36. Mata cupidos.

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Actualización (2/3)

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Me negué a creerlo, creí que algo así era imposible, pero decidí ver las pruebas que tenía el señor Craft, al parecer, hace años cuando venía a explicarle matemáticas a Habacuc y me ofrecieron agua, él tomó ese vaso para mandarlo a analizar y al ver que requerían mi firma aprovechó el momento que mi madre murió donde él estaba a cargo del funeral y yo andaba haciendo todo lo que él me decía, ni siquiera vi lo que firmaba, uno de esos papeles, era mi permiso para la prueba de paternidad.

Me sentía usada, traicionada, engañada.

¿Qué hiciste mamá?

Mi corazón estaba destrozado, no lograba comprender cómo era que no podía alcanzar la felicidad.

Decidí tomar el primer ferry que zarpó a Gran Vigor, Calvin dijo que se quedaría unos días para procesar la noticia, apenas lograba verme a la cara, a penas yo soportaba estar en la misma habitación que él.

Dolía, quemaba, ardía demasiado.

  ¿Cómo pudiste hacerle esto a papá mamá? ¿Cómo pudiste haberme hecho esto a mí?

Los días pasaron grises, oscuros, sabía que el tiempo sanaba las heridas de cualquier tipo, pero entre más días pasaban, el hueco en mi corazón se abría como una enorme explosión.

Me sumí al trabajo, sentía que era lo único que tenía, pero prácticamente, cambié a mi mejor amiga por Calvin, yo me convertí en Trami, hice casi exactamente lo que ella me hizo en nuestra niñez y así como ella, me quedé sin nada.

Comencé a fumar más de lo que es humanamente posible, casi diez cajas diarias, una en la mañana (en horas de trabajo) tres en la tarde (todavía en el trabajo) y seis en la noche (acompañados de whiskey) era un desastre, sentía que estaba cayendo en un hoyo profundo sin saber cómo detenerme.

Debí haberme quedado sin sentimientos, los sentimientos solo destruían vidas.

Era un sábado cuando recibí la llamada de Héctor, mi ex novio que al parecer iba a casarse y quería darle un punto final a nuestra relación.

Yupi.

Me negaba a ir, me negaba a socializar, estaba en el hoyo, lo sabía, pero no quería salir.

Vamos Claus, siempre has sido fuerte.

Supongo que sería bueno hablar con alguien para variar, alguien de mi pasado que a pesar de también haberle hecho mucho daño, quería hablar conmigo.

A la mierda, no me tenía que echar a morir por Calvin otra vez.

Seguía doliendo, pero decidí levantar un muro donde no sentía absolutamente nada.

Pagué un día de spa, ahí se encargaron de arreglar mi cabello, mis uñas y arreglar mi aspecto porque por dentro ya no tenía arreglo.

El domingo cuando me reuní con Héctor, fue un poco menos incómodo salir y volver a aparentar ser una mujer completa y autosuficiente sin problemas sentimentales, cuando entré al café, ocurrió lo que posiblemente jamás esperé.

Rachel a su lado tomándolo de la mano y sonriéndole como si estuviera enamorada.

No. Puede. Ser.

¿Qué clase de trastorno tenía Rachel en el cerebro que la hacía meterse con mis exnovios?

—¿Hola? —murmuré acercándome a la mesa donde estaban ellos. Héctor se levantó separándose de Rachel y me ofreció un abrazo, le correspondí solo por cortesía, lo admitía, lucía más mayor con esa ligera barba, Héctor nunca fue sexy o hermoso, pero era muy caballeroso.

—Estás hermosa Close —dijo Héctor paseando sus ojos por mi rostro.

Solo por fuera me veía hermosa, porque por dentro me sentía seca y muerta.

—No quiero que creas que es un tipo de venganza... —dijo Rachel— fue algo que no nos esperamos, pero sucedió...

En realidad, no quería escuchar su historia de amor, estaba en la fase de mata cupidos y asesina corazones, sin embargo dejé que ellos hablaran, al parecer se habían vuelto a encontrar cuando Héctor comenzó a trabajar en el banco donde trabajaba Rachel y ahí surgió el amor.

Supongo que para esas dos personas desesperadas, el amor surgía con rapidez.

No seas mala Claus.

Los abracé y les desee lo mejor, quería irme, volver a mi cueva, lo peor fue que me dieron una invitaron a la boda y supongo que después de todo, el pasado había quedado atrás.

—Claro que iré —dije forzando una sonrisa aunque por dentro casi gritaba de tener que ir a una boda a disfrutar el amor de alguien más.

De personas que habían dejado de ser mis amigos, pero ahora querían hacer las paces.

Maldición, quería tener un fierro golpeador de parejas felices.

Me levanté y caminé a la salida del café, cuando empujé la puerta, mi mente se nubló y lo siguiente que vi fue el piso cuando mi cuerpo se estrelló contra él y quedé inconsciente.

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Ella Fue Mi Crush Primero(#2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora