corriente me llevara consigo, pero alguien llegó a salvarme.

Logré respirar, tosí expulsando todo el agua acumulada en mis pulmones, la persona que me ayudó recuperó el aire igual, de ver a esa persona sentí las lágrimas acumularse, intentaba ser fuerte, pero esa hermosa mujer lloraba al mismo tiempo que yo mientras acariciaba mi espalda para mantenerme calmada.

Cerré los ojos por segundos y caí sobre el fango sin importarme el vestido rosa que me regalaron en este viaje o el vestido de la preciosa mujer que me abraza con tanta protección.

¿Estás bien, Brielle? ―preguntó preocupada, yo asentí y me aferré al abrazo, llorando.

Sentía mucha confianza con aquella mujer y ella me entregaba su cariño de una forma dulce, que llorara conmigo fue una demostración de ello y cuando logró calmarse, sostuvo mi rostro entre sus manos y besó mis mejillas de la forma más cariñosa posible.

L-lo siento ―murmuré a punto de llorar de nuevo.

No pidas disculpas mi niña ―dijo rápidamente abrazándome por los hombros sin temor, lo sentí como un abrazo protector―. Fue un accidente, ahora te encuentras bien.

Gracias mamá ―sollocé apoyándome en ella, acarició mi cabello y besó mi frente.

¿Por qué le decía mamá? Ella no es mi madre.

Pero... no le importaba que arruinara mi ropa, no le importó mi imprudencia, solo mi bienestar y compartía el miedo que sentí al caer al lago, me abrazaba con tanta protección y el cariño que me transmitió era más del cariño que algunas vez recibí.

𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Adrien Agreste & ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora