17. Denver demente, parte II

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Dejé de respirar, no podía ni siquiera pestañear hasta que finalmente estacionó el auto a un costado de un estacionamiento, apagó el motor y se bajó, dejándome completamente aturdida.

Mierda, ¿Quién era este tipo?

Solté mi cinturón sintiendo mi corazón latir demasiado rápido, y la puerta se abrió, Denver me ofreció la mano con la más dulces de las sonrisas, definitivamente él tenía un problema mental. Con miedo se la acepté sin saber exactamente como tratarlo, y caminé siendo prácticamente arrastrada por él hasta el restaurante.

Tomamos asiento y él actuaba de manera normal, como si no hubiera tenido un raro comportamiento todo el maldito día, pasó de ser el sexy deportista a un completo maniático. Ya no lo soportaba.

—Denver, ¿ocurrió algo en tu pasado que te hiciese ser de esta manera? —ante su mirada confusa, expliqué: — Ya sabes, ser posesivo, dominante...

...actuar como un completo lunático.

—No, mis padres nunca se divorciaron, viví una infancia normal en un pequeño pueblo lejos de aquí —dijo—, puede que mi padre fuera un poco fuerte algunas veces cuando creyó que era homosexual.

¿Entonces si tenía un problema mental y no un trauma?

— ¿Tenías problemas para identificar tu sexualidad? —pregunté paseando mis ojos sobre el menú sin ver realmente nada intentando restarle importancia.

A lo mejor él se comportaba así porque necesitaba tener el control sobre algo... pero conmigo no, estaba muy equivocado si creía que me iba a dejar dominar.

—No —su tono frívolo me hizo alzar la vista y me encontré con sus ojos fijos en los míos llenos de molestia—. Que sea la última vez que me preguntes eso.

Mierda.

Aclaré mi garganta y negué con la cabeza.

—Escucha, Denver —pellizqué el puente de mi nariz intentando aclarar mis ideas—, tengo un buen tiempo sin pareja, no confío en los hombres, me cuesta mucho y puedo entender que por primera vez estés intentando establecerte, pero no me gusta cómo eres, no veo que tengamos un futuro juntos.

Denver tomó un poco de agua y llamó a la mesera como si no me hubiera escuchado realmente.

— ¿Qué quieres pedir? —preguntó, me quedé confusa y le di la orden a la mesera, esperé a que se fuera y miré al chico loco otra vez.

— ¿Escuchaste lo que te dije? —Pregunté— no quiero seguir contigo.

Él se encogió de hombros y negó con la cabeza.

—Yo sí quiero seguir contigo —dijo—, y creo que siempre soy el que tiene la última palabra.

¿Qué?

— ¿Qué se supone que piensas? —Dije alterándome— ¿Qué debo seguir contigo así no quiera porque a tí te da la gana?

—Cálmate Santa, solo bromeo —giró los ojos—, pero seamos sinceros, tú eres lo que yo quiero, y yo soy lo que tú quieres. Dime qué no te agrada de mí y yo intentaré corregirlo.

Me eché hacia atrás, este hombre era un complicado poema.

—No puedo cambiarte, ya tu eres así —dije—, si te digo que no me gusta que me reclames y me prohíbas mi forma de vestir, de fumar o mi trabajo, sé que en algún momento de igual forma lo harás, así eres tú.

Denver me sostuvo la mirada un largo rato y extendió su mano sobre la mesa para tomar la mía.

—Está bien —dijo—, intentaré ser menos celoso e intentaré dejar de prohibirte cosas.

Ella Fue Mi Crush Primero(#2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora