Algo inevitable [Wileven]-TERMINADA

Vigésimo séptimo: "Todo se esta desmoronando"

Llegué a casa muy molesto.

Siempre estaba molesto cada vez que ellos me lastimaban, pero hoy, lo estaba aun más, sólo porque Eleven dejó de hablarme.

Mamá se puso de pie muy angustiada para ir a mi lado, seguro por el hematoma que sobresalía en mi pómulo, y porque venía caminando raro. Maldita sea, ¿por qué no me defendí tan siquiera poquito? Dejé que ellos hicieran su trabajo sin protestar.

Si el ser cobarde me queda corto.

─Hijo, ¿qué te pasó?─me preguntó mamá alarmada acercándose a mi.

─No me pasó nada.─contesté de mala manera.

Ella me dedicó una mirada de desaprobación total, pero decidí ignórala para observar que Eleven y Jonathan también me miraban muy procupados desde la sala, al darse cuenta de que la veía Eleven desvió la mirada y frunció el ceño, dándome a entender que seguía molesta.

Me mordí el labio inferior yendo a la cocina por hielo, al volver ella ya estaba caminando a su cuarto.

─El, ¿no piensas hablarme?─le pregunté colocando el hielo en mi cara.

─¿Quién te golpeó?─agaché la vista.

─Nadie.

─Eres increíble.─rió sin una pizca de gracia ─No me consideras de la familia, no me tienes confianza ¡¿qué putas soy para ti, Will?! Me haces sentir como si todo éste tiempo que viví aquí no te hubiera importado, que me mentiste al decirme que me apoyarías cuando Hopper murió.

Observé como Jonathan y mi madre nos veían un poco incómodos, la herida en mi brazo me hardió más, las punzadas en mi cabeza punsaron por todos lados y la mirada de reproche de Eleven no ayudó en nada.

Suspiré y simplemente la rodee yéndome de la sala, me fui a mi cuarto y me encerré por toda la tarde.

Pasaron días, y seguíamos sin dirigirnos la palabra. No pasaba un sólo segundo que mi mente no estuviera pensando en Eleven, pensaba en todo lo que amo de ella, en todo lo que me hace sentir, en todo lo que pasamos.

Yo fui el culpable de todo, la hice sentir horrible pero lo más jodido es que no es la primera vez. Por dios, como la extraño.

A duras penas si duermo, me duele horrible el pecho al tan si quiera imaginar que en este mismo instante ella me debe estar odiando.

Suspiré pesadamente levantándome del suelo, hace unas tres horas que me encuentro ahí, tomando de una botella de ron.

Su sabor es muy fuerte, pero en ocasiones olvido que estoy peleado con Eleven y sonrío, ese momento es precioso. Lástima que dure unos minutos.

Y ya se me había acabado.

Me dirigí a la puerta para abrirla e ir a urtadillas al cuarto de Jonathan, abrí el gabinete que estaba en la esquina y saque otra botella. Estaba por irme de ahí victorioso, ya que el se encontraba trabajando, pero entonces, al estar en el marco de la puerta, la vi.

Tan hermosa como siempre, saliendo de su cuarto (que por desgracia se encontraba justo enfrente de el de Jonathan). Al verme detuvo su caminar, pude notar unas ligeras ojeras en su rostro.

Lo increíble es que se veía ruda, en serio que a esta chica la puedes encontrar a las 3 de la mañana recién levantada y parecerá una jodida princesa.

Nuestra guerra de miradas fue terminada por ella, quién sin decirme nada siguió su camino por el pasillo hasta perderse en la cocina. Su cara no había demostrado ningún tipo de emoción, como si el verme le diera completamente igual.